06/07/2023. El uno, habla desde la emoción. El guaro dos elige o prefiere medir sus pocas palabras. No habla, pero habló. Al guaro tres esta ciudad, asegura, le ha maltratado. Estamos, estuvimos, hemos estado en la parroquia Altagracia. Juntos sin revolverse, los guaros de marras forman parte, quizá sin saberlo, de una especie de “invasión” que viene ocurriendo desde hace… punto. Las guaras son otro cantar.
El guaro dos camina y habla; dos caraqueños escuchamos. No interrumpimos con nuestra forma de hablar, y el guaro que calla sin callar, narra situaciones increíbles que nunca creímos, porque creímos ‘en’. Así como de repente, en una pauta (pasa en las pautas, en la vida y en las películas) ves a un “funcionario de alto nivel” atendiendo o fingiendo atender una llamada de otro funcionario, de otros niveles, en una cárcel, desde otra, o recién salido de una tercera o cuarta, o quinta, se recuerdan en silencio tantas indignidades que ya va siendo tiempo de…
El guaro uno tiene los ojos pequeños, mezcla de cansancio y emoción. Presenta su exposición fotográfica “con cámara” dos años después de la primera, sin. Si nos nombra, tenemos derecho de: “… y a veces el caraqueño termina viendo las fotos que uno hace y dice ´verga, yo he pasado por ahí todos los días y no lo he visto así". Bajo esta perspectiva le termina agradando su cotidianidad. " Yo no estoy descubriendo nada aquí, ni estoy logrando una fotografía vanguardista ni nada; estoy fotografiando lo que veo. Lo que yo hago es un homenaje a aquellos que nadie le toma fotos, pues. Las fotos importan para las modelos, los artistas, los políticos. Es un homenaje; no siento lástima por lo que hacen y no soy ajeno a esa realidad: yo también soy un explotado, me tengo que parar temprano a trabajar y echarle bolas a la vida para poder comer, etcétera. Dentro del aprendizaje, sí se nota una diferencia, a mí nadie me enseñó a tomar fotografías; vengo de un colectivo donde casi todos éramos raperos…”
Y Guaro uno continuó hablando por un rato más. El guaro tres hace fuego, masca chimó y bebe cocuy.
Este último guaro está y no, estuvo y le echaron, lo intentó y le frustraron. Mira a Caracas desde la incomprensión y la nostalgia. Cada atardecer de luz caraqueña le estremece, aunque lo disimula bien. Siendo de allá, asegura que antes de su llegada, en la capital de esta República Bolivariana, la de los puertos y bolipuertos, no se mascaba chimó.
Guaro al fin, sigue hablando luego de tomar cocuy (“¿Sabías que el chivo es parte fundamental de la bebida ancestral”?, me pregunta y me sirve un trago). Que antes de que llegara a la capital, el cocuy no andaba suelto y sin vacunar, y que a estas alturas, todavía no se sabía nada del origen de aquella otra Institución, que se supone que, y que entonces la siembra está como está. Yo le digo que se lea el Decálogo del Chimotero de Ciudad, con prólogo de Clodovaldo Hernández, que costará menos de un dólar, en bolívares, que en la primera luna llena de junio cuesta veintisiete bolos si compras aguacates en La Candelaria. El dólar y el bolívar en 2023.
El guaro dos caminó un poquito más porque antes, donde estaba, el espacio no daba. Si recibe una llamada y si está reunido, se hace ese silencio que sólo pasa en… Celebró y bebió dos frías y recordó cuando celebraron porque aquel tipo renunció por la red social. La soberbia se queda atorada en la garganta, poeta, diría un antropólogo cualquiera. Ahora calla, se cuida y le advierten. Culillo, le dicen. El culillo se vence y este guaro de sonrisa sencilla, caminando su libertad en las calles de Caracas tiene esa pelea ganada.
Guaro uno espera que todo el mundo tenga su vasito. Treinta personas levantan la mano ocupada, el fotógrafo agarra la botella. Bebe un trago largo, dos, tres. Guaro dos, sin que nadie lo mire, traga grueso de su vaso de plástico de café pequeño. Recuerda algunos coñazos, algunas frases, algunas creencias. Anda libre, caminando. Y va a dar un abrazo. Salud.
Guaro tres anda por ahí.
POR GUSTAVO MÉRIDA • @elyerbatero2020
FOTOGRAFÍA MAIRELYS GONZÁLEZ • @mairelyscg27