07/12/23. Ha llegado otra vez el viejo amigo.
La niña lo encontró junto a la almohada, vuelto un friolento corderito de ámbar.
El hombre lo sintió caer sobre sus manos, como deshilachado pulmón de codorniz.
A su llegada, la abuela se ha puesto a rememorar calladamente. Está inclinada ante la albura de seis pañales, cerquita del batidor que ha conocido la flor de estambre de la hija ausente, o el pañuelo y sus breves iniciales para el nieto que ayer regresó a casa.
Por los pardos senderos, el mes llegó cantando.
Antes, cuando se estaba entre el aire de los otros meses, las gentes andaban a pasos presurosos, cerrados los labios para evitar que hasta ellos se acercara la clara risa del colegial o el saludo alborozado de los claveles nuevos. Pero, ahora, diciembre ha regresado con su jubón de luz y ha subido a los ojos y la risa juguetea en los rostros y los hombres amordazaron sus recelos y las mujeres saben mirar como suyos a los niños distraídos que marchan casi a rastras, llevados de la mano del peón o del burgués.
¿Quién trajo esta mañana este nuevo mantel?
¿Quién ha sembrado junto a la tapia oscura aquel blanco rosal?
Las mujeres miran dulcemente los rulos de las muñecas rubias, dormidas en los estantes de las jugueterías. El padre ha contado las pesetas que ha de entregar el mercader para llevar al regazo familiar un burriquillo de terciopelo, una pandereta, un pan o algunas uvas.
Alguien –un hombre, una mujer– piensa en su soledad y mendiga con mirada mansa un poquito de amor a los que pasan.
Diciembre, el viejo amigo, ha regresado.
Diciembre, el viejo amigo, está en la calle.
El viento huele a moscatel y corre como un galgo feliz por las aceras. Estrellas de cinco picos saldrán de las manos blancas.
¿Quién ha puesto esa rama de olivo en el portal?
¿Quién perfumó la rosa?
¿Quién abrió de repente el corazón del pueblo y desbandó un palomar de villancicos sobre las calles de la ciudad?
Diciembre, el viejo amigo, ha regresado.
¡Servid el vino!
Oscar Guaramato
(Maracay, 1916 – Caracas, 1987)
Escritor y periodista. De formación autodidacta, se desempeñó en labores muy diversas: trabajador agrícola, obrero textil y periodista. Ejerció el periodismo por largo tiempo, primero en la provincia y luego en Caracas, especialmente en Fantoches y en el El Nacional. Miembro fundador del grupo literario Contrapunto (1948), se desempeñó como secretario general de la Asociación Venezolana de Periodistas (AVP) durante el período 1949-1956. En 1957 se trasladó a Madrid, donde vivió varios años. Escribió numerosas crónicas, situadas entre lo periodístico y lo literario. En el ámbito de la literatura, se dedicó a la cuentística. Fue autor de cuentos considerados hoy como clásicos venezolanos del género, tales como Biografía de un escarabajo (1949) y La niña vegetal (1956). Otros de sus cuentos, sin haber sido escritos para niños, son piezas magistrales de la narración infantil: Caballito blanco y Jesús, José y María. Su labor fue premiada con varios galardones, entre ellos el primer Premio del Concurso de Cuentos El Nacional (1950) y el Premio Nacional de Periodismo.
ILUSTRACIÓN: CLEMENTINA CORTÉS