24/08/23. El primer Allí, es un bolero-son de Pedro Flores, que es el propio canto de la hermosa remembranza de un amor perdido con la esperanza de volverlo a ver. “Allí donde te conocí/ quiero verte otra vez/ Allí bajo aquel framboyán/ allí te esperaré/ Allí donde te di mi amor/ donde al fin nos quisimos/ con loca pasión/ allí no lo olvides mi bien/ tu sabes que te espero”.
Creo que fue en 2010, si mal no recuerdo, cuando me invitaron una vez más al Coloquio Boleros de Oro en La Habana dedicado en esa oportunidad a Omara Portuondo, y yo debía hablar sobre ella ante un auditorio de expertos musicólogos cubanos y de otros países. Ante aquel reto inaudito opté por escribirle una carta que fue muy laureada en el evento y fue publicada en Cuba, en un libro recopilación de conferencias destacadas y por Gabriel Jiménez Emán en la última revista Imagen, de la cual transcribo un fragmento: “Yo juraría que ya te había escuchado porque los camaradas de la época siempre nos sorprendían con discos cubanos que traían de sus viajes, pero a los dieciséis años yo no estaba pendiente de quién cantaba o quién no, pero el primero de tus temas, que hice, mío, mío, mío, lo recuerdo como si fuera ayer, y me trajo algún amor desperdigado: fue el Allí, de Pedro Flores, aquella historia del flamboyán donde te conocí, que fue la verdadera panacea de mi incipiente vida sentimental”.
Luego de psicoanalizarme de incógnito y por carambola a muchos de ustedes, cuando volvemos con el rabo entre las piernas, después de una ruptura amorosa recuperable, nada como estos versos de Don Pedro, que son verdaderas flores como decía Rosas Marcano: “Sabrás lo que sufro por ti/ desde que te perdí/ jamás te volveré a ofender/ te volveré a mentir/ Y allí volverá a renacer/ bajo la luna llena/ aquel amor de ayer/ Y habrá paz y felicidad/ en nuestro querer/....en nuestro querer”.
Me encantan las versiones de Panchito Riset y de Omara Portuondo
El segundo, Allí donde tú sabes de Luis Marquetti es un bolero de 1948, va en la misma temática del Allí de Don Pedro, pero en una onda menos fatalista y más nutritiva, con ese toque de complicidad sentimental, allí donde tú sabes. Y por supuesto que Marquetti también tiene su cuento de los coloquios de Boleros de oro, a los que asistí durante veinticinco años consecutivos. En uno de esos, creo que fue hablando del bolero Plazos traicioneros, que en un ínterin jocoso, truco que suelo utilizar para animar un público que se debe calar por cuarenta y cinco minutos a un carajo hablando, así sea de boleros.
Y por joder, paré la lectura, me tomé un ron en una taza de café para disimular y dije algo así: “Mi admiración por Marquetti, más allá de su poesía en sus deliciosos boleros, viene también por esa manera de pedirlo o quejarse de la mamaderita de gallo del aplazamiento del lance del amor, vale decir, ¿para qué son esos plazos traicioneros?, sino también por admirar que existiera un hombre, a quien hayan dejado más que a mí, nuestras queridas mujeres”. Retomé la lectura y culminé, modestia y aparte, con el atronador aplauso, al que me tenían acostumbrado, empezando por mi hermana querida Alicia Valdéz, directora del coloquio, y culpable de mi sempiterna presencia.
El cuento es, y abrevio porque esto “va de acabo”, que un par de horas más tarde, ya en El Hurón Azul, el bar de la Unión de escritores y artistas cubanos, con un vaso legal de ron con hielo, jeje, se acercó un mulato que dijo ser hijo de Luis, agradecidísimo por mis elogios, pero aclarando que su padre no tuvo la vida disipada que hacían presumir sus boleros, y que por el contrario fue un hombre de su casa, enamorado de su esposa Aida, maestra de escuela, como él, y madre del joven ya cincuentón o más, con quien compartí la tarde y los tragos.
Luego indagué y antes de Aida parece ser que hubo otro amor no tan feliz, y de allí pudieran venir sus espectaculares cantos a nuestros queridos despechos, pero hasta que no tenga los pelos en la mano, porque esta vaina de trabajar sin Internet no aplica, y menos vilipendiar el tierno amor de Aida y Luis. Dos enamorados inmortales en este maravilloso Olimpo del amor.
POR HUMBERTO MÁRQUEZ • @rumbertomarquez
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ • 0424-2826098