05/05/2023. La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), es otro de los enormes legados para la integración social, el combate de las desigualdades y la complementariedad económica regional que produjo el genio político del comandante Hugo Chávez. Siendo como lo fue un apasionado y un impulsor a ultranza de la actividad física, la recreación y la práctica deportiva, el tratado surgido en 2004 no podía dejar por fuera al deporte.
No es de extrañar, en consecuencia, que en 2005 se organizaron por primera vez los Juego del Alba en La Habana, Cuba, y que esta iniciativa deportiva tuviera otras tres réplicas en Caracas 2007, La Habana 2009, y Barquisimeto 2013.
Las turbulencias políticas y el vuelco hacia gobiernos alejados del socialismo que se produjo en la región forzaron a que estas competencias entraran en un largo invierno de doce años, del que despertaron con la celebración de la quinta edición en Caracas, Miranda y La Guaira.
Hay que celebrar que hayan renacido, porque se trata de otro triunfo organizativo y de una victoria sobre el intento fracasado de aislar a Venezuela política, económica y hasta deportivamente.
Pero también hay que revisar, con propósito de enmienda, la dirección a la que deben apuntar en el futuro.
Los Juegos del Alba tienen que trascender a lo meramente competitivo. El objetivo supremo de la Alianza Bolivariana es la integración y no la salvaje y desmedida competencia, mercantil y capitalista, que tanto condenó Chávez.
No hay equilibrio, por ejemplo, cuando se pasa por alto las diferencias en el desarrollo deportivo y se producen resultados desproporcionados, que contradicen el espíritu de los Juegos, como la victoria 120-06 de la selección nacional de baloncesto sub-17 sobre Santa Lucía o el 13-0 de la Vinotinto femenina ante Dominica.
Para que los Juegos tengan un impacto permanente y duradero en los países que conforman la Alianza, también es necesario que se produzca un intercambio de saberes.
Las pequeñas naciones que forman parte del acuerdo regional, requieren de entrenadores con capacitación y experiencia en la formación de atletas. ¿Por qué no aprovechar la sabiduría de centenares de técnicos venezolanos para que compartan sus conocimientos en Antigua y Barbuda, Dominica, Granada, San Cristóbal, San Vicente y Santa Lucía?
Los campeonatos nacionales de las diversas entidades federadas podrían abrir la participación a los atletas de la Alianza Bolivariana, lo que permitiría a estos deportistas extranjeros tener más roce competitivo con atletas criollos que están en la ruta olímpica.
Los Juegos del Alba hay que verlos como una oportunidad para combatir los desequilibrios y la inequidad en el deporte. El viejo axioma que de que lo importante en el deporte no es ganar, sino competir, debe prevalecer en los Alba sobre el brillo de las preseas.
POR GERARDO BLANCO • gerarblanco65@gmail.com
ILUSTRACIÓN JUSTO BLANCO • @justoblancoruiz