24/07/2023. Una de las asignaciones que más me apasiona de escribir en la revista es la entrevista, ya que mientras en otros medios de comunicación hay quienes se decantan por conocer la historia de los influencers y personajes reconocidos de la social media, en este espacio reseñamos a las y los que combativamente, aportan valor y corazón a este mundo, verdaderas personalidades de la ciudad.
A Franko lo conozco de las hazañas bellasarteras, a primera impresión y en sus propias palabras “un loco como uno”, que valora más la sensibilidad de quien se vive la ciudad con lo bello y feo que eso significa.
De su trabajo puedo exaltar sus bellas piezas de artesanía, resultado de años de formación autodidacta y la originalidad de quien aprecia tener una obra exclusiva, hecha a mano y que no se consigue en las tiendas. Otro de sus talentos reside en su musicalidad, cualquier día, en cualquier achante, y con mi cervecita en mano comienzo a cantar junto a él, aunque mi voz desafine y la de él resuene con cualquier letra contestaría del punk, sonidos aprendidos de sus viajes, o las clásicas de Gualberto.
Uno de esos días, en plena conversación, surgió la idea de entrevistarlo porque, ¿tú sabes que es arrecho? entrevistar a un viajero que va más allá de las fronteras imaginarias y que recorrió los rincones de nuestra América un ratico a pie y otro en bicicleta, con un cuatro e hilos de macramé y tiene tantas historias como las enciclopedias, pero mucho más interesantes.
1.- Breve descripción de tí mismo, de tu origen y cualidades.
Nací un agosto de hace tres décadas y un poquito más en Punto Fijo, península de Paraguaná. Hijo del medio de cinco hermanos por parte de mi padre, Asdrúbal Hernández, cantautor con el que crecí, envuelto en el vientre cultural debido a que él es integrante de la agrupación folclórica Cuatrocantos, patrimonio cultural del estado Falcón y que pronto cumplirá cuarenta años de trayectoria artística, que se dice fácil. Mi madre, Zualida Medina, licenciada en Enfermería, egresada de la Universidad Central de Venezuela, inagotable mujer, luchadora por los derechos a una vida digna para los niños, niñas y adolescentes con alguna o muchas discapacidades, merecedora de reconocimientos estatales y municipales por su invaluable labor, tomando en cuenta los más de veinte años que lleva en una silla de ruedas lo que también se dice fácil, esto debido a una enfermedad congénita.
Estos progenitores míos, deciden ponerme el nombre del zambo que se levantó en contra de los españoles en Las Macanillas de la sierra falconiana y el del prócer que izó la tricolor por primera vez en el cabo de la Vela de Coro. Ya después de grande me dio por identificarme con el nombre de Franko por eso de recordar que cada mentira que decimos, es una verdad que le debemos a la vida y no por nada que ver con algún fascista español.
Es muy difícil especificar qué cualidades me podrían definir, aunque creo que podría atreverme a resumirlas en una principal, por no decir única, la terquedad, y esta, como diría mi negra yiya, que no es otra que mi madre: “Te podrá llevar a una de dos, hacer las cosas muy bien o hacerlas todas muy mal”.
2.- ¿Cómo inició tu interés por la artesanía y la música?
Por la música, aunque parezca loco, me vino el entregue después de grande, pues para mí la música es mi padre, y con todo este rollo adolescente de ser todo lo que el padre de uno no es y de parecerse a todo lo contrario, no me llegó a interesar para nada la música como medio de creación o de liberación. Sin embargo crecí en un hogar muy sonoro, con padrinos, tíos, amigos y allegados a la familia todos músicos, así que poco a poco la vida fue dando sus vueltas y curvas hasta dejarme en una crisis existencial en la cual, el cuatro como instrumento, fue el único medio por el cual podía dejar fluir, cabalmente, todo este inconformismo interno. Todo empírico, a punta de práctica y terquedad aprendí acordes y con la ayuda del viejo que antes de joven tanto repudié, pude comprender más sobre la música.
Con la artesanía fue distinto, recuerdo bien los primeros nuditos de pulseritas que aprendí. Estaba bien chamito, edad escolar, ponte que unos ocho a diez años, aprendí con la prima de la vecina, esas que van a pasar las vacaciones de fin de año escolar en casa de la tía que vive cerca de la playa. Entonces en una de esas tardes, después de jugar pelotica e' goma o algún otro juego de carajitos, me puse con la chama a hacer lo que hoy sé que se llama nudo cuadrado, unas pulseritas súper sencillas que luego comencé a venderle a mis compañeritos de clases.
3.- ¿Cuáles son tus influencias o inspiraciones?
Estas cosas se encuentran en lo esencial que es invisible a los ojos que no ven, o más bien que no observan, pues un día uno se puede inspirar en cómo la brisa mueve la copa de un árbol mientras escucha una canción de Silvio o cuando vas en el metro mirando el malhumor de otros mientras vas escuchando street punk, o que sé yo.
Ahora claro, la inspiración o influencia para una pieza artesanal o para una canción es muy distinta. A nivel del artesanato, me influenciaron principalmente los trabajos de nuestra América, los trabajos de otros tantos locos artesanos que uno va conociendo en la vida, tanto locales, nacionales y de otras fronteras del sur y de toda nuestra única nave espacial. De la música es más complejo, pues consumo música tan variada y distinta que es difícil definirla, sin embargo, la raíz principal es el rock and roll, yendo mas hacia el punk rock y el ska, aunque esto no me impide influirme con sonidos más caribeños como el merengue dominicano o sureños como la danza tucumana, sin olvidarnos de nuestra gran extensa, nutrida y sonora música venezolana.
4.- ¿Desde qué año comenzaste a viajar y cómo inicio ese proceso?
Comencé a viajar desde pequeño, pues en cada vacación escolar me enviaban a casa de alguna tía (casi siempre materna), ya sea a Coro, o la sierra de Falcón o a Valencia. Entonces todos los años esperaba ansioso el fin de clases para irme a casa de alguna de ellas. Pero lo que me causaba emoción, debo admitirlo, no era llegar y ver a mis familiares, nada que ver, era la carretera, el recorrido, los campos, los animales y paisajes, la libertad de respirar aire y de no saber dónde llega el horizonte.
Ya de adolescente me metí en un grupo scout en mi ciudad, el Grupo Scout Nazaret y orgulloso porté su pañoleta por varios años, sobre todo porque con ellos logré lanzarme mis primeros viajes de mochilero por Venezuela y conocer un montón de lugares por primera vez, como la Gran Sabana y la reserva Henry Pittier, entre otros.
5.- Cuéntanos un poco sobre tus viajes y forma de sustento económico.
En el 2019 comienzo a planear mi salida del país, no en plan “pobrecito, yo que soy venezolano y la pelazón y bla bla bla”, sino más bien por puro querer saber qué hay más allá de la frontera imaginaria, pero esto no le quita nada de legal, que nos separa de los demás países.
Resulta y acontece que cuando ya casi tengo todo listo, zácate, comienza la cuarentena del covid y vaina con vaina, me quedo con mi morral armado y más embochinchao que albañil recién cobrao. No hubo manera, aguantar la pela que todos ya sabemos. Hasta que un día, por pura obstinación, le dije a mi vieja: “Sabes cómo es la vaina, es que me voy a viajar así sea pidiendo cola y caminando”. Agarré mi mochilita estartalá, mi cuatrico esperolao, tres panes canilla y un chisguis (Mendoza valga la cuña) y me fui pa' la alcabala de la salida de Punto Fijo. Tres dias después estaba yo llegando a Caracas. Tomando en cuenta que mi destino era salir para Colombia, tal parece que había agarrado p'al lado que no era. Me quedé aquí como dos semanas. Un día me junto con una amiga malabarista llamada Vicky y nos vamos para el mercado de Coche a pedir cola, determinados a irnos pa' Colombia. Varios días después, y estrenándome como caminante, mochilero y mulero (nombre que se le da a todo el que se monte en camiones para viajar por Suramérica, sobretodo en Colombia), llego a Bucaramanga, lugar donde comienzo mi travesía.
Después de casi dos años, llegué hasta la selva peruana haciendo pura música en restaurantes y medios de transporte público, quedándome en hoteles o casa de locos, que son los nombres clave de la casas baratas de alquiler para mochileros, por cierto, las últimas tres fronteras me las pasé hasta sin cédula, pues había perdido mis documentos y cosas en Ecuador. En Perú decido convertirme en cicloviajero y ahorrando hasta lo que aún no me había ganado, me compré la primera de varias bicis que he tenido en poco tiempo, hasta que en la triplefrontera, Colombia, Brasil, Perú, adquirí la bici con la que me vine a Venezuela, La Morena Libertaria.
6.- ¿Cuál es la importancia para tí de aprender herramientas que te permitan generar dinero y que éstas tengan que ver con el arte?
Bueno, para mí es más importante tener un oficio que una profesión, pues el titulo se ve muy bonito enmarcado y demás, sin embargo, no te asegura el generar ingresos. Vivir del arte es el sueño de muchos y la realidad de muy pocos, vivir por o para el arte suena muy utópico y hasta raya en lo egocéntrico; ahora, vivir con el arte, creo, y esta podría ser mi muy subjetiva visión, es el fin verdadero, en el que te abraces a tu medio, y creas tanto en él o ella, que no importa que, quien o quienes vengan a decirte lo contrario y esto nos lleve a desarrollar las habilidades y el dominio de las herramientas y técnicas del arte donde nos queramos desenvolver. Por otro lado, crear arte es algo muy distinto a generar dinero con él, a ponerle un costo, mas no un precio, y que esto pueda servir en la sociedad de consumo en la cual estamos inmersos.
Hay una desvalorización histórica del arte manual, y parafraseando a Galeano, en los nadie, los que hacen artesanía y no arte, los que valen menos que la bala que los mata y digo esto sólo en solidaridad con un hermano argentino que en Ecuador lo atropellaron por hacer malabares en un semáforo unos días antes de esta entrevista, como a otros tantos que han lastimado o incluso asesinado sólo por abrazarse a su medio y resistir. Tomando en cuenta que esto de vivir con el arte es debatible, pues por allí en el globo anda mucho lumpen haciendo arte vacío.
7.- ¿Qué es para tí la artesanía?
Resistencia e insistencia, resistencia pues es el rescate de los conocimientos de los pueblos originarios de todos lados e insistencia, porque de tanto hacer y hacer se convierte en un hábito. La artesanía es un medio de creación artística peculiar, pues para el creador es eso, su creación, pero dentro subyace una idea, una meditación, una sanación, una oración, una intención.
En mi medio, que es el macramé, me sirve mucho para pensarme en introspección, cuando me siento a hacer nudos, cuando en frente de esa maraña de hilos, dejo que ellos usen como medio mis manos y no a la inversa, y sean ellos los que cuenten las historia de lo que ni yo mismo me puedo contar.
8.- ¿Cuáles crees que son las dificultades para quien desea conocer otros países?
Pues todo dependerá de qué país y de cómo quieres conocerlo, ¿si en nivel turista o nivel viajero?
No es lo mismo viajar en avión a Singapur o Papúa Nueva Guinea y quedarte en los resort mientras vas al safari y vainas así, que está de pinga pa' los que se la vacilan así, que irse de pueblito en pueblito, comiendo en los mercados municipales, conociendo gente linda pendiente de vivir la vida. Si vas en plan de conocer y seguir o si vas pendiente de hacerte residente.
Lo más difícil es soltarse la estigma del venezolano, pues pa' nadie es un secreto que por todo el cono se nos tiene idea, en parte por las mentiras y verdades de los medios y otras tantas por las acciones que han hecho unos cuantos paisanos, pues nunca está de más el dicho, cuando se hunde el barco, las ratas lo abandonan primero.
9.- En tu retorno al país, ¿cuál ha sido tu impresión?
En groso modo el país sigue igual, sí hay algunas mejorías en lo económico, pero en lo cultural y social creo que seguimos en pique y pa' bajo. Aunque debo resaltar que no todo está perdido, y cuenta me di de eso cuando una tarde cualquiera mientras estaba parchando con mi artesanía en Bellas Artes, se acercó un grupo de jóvenes estudiantes como recién salidos del bachillerato, y resulta que están estudiando primer semestre de antropología.
Yo solté un grito de alegría exclamando: “No todo está pedido, tenemos antropólogos”. Fuera de toda broma, esto me alegró mucho, pues cuando me fui, que tampoco es que fue hace mucho, me era impensable que habrían nuevos ingresos en estudios sociales en nuestro país. Hablar de lo político sin lastimar a nadie es difícil actualmente y siento que seguimos en las mismas, y parafraseando a Gramsci, el sistema que no termina de hacerse eutanasia y el otro que ni siquiera lo dejan germinar/gestar.
10.- ¿En qué te encuentras trabajando actualmente?
Principalmente en la artesanía como medio de sustento, parchando martes, jueves y viernes en los alrededores de la plaza de La Candelaria y los fines de semanas en la entrada de los museos de Bellas Artes. Esto no es nada fácil debido a la desidia cultural que vive nuestro pueblo, que lo lleva a preferir el trabajo en serie de una máquina, a la elaboración especial de una pieza única e inigualable en manos de algún artesano.
También hago música en los vagones del metro ocasionalmente junto con unos amigos con una propuesta musical que vengo cocinando con un hermano desde hace un par de años, Paraguanautas viajeros de Paraguaná. De hecho juntos, el otro paraguanautero y yo, hicimos música por Colombia un tiempo, sólo que después yo quise irme más al sur. Si Dios lo permite y nuestras terquedades también, quizás pronto terminemos de darle forma al proyecto y estemos presentándonos acá en Caracas.
Caracas es absurda y abstracta, es hermosa y sublime.
Estoy dedicándome por entero a la espera del nacimiento de mi primera hija con todo lo que eso conlleva. Generalmente vivo apretado, con lo justo para ser realista, más la terquedad, de la que hablaba al principio, me hace resistir e insistir.
11.- ¿Qué es lo que más te ha gustado de tus viajes y qué es lo que más te gusta de tu país?
De los viajes, el conocer, resumiendo el sentir, con todo lo que esa palabra pueda significar, pues sentir podría llegar a ser sinónimo de vivir. Es inexplicable la sensación, es algo que sólo se puede sentir o no, imagino que algo así será ver nacer a mi hija.
De mi país, su idiosincrasia, de verdad que esta calidad humana de sentarte en la sala, "vení vamos a tomarnos una tacita de café mientras me cuentas qué carajo haces en una bicicleta con 80 kilos amarrados pedaleando por Valle de La Pascua", no la cambio por nada. Y bueno, les confieso, el mejor cielo estrellado del mundo mundial lo tenemos nosotros, y tuve que vivirlo/sentirlo dos veces en la vida para terminarme de convencer, el cielo estrellado de la Gran Sabana, ¡pero es que es una cosa grande mirar el cielo sin espacio para una estrella más!
12.- ¿Qué es lo que más te gusta de Caracas?
Es difícil, Caracas no es para cualquiera, pero si alguien puede sobrevivir en ella, pues tiene todos los medios necesarios para sobrevivir en cualquier parte del mundo.
Caracas es absurda y abstracta, es hermosa y sublime. Es enfermedad de ciudad pero convexamente también es medicina de la selva. Yo que me recorrí un par de países no más, me encontré con que en Cali, Colombia, me sentía en Caracas; con que Guayaquil me recordaba a Caracas, con que Iquitos, Perú, por momentos me hacía sentir en Caracas.
Creo cabalmente que Caracas es como un chocolate pa' un diabético, una vaina bien deliciosa pero que de seguro lo mata.
POR MARÍA ALEJANDRA MARTÍN • @maylaroja
FOTOGRAFÍAS MICHAEL MATA • @realmonto