08/12/2022. La decisión de fundar ese par de centros de diversión acrecentó su fama, y en una ciudad que ya venía con el moño suelto, la idea de ir a rumbear a sus negocios se multiplicó. Personalmente le gustaba atender la clientela estando al tanto de la cocina, la pulcritud de mesoneros y el orden de las mujeres que atendían a los hombres en El Trocadero. María Antonieta Pons, Miguelito Valdés, Genaro Salinas, entre otros, estuvieron en tarima en los shows presentados en El Trocadero, porque el Longchamp era un local para gente de caché, el buen gourmet y para artistas exclusivos por ejemplo, Agustín Lara, gran amigo de Deloffre.
Llegado Isaías Medina Angarita al gobierno, 1941-45, se hizo su amigo. Ministros, embajadores y otras personalidades siempre se daban su vuelta por el Longchamp. No era que Caracas careciera de otros sitios de esparcimiento, sino que ese siempre estaba en agenda.
En lo personal, papá de los helados al fin, siempre estuvo a la caza de una mujer de su agrado, así fuera una artista o una empleada del negocio, que hasta a veces el amor lo llegó a enredar. Al parecer, su despierta figura se la debía en gran parte al consumo de cocaína. En sus momentos de barranco y farra se encerraba con un grupito de panas, de los tantos que tuvo, en una especie de búnker adyacente al negocio a jugar billar, comer caviar y beber champaña; en un rincón una mesa, un bol full polvo blanco y una cucharilla dispuesta.
Cuando derrocaron a Medina, el 16 de octubre de 1945, le quemaron y saquearon los negocios, le tumbaron una caleta de valiosas joyas y su derrumbe fue total, ¡arruinado de nuevo! Le echó la culpa a sus enemigos de Acción Democrática. Entonces comenzó a conspirar contra Rómulo Betancourt, jefe de la junta de gobierno: cárcel y exilio para él. Al caer el gobierno adeco de Rómulo Gallegos, en 1948, y querer comenzar, todo fue inútil.
Cuando contó sus memorias al periodista Oscar Yánez en 1955, tenía sesenta años, ya era un viejito lleno de canas y arrugas. Murió mamando y dicen que con pocos amigos recluido en el hospital Luis Razetti, el 21 de diciembre de 1960.
CRÓNICA INÉDITA PEDRO DELGADO †
ILUSTRACIÓN JUSTO BLANCO