27/02/25.- Hablar de circo en Venezuela es hablar de Niky (Darwin) García. Para quienes no saben quién es él, sólo pudieran pensar que es el Presidente de la Fundación Nuevo Circo de Caracas y ya. Pero resulta, que llegar hasta esa gran responsabilidad le ha llevado varias décadas de entrega y devoción a la causa circense y creativa en todo el país, que incluso lo llevaron a profundizar su formación profesional en Cuba, Argentina y Francia. Niky no sólo ha sido acróbata, malabarista, equilibrista, montador de número, productor y director, sino que además se ha dedicado a impartir conocimientos a los chamos de numerosas comunidades en todo el país, brindándoles no sólo la posibilidad de soñar, sino una oportunidad diferente de vida. Desde sus orígenes en el punk hasta nuestros días, mucho río ha corrido en la evolución artística y profesional de Niky, hasta convertirse en un luchador social comprometido con la cultura y la juventud.
...el verdadero pan y circo, siguiendo ese término despectivo, es la dictadura mediática: la gran farsa de lo que se ha convertido la comunicación la desinformación, el mal uso tecnológico de las redes...
Tanto trabajo de hormiguita por tantos años finalmente ha sido reconocido, y Niky recibió recientemente el Premio Nacional de Cultura, mención Circo, por sus aportes invaluables en la cultura circense, al investigar, desarrollar y crear nuevas propuestas relacionadas con la promoción y fortalecimiento del mundo venezolano de la gran carpa: un mundo del que aún hay mucho por difundir. Sube el telón: conozcamos un poco más de la voz artística de Niky García.

¿Por qué el circo?
Era el mundo que me permitía estar lo más cercano al punk y poder hacer algo que me expresara y que me dijera cosas. Yo vengo del punk, de la música. Cuando veo el teatro de calle y después el circo, fue una herramienta para decir cosas en la calle.
Si Venezuela fuera un número de circo, ¿cuál sería y por qué?
Sin duda alguna, sería el de la cuerda floja: pero con un equilibrista que tenga una habilidad increíble. Jean Genet dice en un libro que el equilibrista camina sobre un alambre de acero a doce metros de altura, con un pequeño haz de luz y enfrentado a una oscuridad rodeado de miles de ojos que lo juzgan y que aguardan su caída. Pero cuando este equilibrista logra la hazaña, se vuelve un héroe. Es una metáfora de la vida y lo humano.
¿Qué tiene el circo venezolano que no tiene el Cirque du Soleil?
Aparte de nuestra propia identidad, hubo algo que hizo que el circo surgiera como movimiento: en los años noventa y dos mil fue la vocación de llevar el circo a la comunidad, metidos en los procesos culturales de los territorios.
El Cirque du Soleil surge de una gran propuesta estética bellísima, y luego es que llegan al circo social. En cambio, nosotros fuimos adquiriendo nuestra estética en el mismo quehacer del circo comunitario. Entre los años 2000 a 2008 tuvimos una gran construcción de ideas, de comunidad, de conceptos nuevos, de pensamiento decolonial, de una estética mestiza de los barrios, de la organización, de la participación. El circo nuestro nace en ese espíritu, y después fuimos aprendiendo (risas).
En el pasado, el concepto del circo era despectivo para la burguesía europea. ¿Qué representa la cultura del circo hoy en día, y cuál es el verdadero pan y circo en nuestra sociedad actual?
En nuestra sociedad, en el mundo actual, creo que hay más circo que pan. Actualmente, el verdadero pan y circo, siguiendo ese término despectivo, es la dictadura mediática: la gran farsa de lo que se ha convertido la comunicación la desinformación, el mal uso tecnológico de las redes. El peor circo, si lo llamamos así, es que cualquier persona pueda decir cualquier cosa, pueda ser visto por un millón de personas e incluso lucrarse. Para mí, ese es el mayor circo actual, y sigue habiendo la falta de pan.
El circo en nuestro país surgió como movimiento en nuestro imaginario hace unos treinta años. Recuerda al Circo del Sur, que llegaba a las comunidades, las convenciones de circo, festivales de circo. Empezamos a existir dentro de la cultura venezolana. El circo es ahora parte de nuestro patrimonio cultural. Aquí hay familias de circo tradicional de más de cien años.

¿Cuáles han sido tus mayores aprendizajes en el mundo circense?
Lo principal es la dinámica de afrontar dificultades. Cuando las superas, te planteas otra más dura. Esa es una constante evolución que es inherente al circo. Empiezas a hacer malabares con tres pelotas, y luego quieres hacer con cinco o seis y así...La enseñanza del circo es echar pa'lante. Bertolt Brecht decía: "El actor en el escenario, actúa. El circense en la pista, trabaja". Nosotros tenemos callos en nuestras manos y estamos arriesgando literalmente el pellejo. No es utilitario, es parte del espíritu.
¿Qué están aportando las nuevas generaciones venezolanas al circo?
Las nuevas generaciones han tenido que buscar soluciones. Los chamos tienen una visión menos romántica de la dignidad del artista que tiene que cobrar por su trabajo. Al no haber una fuente de financiamiento real para muchos proyectos, los chamos se han dado a la tarea de crear pequeñas empresas y formas de financiarse y ubicar el circo en otros espacios no convencionales. Ahora hay otras maneras de acercar el circo a la gente, como yoga y acrobacias, por ejemplo. El riesgo de esto es que los conceptos propios se tergiversen y mermen un poco. Que el mercado termine dictándonos la pauta.
¿Cuál es tu rol favorito en la Gran Carpa?
Te hablaré de mi rol favorito en este momento. Si me hubieras preguntado hace veinte años, te habría dicho que mi rol favorito es estar ahí en la pista haciendo el número. Todavía lo es, de vez en cuando lo hago. Pero ahorita en este momento me gusta saber que soy capaz de montar todo el circo: montar toda la carpa, el diseño de la puesta en escena, la composición técnica, dónde va el público.
¿Cuáles son tus planes a futuro?
Tenemos una necesidad de abrir espacios para que la gente del circo se consiga, empezar a dialogar y que la gente disfrute de la movida del circo de esa manera. Me veo consolidando el movimiento del Circo Nacional de Venezuela, que tiene dos vertientes: la escuela de circo y seguir construyendo una estética que nos defina.
¿Qué mensaje deseas darle a la comunidad de Épale CCS?
Hubo un momento en que Épale CCs era la voz de todos nosotros, los que trabajábamos en los barrios, en la cultura. Tenemos una carencia de Épale, que es la voz de nuestra ciudad. Felicito que se mantenga como un refugio donde los caraqueños nos vemos reflejados.

POR MARÍA EUGENIA ACERO • @mariacolomine
FOTOGRAFÍA CORTESÍA