05/12/2022. Cuando la selecta clientela iba en ascenso, Deloffre pasó de encargado a dueño de La Suiza por cincuenta mil bolívares a cuotas, al decidir los socios romper relaciones. “Yo enseñé a comer a los venezolanos”, decía con orgullo, y era que hasta los cubiertos sobre la mesa se esmeraba en colocar correctamente. Uno de esos clientes especiales era don Gonzalo Gómez, hijo del presidente Juan Vicente Gómez, quien le tomó cariño y confianza. Lo enchufó con el gobierno de su padre para que se encargara de los banquetes oficiales.
Decidido, mudó La Suiza desde Piñango a Camino Nuevo hasta Cochera a Puente, parroquia San Juan. Al tiempo, el negocio fue a parar a Los Caobos, cerca de la plaza Morelos, reinaugurado con piscina, pista de baile y orquesta, para que Caracas no se acostara tan temprano. Fama y riqueza se le presentaron. Ya relacionado con el mundo económico, financiero y político, continuó labrándose una clientela importante de la vida caraqueña.
Un día, la adversidad se le presentó, y pistola en mano le salió al paso a un chantajista conocedor de su pasado como Gilbert Pommier, su verdadero nombre, nacido en Francia en 1895. Con algunos periódicos también se encaró demanda en mano para quitarlos de en medio. Cierto día de 1934 fue a parar a la Cárcel de La Rotunda acusado de apropiación indebida y estafa. Lo liberó la muerte de Gómez, diciembre de 1935, y una amnistía general del nuevo gobierno de Eleazar López Contreras. Al salir lo esperaba su esposa con la noticia de la ruina total.
Sin ponerse a jugar carritos buscó padrinos y a quien pedirle prestado y volvió a los negocios para fundar el cabaret Le Canarí, por la esquina de Veroes, que le vino de perlas para subir los dividendos y a los dos años, ¡rico de nuevo! Compró cuatro carros, tres casas y un hotel. Aventurado a la fortuna, en 1938 arrendó de nuevo el antiguo local donde había funcionado su famoso restaurant dancing La Suiza, Cochera a Puente, para poner a funcionar El Trocadero, para la clase media, y al lado El Longchamp, para los de buen biyuyo. (Continuará)
CRÓNICA INÉDITA PEDRO DELGADO †
ILUSTRACIÓN JUSTO BLANCO