La Orquesta de Instrumentos Latinoamericanos, creada en 1982, ofreció su primer concierto pospandemia en la Sala José Félix Ribas del Teatro Teresa Carreño. Fue un viaje sonoro por toda la región
Por Mercedes Sanz • @mercedes.jazz • Fotografía Alexis Deniz • @denizfotografia
Quenas, zampoñas, bombos, marimbas, tres puertorriqueños y una variedad de instrumentos típicos de América Latina se pueden ver distribuidos en la amplia sala. Allí están los músicos afinando y tocando en uno de los ensayos de la Orquesta de Instrumentos Latinoamericanos (Odila). Se escuchan zambas (así con z), chacareras, sones, valses y muchas más vertientes musicales propias de los países sureños y caribeños.
Cualquiera se sumerge en una especie de viaje continental: está un rato en una plaza de México con las rancheras; después va a Panamá -con tamboritos- y al resto de Centroamérica. Luego se estaciona en las Antillas con soca y calipso, Cuba con danzones, Brasil y sus zambas (muy diferente a la samba) y bossa nova, hace un descanso en los llanos colombo-venezolanos. Siguen el candombe, el tango, y así continúa la fiesta sonora que es el ambiente que se construye a partir de esa diversidad musical.
Se pudo conversar con Israel Girón, quien es músico, director, docente y uno de los fundadores originales de Odila. Es salvadoreño y llegó a Venezuela en 1974 para estudiar en el Instituto Interamericano de Etnomusicología y Folklore (Inidef) con la reconocida investigadora Isabel Aretz.
—¿Odila nace a inicios de la década de los ochenta?
—El proyecto surge en 1982 por iniciativa Isabel Aretz para darle vida a una colección museográfica que existía en el Instituto Interamericano de Etnomusicología y Folklore. En ese año ella se une con el maestro José Antonio Abreu y dan inicio a este proyecto, llamando al compositor Emilio Mendoza para hacer realidad el proyecto, que se consolida con un concierto en las festividades del natalicio del Libertador en febrero de 1983, en la Sala José Félix Ribas.
—¿Ha estado en el grupo desde que comenzó?
—Sí, he estado en la agrupación desde su inicio, junto con Emilio Mendoza. Yo era organólogo en el Inidef y el responsable de la colección de instrumentos musicales, que posteriormente pasa a manos de la orquesta.
—la propuesta de la orquesta es la interpretación de música latinoamericana con instrumentos de la región
—¡Claro! Justamente la interpretación con los instrumentos es porque contábamos con la colección museográfica del Inidef y tuvimos que aprender a tocar los instrumentos autóctonos, y conocer los repertorios a partir de los documentos grabados en las investigaciones. Digamos que empezamos la recopilación documental de todos esos géneros propios de los pueblos y culturas del continente, y fuimos, poco a poco, haciendo un repertorio factible para llevar al escenario.
—¿Ese repertorio contiene composiciones propias?
—Hemos trabajado en tres líneas: una que llamamos difusión, que es tratar de tocar los géneros musicales lo más cercano posible a la realidad de donde viene el estilo; otra que es proyección, donde el músico aporta su conocimiento musical al ritmo, es decir, le pone su creatividad; y la parte de la creación, donde el músico hace su propia obra y ahí la sonoridad es diferente, aunque contenga elementos propios, va a sonar distinto porque es el trabajo del músico.
—¿Dictan talleres para el aprendizaje de estas músicas y sus instrumentos?
—Sí, por supuesto, damos esos talleres pero por solicitudes particulares de instituciones, escuelas de música, universidades. Incluso, hemos dictado conferencias fuera de Venezuela. En esos talleres abordamos la familiaridad entre los instrumentos, por ejemplo, cómo se relaciona un cuatro venezolano con un instrumento mexicano o del Sur, cómo se hermanan esas áreas musicales y culturales, y esto lo tratamos en los talleres.