27/04/23. ¿Tienen razón quienes se inquietan por las aparentes ventajas de una mujer transgénero a la hora de competir en atletismo de alto rendimiento? Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 fueron la primera estocada: la neozelandesa Laurel Hubbard se convirtió en la primera atleta transgénero en participar desde la disciplina de halterofilia 87 kg. Aunque no ganó medalla, para llegar a ese nivel de competición tuvo que romper todas las barreras gremiales y sociales.
En nuestro país, donde no tenemos tiempo para aburrirnos, se vivió un episodio singular. El año pasado Jhoana Trujillo, una atleta transgénero, compitió y ganó una carrera de 5K de la Universidad de los Andes (ULA) en el estado Táchira, en la categoría femenina, pero fue inmediatamente descalificada “por no ser mujer biológica”. Al parecer, “las otras competidoras se quejaron, alegando que Jhoana tenía ventaja biológica por su pasado como hombre”.
La humanidad, que aparentemente aún no está preparada para el debate biológico y ontológico, asiste a un reacomodo algo ficticio: así como el Comité Olímpico Internacional fue modificando sus reglamentaciones en relación al tema, también lo fueron haciendo las diversas federaciones.
El caso de la Federación Internacional de Natación es uno de los que más revuelo causó cuando recientemente determinó que prohibiría la participación en eventos femeninos a todas las mujeres transgénero que hayan experimentado cualquier etapa de la pubertad masculina. Eso quiere decir que sólo podrán participar quienes hayan tenido su transición antes de los doce años.
Por supuesto que la ciencia está haciendo todas las mediciones pertinentes y, hasta ahora, muchos resultados concluyen que anatómicamente no existe ningún ventaja destacable para los competidores transexuales en una prueba deportiva, ya sea de manera individual o colectiva. De hecho, el COI indica que para que una mujer que nació siendo hombre compita con el género femenino “debe tener un límite de 10 nanolitros de testosterona por mililitro de sangre. Ni siquiera sugieren operaciones para extirparse sus genitales con los que nació”.
Aún más: Manuel Ponce, especialista en kinesiología y en educación física argentino, asegura que “no hay capacidades predeterminadas que definan si un deportista tiene ventaja sobre otro, sino que lo que es fundamental es el entrenamiento constante”.
Por el contrario, la hipótesis de “la ciencia de la testosterona” afirma que algunas investigaciones científicas han demostrado que las personas que han pasado por la pubertad masculina conservan ventajas drásticas de energía y fuerza incluso después de tomar medicamentos para suprimir sus niveles de testosterona. Esto ha llevado a muchos a advertir que, si las diferencias no se pueden controlar con medicamentos, las mujeres intersexuales deberían competir contra los hombres para justicia de otras mujeres.
Lo que parece obvio es que en medio de las discusiones abundan los estereotipos, estigmas, rechazo, racionalidad ortodoxa y un sinfín de pruritos que nos impiden comprender y asimilar la diversidad en un mundo dramáticamente cambiante.
POR MARLON ZAMBRANO • @zar_lon
ILUTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta