Alguien recordó que el atardecer no existía como tema poético para los griegos. Todo el mérito era para el amanecer y sus múltiples metáforas: la aurora, el alba, el despertar. Recién en Roma, con la declinación del imperio, Virgilio y sus amigos empezaron a celebrar el ocaso, el crepúsculo, el fin del día.
¿Habría entonces escritores del amanecer y escritores del crepúsculo? Ésas son las listas que me gusta hacer.
Ricardo Piglia.
03/08/2023. Un buen escritor, escritora, debe ser también un curioso y persistente investigador. En definitiva estará alerta 24/7, honrando el traje de observador atento para encontrar, descubrir, (lupa en mano) lo que a nuestro alrededor pueda servirnos para las mejores y más originales historias. Recuerden que ya todo está contado. El estilo y enfoque personalísimo serán los que marcarán la diferencia. Decidí comenzar con este epígrafe que encontré al buscar una cita para el artículo de la semana pasada. El hallazgo de esta joya que aquí les dejo para siempre, me amasó un poco el ego.
Las oportunidades las pintan calvas (lugar común de los peores), aprovecharé entonces para proponer que, además de estos consejos semanales, sumaré eventualmente, un anecdotario de escritores, Piglia aquí presente. En esas historias menudas de la cotidianidad de seres extraordinarios, narradores y poetas, hallarán más de una sorprendente y útil enseñanza y aprendizaje. Sin juicios de vida, ojo. Solo nos interesa lo literario. Para no faltar a la verdad les advierto que habrá mucha testosterona campando. Porque yo, como la mayoría, me formé leyendo a autores hombres. La lectura de las obras de escritoras fue escasa en un principio no así ahora, que han pasado a constituirse en una bitácora armada, deseada y estimulante.
Para bien de la humanidad, es sano y urgente que cada cual contribuya en la divulgación de la obra desconocida de las escritoras que nos precedieron. Teniendo en cuenta que no puede ser abordada como moda o por intereses del mercado editorial, si acto de justicia y de equilibrio en la construcción de un mundo más humano. Me puse militante. Es que no es poca cosa descubrir que el amado Ricardo Piglia, la mano que mece la cuna en los derroteros de Emilio Renzi, nuestro afamado ganador del Premio mayor de novela en Latinoamérica, sí, el Rómulo Gallegos; el autor de Plata quemada, de Blanco nocturno, Respiración artificial, La ciudad ausente y de una decena de libros de cuentos, numerosos y profundos ensayos, guiones, diarios. Este, que se hizo merecedor de premios y distinciones y dio clases en diversas universidades en Estados unidos entre ellas Harvard y Princeton, fue también, dicho por él mismo, un señor de las listas. Gracias por acompañarme hasta aquí.
Ñapa: Entonces no puede ser otro cuento que uno de Piglia el que les recomiende leer. De entre los muchos de él que prefiero les propondré La nena. Me cuentan.
.
POR ESMERALDA TORRES • @esmetorresoficial
ILUSTRACIÓN ENGELS MARCANO • cdiscreaengmar@gmail.com