07/12/23. Él no llega, simplemente está. Parece un comentario al margen pero quizás es la descripción más justa de su sentido de pertinencia, y pertenencia. Robert Capa, el fotoreportero paradigmático de la II Guerra Mundial, decía que “si una foto no es suficientemente buena es porque no estabas suficientemente cerca”. En los días que corren, cualquiera lleva un lente zoom que le permite ahorrarse la inmediación, pero hay un no-sé-qué en la caricia seductora del fotógrafo al aproximarse, que hace de Nathan un prototipo de su especie.
Nathan Ramírez Jaimes (Caracas, 1969) tiene, además, el extraño don de atrapar los gestos. En el arte de la fotografía, es quizás una de las habilidades más profundas, más complejas de explicar, por lo que lleva consigo de instinto. Es lo que llamaba Lorca “el duende”, una capacidad innata, un “poder misterioso que todos sienten y que ningún filósofo explica”. Es, en efecto, la destreza de desnudar el alma con esos artilugios “del demonio” al que le huían algunas tribus aborígenes que se negaban a ser fotografiadas por los exploradores.
Eso hace de este fotógrafo, artista plástico, poeta y escritor, un ecosistema en sí mismo. Y Caracas su laboratorio permanente. “El anhelo constante” que decía Arístides Bastidas y que la ciudad le sirve en bandeja de plata para que busque y rebusque en sus distintas pesquisas. En esas correrías de retóricas y adornos, está la urbe que bulle en su efervescencia de roces, donde se sumerge Nathan para ejercer cual alquimista su devota encomienda de recoger impresiones, los guiños de la gente que construye la gran metáfora de Caracas, ese imaginario que está hecho de retazos y causas épicas.
Egresado de la Escuela de Artes Visuales Cristóbal Rojas en la mención Arte Puro, en 1991, y de UNEARTE como TSU en Artes Plásticas en 2018, su trabajo plástico ha sido expuesto en colectivas e individuales a nivel nacional.
Lleva más de veinte años en la docencia de las artes visuales y la fotografía de eventos socio-culturales, y actualmente, entre otras ocupaciones, se desempeña como profesor de fotografía en la Escuela de Comunicación Popular Yanira Albornoz de la Fundación para la Comunicación Popular CCS, responsabilidad que comparte con el apoyo fotográfico al semanario Ciudad Caracas.
Su obra literaria merece mención aparte. Es, fundamentalmente, poética y cuentística, pero como dice la contratapa de su libro Crónicas en cuentos breves de El Silencio, Ccs 70, 80 y 90, merecedor del Premio Nacional de Literatura Stefania Mosca del año 2017, a través de la investigación socio-cultural ha hecho de la crónica su lenguaje. Sus trabajos han sido publicados en diversas revistas culturales, revistas digitales, periódicos y en libros como Anotaciones sobre Arquitectura de la Fundación Bigott, 2013. Cartas a Helena, de la editorial La Hoja de la Calle, su poemario de 2022, es la otra cara de la moneda: un texto eficaz y conmovedor, que revela la prudencia en la observación, vital para el fotógrafo que también toma en cuenta sus propios sentimientos.
- Poeta, fotógrafo, artista plástico y cronista. Es imposible que no tengas una definición romántica de Caracas.
- Iba a decir un rotundo NO, para saltar a la siguiente pregunta, pero me fue inevitable recordar la imagen de esa Caracas herida… profundamente herida, de finales de los ochenta que me tocó vivir en mi adolescencia, y con la inspiración profunda de un pueblo que se negaba a seguir siendo execrado, excretado y se levantó. Eso no sólo inspiró y fortaleció mis ideales sociales sino que, contribuyó con el constructo de mi vida. Yo lo romantizaría con la palabra resiliencia.
- La pregunta más necia es si te sientes más poeta que cronista, más fotógrafo que artista.
- Yo soy un poeta prestado a la crónica, creo en la poiesis de la crónica. Y como artista mi obra es tetra dimensional y la fotografía es otra herramienta con la que esgrimo las imágenes.
- Debo insistir en la necesidad de que me digas a qué se parece Caracas, cuál es su color, su olor, su forma, su mejor hora, su peor aspecto, su temperatura.
- Coññññ, Caracas no se me parece a nada o por lo menos a ninguna otra ciudad en la que haya estado. Su color es definitivamente verde, aunque mucho asfalto y concreto, tu observas las calles, aceras y edificios y todos están llenos de musgos, grama, monte, maticas y flores, además de sus extensos jardines y nuestro imponente Waraira Repano. Su olor es muy complejo. Entre el humo automotor, las fritangas, los basureros y meaderos, no está fácil definirlo y por diciembre menos, porque como soy alérgico, la liberación del polen del capín melao de nuestro cerro me limita el percibir los olores de la pólvora y la hoja de hallaca. Su forma es caótica y vericueto, el amanecer su mejor momento, la buhonería su peor aspecto y su clima es ideal.
- Un sello que define tu fotografía es el retrato. ¿Qué quieres reflejar? ¿Qué es lo que más expresan los rostros de l@s caraqueñ@s?
- Yo tengo dos series de retratos, una es “Las caras lindas” emulando la canción de Ismael Rivera y la otra “Pa´ que vean rostros” emulando a esa jerga típica caraqueña. En ambas series no hago distinción alguna de sexo, raza, edad, clase social o si es una persona reconocida, notable o un anónimo. Si están en el mismo contexto, van juntos. Lo que quiero reflejar no tiene nada que ver conmigo, sino con la expresión del rostro, su fuerza, su impacto, su actitud ante su entorno y su contexto. En una misma serie puedes ver rostros muy concentrados, imponentes, lerdos o sonrientes, en completa complicidad conmigo o desatentos a mi presencia. Yo diría, grosso modo, que los rostros caraqueños expresan alegría, no felicidad, pero si la alegría de: “me importa un carajo todo este peo, aquí se sufre pero se goza”.
- Algunos definen a Caracas como una ciudad pacata. En tu trabajo ¿te has tropezado con esa calma conventual o encuentras a una ciudad de excesos?
- Creo que Caracas no puede ser definida desde una sola visión. Puedes encontrar calma en los excesos y excesos en su calma. En mis investigaciones de campo en eventos socioculturales me he topado con gran cordialidad en la gallera de El Calvario en El Silencio y una golpiza a botellazos en un concierto de música popular en Las Mercedes. Lo ortodoxo está representado en esos arraigos culturales que engalanan ciertas fechas y espacios como las festividades de San Juan, San Pedro, La quema de Judas, etcétera y que por antonomasia le son atribuidos. Si Caracas en su crecimiento como ciudad adopta los excesos yo le deseo la calma.
- La alegría puede ser otro signo de tu fotografía: como observador ¿sientes que se trata de una alegría boba, superficial, o por el contrario la alegría del caraqueño es orgánica?
- Creo que, como te dije anteriormente, el caraqueño sufre de alegría. Si lo entrevistas o lo fotografías te dará su mejor sonrisa incluso en sus peores momentos (y esto sí que es muy loco), así que vitalista u orgánica le viene bien como adjetivo a la alegría del caraqueño.
- Además eres formador de nuevas generaciones. ¿Qué rasgo distintivo encuentras entre esos muchachos que quieren retratar a la urbe? ¿Todos quieren hacer "la gran foto" o sientes que andan buscando lo esencial, los minúsculos gestos de la cotidianidad?
- Acá no sé si deba extenderme o recurrir a lo lacónico para seguir hilvanando el tema, después de decirte que mis alumnos por lo general llegan convencidos más por el alcance que tiene la fotografía actual en los medios de redes sociales, que preocupados por un lenguaje que involucre identidad urbana o cotidiana. En tres décadas de docencia he sufrido en carne propia la evolución de la fotografía desde su acepción original. Fotografía: “Procedimiento o técnica que permite obtener imágenes fijas de la realidad mediante la acción de la luz sobre una superficie emulsionada sensible a un proceso fotoquímico”. A lo que es hoy día la fotografía: “Procedimiento o técnica que permite obtener imágenes fijas de la realidad mediante la acción de la luz sobre un sensor digital que convierte la imagen en patrones compuesto de unidades fotosensibles”. Jóvenes y no tan jóvenes llegan ávidos de conocimientos en cuanto a la fotografía, les es inevitable el bombardeo de imágenes a través de las redes sociales, su alcance y posibilidad expansiva y lucrativa. Algunos vienen por complementar sus oficios o estudios y los más arrojados (que son pocos) están en búsqueda de un lenguaje fotográfico en cualquiera de sus formas. He visto crecer a muchos talentos hasta convertirse en fotógrafos, como también he visto a quienes encontraron en la fotografía un desahogo, una satisfacción por el simple hecho de rememorar sus recuerdos. Hacer la gran foto es el deseo anhelado de cualquiera que se enfrente a la imagen y su posteridad, y tardan en descubrir que la constancia es la base de ese éxito que premia a la fotografía como discurso visual documental y crónico.
- ¿Percibes la existencia de un movimiento fortalecido de fotógrafos que le hace honor a los grandes maestros como Avril, Torito, Szinetar, Scotto? Es decir ¿hay una generación de relevo?
- Wow, mencionas a cuatro grandes referencias de la historia de la fotografía en Venezuela, pero debo decir que son grandes desde lo individual y no desde un movimiento como tal y esto no quiere decir que no influyeran en tendencias colectivas en cuanto a la imagen y el discurso fotográfico. No podemos dejar de mencionar a Héctor Rondón, nuestro único premio Pulitzer. Son grandes maestros, no por enseñar (pedagógicamente hablando) sino porque sus imágenes, su percepción ética y estética en el marco histórico dentro de la fotografía, dejaron un legado. Por supuesto que hay generación de relevo y eso no es sólo evidente sino inevitable. No me atrevería a mencionar como destacados de una nueva o actual generación de relevo a nadie porque (¿relevar a quién?) los retos fotográficos actuales son abruptamente cambiantes desde el punto de vista tecnológico y comunicacional, desde el constructo ideológico y estético de la imagen fotográfica. Pero sé que a muchos de los grandes fotógrafos de Venezuela les estrecho la mano casi a diario.
- Relatar la ciudad desde varios ángulos parece ser tu objetivo, sobre todo a partir del rigor urbano. ¿Es justo que a Caracas se le quiera y se odie tanto y casi por igual?
- Yo soy documentalista, fundamentalmente, y reportero gráfico, y eso en Caracas ya deja un registro importante de nuestra urbanidad, nuestra gente y nuestras costumbres de manera no planificada, que va engrosando la fotografía crónica que dará pie a la investigación con la crónica fotográfica comparativa en el futuro. Yo sigo haciendo de manera romántica un registro de crónica fotográfica de la Caracas arquitectónica y doy a mis alumnos las herramientas para que descubran los cambios de la ciudad y la importancia de ese registro. En este sentido debo destacar la labor de muchos jóvenes que están haciendo la llamada "Fotografía Callejera" con ese lenguaje de alto contraste en la imagen y en el concepto donde podemos apreciar ese amor-odio que tanto se le atribuye al sentimiento que tenemos por ella. Yo amo hacer fotografía en Caracas y odio cuando me da un quieto el malandro o me matraquea el policía, pero, eso no es Caracas. Caracas sin duda alguna es para amarla.
- Uno puede creer que has hurgado todas las intríngulis de la urbe. ¿Qué te falta por retratar, hasta dónde quisieras llegar? En esa medida, ¿qué te falta por narrar que sientas que es un nicho deseado e impenetrable?
- Efectivamente he escudriñado a Caracas, su gente y su actividad sociocultural y eso me apasiona definitivamente. No creo que tenga fijada una meta a dónde llegar. La dinámica de esta ciudad evoluciona aceleradamente enriquecida en todos sus ámbitos y contextos. Siempre para un fotógrafo habrán nuevos retos. Yo, como documentalista, tengo un proyecto apasionado al cual le dedico mi tiempo libre y quizá lo convierta en tiempo completo en su momento, y ese proyecto es la documentación fotográfica de la fauna silvestre urbana. Caracas tiene una biodiversidad muy importante que amerita un registro fotográfico que dé el soporte a la investigación y clasificación de especies de flora y fauna en peligro de extinción, o la invasión de nuevas especies que se adapten al medio ambiente que proporciona nuestra particular ciudad capital. Seguro hoy estaré cubriendo alguna expresión de danza contemporánea en los pasajes de San Agustín y se aparezca algún gavilán o un guacamayo y a ambos eventos los capture para la inmortalidad en el espacio-tiempo evocatorio de la fotografía.
POR MARLON ZAMBRANO • @zar_lon
FOTOGRAFÍAS NATHANAEL RAMÍREZ • @naragu / NATHAN RAMÍREZ • @nathanfoto_art