17/02/2023. Los más efectivos enemigos de los escritores son las distracciones. Sí, esas que nos inventamos para posponer una tarea, cuando nos surgen dudas respecto a ella. Suele ocurrir que al sentirnos desbordados de actividad, aplazamos lo urgente y para consolarnos nos ocupamos de diversos quehaceres. Si no tenemos claro cómo podemos avanzar en el manuscrito que nos atañe, o cuando nos afectan emociones negativas como el miedo, la tristeza o la incertidumbre, simplemente evadimos. Buscamos excusas, falsas urgencias que nos liberen de la culpa de abandonar el texto en la mitad de la jornada de trabajo o sin ni siquiera haberla iniciado. No pasa nada, todos y todas lo hemos hecho alguna vez. En mi caso, al descubrirme procrastinando, me obligo a cambiar el plan diametralmente. Hacerme cargo de mi voluntad, me ayuda a redirigir mis propósitos. Por lo general acudo a la lectura. Retomar alguno de los libros pendientes, sí, los que compramos en la última feria del libro y que todavía no leemos, uno de esos. También funciona ver una película con ojo crítico, poniendo especial atención a los diálogos, por ejemplo. O hacer el papel del director y replantear una solución distinta para el final de la peli. O imaginar otras opuestas a la ya vista.
Algunos especialistas no recomiendan la lectura de lo ya escrito, cuando se trabaja el primer documento. Confieso que a mí, hacerlo, me resulta de provecho, porque me permite adelantar la revisión del texto. En definitiva, en función de avanzar conectados a la jornada de trabajo, recomiendo leer en voz alta lo que ya tengamos trabajado. Si se trata de un cuento la tarea es un tanto más sencilla. Si se trata de una novela, sugiero que lo hagamos por capítulos. No hay que leerlos todos en esa sesión, con uno que leamos con mirada y oído crítico, basta.
Este ejercicio nos obliga a continuar con la faena, fortalece la disciplina y además permite que el escrito vaya ganando perfección y pulcritud. La lectura en voz alta, de igual manera nos ayuda a corregir posibles alteraciones o ruidos en el ritmo de la narración y detectar algún error de puntuación. Incluso, resulta un buen entrenamiento para potenciar la memoria. Leer a viva voz, constituye una práctica ideal para alcanzar un mejor desempeño cuando te inviten a compartir tu obra en un acto público.
Entonces si te reconoces procrastinando, te recomiendo que identifiques cuáles son tus principales distracciones y busca eliminarlas. Divide las tareas pendientes asumiéndolas por parte, lo que te hará avanzar y mejorar tu actitud. También puedes optar por acordar un encuentro con un amigo o amiga que tenga un proyecto de escritura similar al tuyo y compartir sus experiencias. Gracias por acompañarme hasta aquí.
Ñapa: Recomiendo la lectura del cuento: Cómo se salvó Wan-Fô, de la escritora francesa Marguerite Youcenar, que aparece en el libro titulado CUENTOS ORIENTALES.
POR ESMERALDA TORRES • @esmetorresoficial