25/05/2023. Cuando Erasmo Sánchez me preguntó en Bellas Artes, en la formidable exposición de 109 mujeres Contemporáneas sobre qué iba en esta columna, una vez terminada la serie El Gabo cantaba boleros, solo se me ocurrió decirle que los boleros estaban celosos, por las diez semanas que Gabriel José de La Concordia García Márquez, le estuvo robando cámara a los que curan el alma.
Ya atravesando el parque camino a casa, se prendió el ‘picó’ mental, esa rocola imaginaria que llevamos todos los melómanos, y sonó el memorable número de El Jibarito Rafael Hernández Marín, Malditos Celos cantado por José Luis Moneró con Rafael Muñoz y su Orquesta, cuyo hilo conductor, estribillo o frase célebre para cuando nos sentimos rodeados por una mujer celosa, que no es otra que: “Celos, malditos celos ¿por qué te matan si no hay razón?”.
Sin embargo, a pesar de lo rudo que pudiera parecer el título, Rafael Hernández aborda el tema desde la ternura del amor: “Ven, amorcito lindo/ Mi adoración/ Cuéntame qué te pasa/ Mi dulce amor”, y luego: “Dios sabe que te quiero/ Que es solo tuyo mi corazón/ La pena me mata/ Porque sufres por mi querer/ Amor de mi alma/ ¿Di por qué tanto padecer?”. Así cualquiera se derrite y perdona, hombre o mujer, según sea el caso, y nadie podrá resistirse ante tan inteligente manera de capear el temporal de la celotipia, que nos ofrece en bandeja de plata El Jibarito Hernández Marín.
Y si por si acaso quedara un rayo o centella de una tormenta de celos, Don Rafael hace escampar y salir el sol de la calma, cuando se contentan los enamorados después de una escenita de posesión. Y dice: “Solo quisiera decirte/ Cuánto te quiero, te adoro/ No quiero verte llorando/ No quiero verte sufrir/ Porque te adoro tanto/ Que al ver rodar tu llanto/ Me siento morir”… y ahí es donde se sueltan los caballos, en lluvia de metales, percusiones y piano, en la versión de La Dimensión Latina, después del bolerazo en la modulada voz de Vladimir Lozano.
Cierro con una ocurrencia de Héctor Rago en su texto El Bolero cursi, quien se pregunta ¿Es que acaso podemos imaginar una escena más bolerizable que la de Romeo al despertar de su apócrifa muerte, y mirar aterrado el cadáver de la adorable Julieta? Y sigue imaginando si Shakespeare hubiera nacido en el Caribe hubiese hecho cantar a Romeo para esa escena: “Espérame en el cielo corazón/ Si es que te vas primero/ Espérame que pronto yo me iré/ Para empezar de nuevo” del bolero de Paquito López. Y luego para ubicar nuestro bolero de hoy, se traslada a “Otelo el Moro", carcomido por los comentarios de Yago, hubiese cantado: “Celos malditos celos, por qué me matan sino hay razón…”. Y esta vez Shakespeare se llamaría Rafael Hernández”.
¡Llévatela Erasmo Sánchez!
POR HUMBERTO MÁRQUEZ • @rumbertomarquez
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ • 0424-2826098