09/12/2022. Otro diciembre en el que nos pasamos el suiche y la cotidianidad se empieza a colar en la voluntad de cada unx, la recreación de la simbología acordada para estos días de celebración.
En Caracas hasta el clima se pone de acuerdo y de manera festiva te da tu temporada personal de sacar a lucir las mejores chaquetas que ni de vaina usarías en julio. Planificaciones gastronómicas, el rito de buscar juguetes para lxs más pequeñxs, los estrenos y la música.
Ya desde noviembre y en mi casa con crianza del Zulia, desde agosto, se empieza a desempolvar el porta CD o la carpeta virtual, con contenido festivo. Además –una cosa que se dice en mi hogar y que constaté en la calle-, la gente cree que cualquier vaina, es gaita.
“No lleva piano, no lleva bajo, es tradicional”, reza una canción a la que no le paran y luego dicen la barbaridad de que gaita es Guaco. El origen de la gaita zuliana tiene muchas versiones historiográficas, como la leyenda de la esclava María Dolores Chourio y de sus compañeros quienes cantaron una gaita protesta después de que ésta sufriera maltrato de su patrón, pero se periodiza a inicios del siglo XIX y para el zuliano representa una mixtura de sonidos, sincretismos, letras de protesta, gozadera cotidiana, religión, amor, despecho e identidad.
Muchas de las gaitas tradicionales evocan esquinas de la Maracaibo colonial, como la del popular barbero del barrio El Empedrado, la de las calles de Santa Lucia y del Saladillo, que traen a la memoria la cotidianidad del zuliano y desde el humor o la nostalgia te dibujan al estado Zulia y su historia con letras. Gaitas políticas que se convirtieron en hitos históricos, manifiestos en contra de mandatos gubernamentales, como ejemplo el más conocido, La grey zuliana, una queja directa a la mala gestión de la política pública de los gobiernos y a la calidad de vida de una zona en donde la condición geopolítica la volvió claridad para la calle y oscuridad para la casa con la explotación de su suelo petrolero y la dificultad para el acceso a los medios de vida de sus habitantes.
La gaita no es Guaco humanidad, su raíz es mixta, algunas influencias hispánicas y africanas, y en su género variaciones como la de tambora, la gaita de Perijá, la del furro, la de Santa Lucía, una diversidad que da cuenta de la potencialidad de este sonido como manifestación cultural.
Del Zulia y para el mundo nace un Ricardo Aguirre, a quien se le recuerda como uno de los mayores exponentes de la gaita del siglo XX y en honor a su trayectoria se adjudica el día de su muerte, 8 de noviembre, día del gaitero. Compositor, músico, director de orquesta, profesor y locutor. Escritor de la Grey zuliana, Gaita gaita, La Pica Pica y La gloria de un parrandón. Es uno de tantos referentes de la época de brillantes ejecutores del género y a orquestas como Cardenales del Éxito, la Orquesta del Saladillo, Adolfo de Pool, los gaiteros del Zulia, entre otros.
La gaita cuenta con una historiografía local, parroquial, regional, de estado, que requiere que se siga incentivando y reescribiendo. Para muchos zulianos es sinónimo no solo de su idiosincrasia si no que se esmeran por preservarla y mantenerla original. Un solista y voces a coro, tambora, maracas, charrasca, cuatro y furro. Resiste en cada calle y en cada voz mollejúa, que bebe en un enlosao, que resiste el sol cachuo, que se conmueve con su Maracaibo tierra amada, y que en la contemplación de su cotidianidad se arrecha, protesta, llora o pelea, pero al final es más feliz que el coño, ¡vergación primo!
POR MARÍA ALEJANDRA MARTÍN • @maylaroja
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ