04/03/2023. Rompecolchón, tirapatrás, vuelve a la vida, siete potencias, manjar de dioses, paloparao, cojeparao, matacabrones, salvamatrimonios, resucitadores, la dieta de Juan peluca pa’ darle fuerza a la cuca y que pueda comer yuca, dieta del Japón. Son algunos de los nombres y consignas que recibe esa coctelera levanta muertos de mariscos, moluscos y pescados que, según la teología popular, tiene un alto poder de afrodisíaco natural.
Es un contubernio primordialmente playero, que se despliega los fines de semana sobre la extensa franja costera del país, de oriente a occidente, donde los vendedores andantes perifonean a viva voz las bondades de sus mixturas de géneros del mar, entre chistes y respuestas jocosas de los comensales que se divierten mientras depositan fe ciega en los efectos vivificantes de esa mercadería.
Razón, además, para que los adláteres de la fé incursionen en la actitud devota de no comer carne mientras dure la cuaresma, como establecen los principios cristianos, aunque se hagan los locos y se mantengan comiendo carne de la otra con el salvoconducto de las emanaciones eróticas de los frutos marinos.
Existen pruebas concluyentes de que los mariscos generan efectos estimulantes en la libido de las personas. Se trata de uno de los alimentos más efectivos en esta materia debido a que las ostras, las almejas, el mejillón o los camarones poseen un alto contenido en zinc que contribuye a crear testosterona y estrógeno, y en proteínas que ayudan al funcionamiento hormonal. Todo es ventajoso porque además, sirven para adelgazar ya que se caracterizan por su riqueza en agua y su bajo contenido en grasas.
Otros productos y combinaciones naturales alcanzan el estatus de revitalizantes: el sancocho de rabo de res, la guabina de morichal, el cruzado de chivo con gallo, un bejuco llamado rabo de perro, la juraconchúa de Apure, y un brebaje barloventeño cargado de ramas santiguadas que resulta irrebatible a la hora de preñar, bebido por la mujer.
En el imaginario popular, yerbas, recetas misteriosas transferidas de generación a generación gracias a la tradición oral de los pueblos, bebedizos de la abuela y recomendaciones ancestrales de origen indígena o africano, también se disputan un lugar de honor en el medallero de la pasión y el pecado venial de hacer el amor por vicio y fornicio, y no “por dar un hijo a tu servicio” hablándole al Señor.
En una época, escribe Misael Salazar Léidenz, el caraqueño era muy dado a la superstición, sobre todo en el tramo de recogimiento espiritual que transcurre entre los carnavales y la Semana Santa. Beata y asustadiza, la población caraqueña insistía en practicar el amor aguijoneada por la magia y la ciencia. La miel de las faldas del Ávila, raíces de la guanábana que llamaban catuche, los fosfatos vitaminados, el yoduro, el mentol chino, el ging sen, el KH3, la vitamina E y otros menjurjes que se convirtieron en panacea para amar a mansalva, sin dilemas físicos ni espirituales.
POR MARLON ZAMBRANO • @zar_lon
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta