14/09/23. El bajo de Salvador Cuevas delinea la melodía de la música disco, esa que surgió en los años setenta y puso a la humanidad a bailar. Luego se escucha un coro, y después entran los metales y la percusión. Esa introducción dura cuarenta y cinco segundos. Arranca la voz del sonero: “Ella era una chica plástica, de esas que veo por ahí”. Es una salsa, pero varias cosas llaman la atención: el inicio con disco music, el tema tan largo (6’41), el contenido de crítica social y el final con un mensaje por la hermandad de los latinos, incluso se menciona el sueño de unión del Libertador Simón Bolívar.
Sucede que no es una salsa convencional de los años setenta, donde destacan los trombones, las descargas, las improvisaciones del sonero y letras sencillas. Por el contrario, acá se oyen otros arreglos y una prosa más analítica que invita a la reflexión. Es como si el cantante narrara un cuento o estuviese leyendo algún relato histórico.
Es el tema Plástico que abre uno de los discos más impactantes de la salsa, y muchos salseros y especialistas consideran que marca un antes y un después en este género: Siembra, de Rubén Blades y Willie Colón, presentado el 7 de septiembre de 1978. Con el tiempo se ha convertido en esas producciones que ha ido envejeciendo muy bien por su vigencia. Todavía suenan las siete canciones: Plástico, Buscando guayaba, Pedro Navaja, María Lionza, Ojos, Dime y Siembra.
En la salsa no es común ver producciones que enganchen desde el comienzo hasta el fin o, como dicen los melómanos, que no tengan presa mala. Este álbum, sin duda, fue un punto de inflexión dentro del género caribeño por diferentes motivos. En principio, resultó ser un éxito mediático, pues en términos comerciales vendió unas cinco millones de copias en el mundo en ese entonces. Además, los siete temas fueron radiados y calaron en el gusto de la gente. Fue un verdadero bombazo, a pesar de que Jerry Masucci, copropietario del sello Fania, no quería grabar el disco porque no creía en la propuesta. Cuentan que Johnny Pacheco junto a Colón tuvieron que convencerlo.
Más actual que nunca
Finalmente, Siembra vio luz y se impuso como una joya discográfica latinoamericana y universal, tanto así que el libro anglosajón 1001 discos que hay que escuchar antes de morir la reseña como una obra que todos deben escuchar. Las siete piezas fueron siete palos, siete temazos. El disco no tiene desperdicio alguno y gustó en el público latinoamericano y fuera del continente. Esto no había pasado en la salsa a diferencia de otros estilos musicales. Es por eso que Siembra marcó un precedente y es un hito tanto musical como cultural.
Las canciones son crónicas urbanas que relatan distintos puntos (las apariencias, la búsqueda de un amor, el guapo del barrio, etcétera) y a través de esos motivos se exponen otros asuntos que, de igual manera, enlazan al latinoamericano: la independencia, la cultura popular, la unión y demás razones que otorgan identidad. Es por eso que la gente se apropió rápido de esa narrativa, porque la sintió suya, la vio como su espejo. En este sentido, el álbum fue arriesgado, ya que la salsa tenía al oyente acostumbrado a otro contenido.
La placa llegó a cuarenta y cinco años y todavía se escucha, se baila y se investiga. El disco atrae desde la portada, la cual ya muestra el concepto: la diversidad mediante el color de piel de los bebés y la esperanza en la nueva generación. Así que la carátula se mantendrá tan actual como todo el trabajo en sí. Siembra seguirá dando sorpresas.
POR MERCEDES SANZ • @mercedes.jazz
FOTOGRAFÍAS JORGE PARDO POSSE ( PORTADA DEL DISCO) / (ILUSTRACIÓN PORTADA) IRENE PERLICZ / (INTERNAS) FABIÁN ROSS