03/02/24. Hay países que no celebran que un bebé nazca niña. El solo hecho de traer al mundo a una mujer representa para algunas sociedades una gran vergüenza. Cuando la niña crece, para algunos grupos sociales es bonito celebrarle a la muchachita la llegada a la pubertad: se hacen fiestas de quince años, bailes de debutantes y así. Otros grupos sociales más bien se dedican a ocultar a la niña para protegerla. Por ejemplo, las comunidades wayuú encierran por una temporada a la jovencita para que pase la transición de niña a mujer resguardada del mundo exterior. En algunos pueblos africanos, la cosa se vuelve extremista: castran a las niñas o incluso les aprisionan los pechos para que los hombres no las agredan físicamente.
¿FLORECER?
El asunto es, que a partir de los diez años, empieza el desarrollo de las niñas. Los pechos comienzan a crecer, aparece el vello púbico, las facciones del rostro cambian y llega la primera regla. Con la aparición de la primera mancha de sangre, la realidad muestra una nueva cara. Las hormonas se alborotan, haciendo el trabajo de moldear a esa personita que pasará a ser en algún tiempo una mujer. Sin embargo, la maduración de los óvulos lanza un mensaje terrible y contundente: ahora una adolescente puede convertirse en madre.
En las sociedades indígenas, esto se toma con la mayor naturalidad, y es común ver jovencitas de once y doce años iniciándose sexualmente. En el pasado, era muy común que las jóvenes se casaran a muy corta edad y empezaran a procrear hijos. En la sociedad occidental actual, ya no se suele ver con buenos ojos que una muchacha se embarace tan joven. Esto va más allá de cualquier prejuicio moralista: aunque el cuerpo avise que está listo para gestar un bebé, la verdad es que una joven no alcanza su madurez plena sino hasta mínimo los veintiún años de edad.
DE NIÑA A MUJER
A pesar de que en nuestro país es cada vez más común ver adolescentes embarazadas en los liceos y los barrios, se hace imperante informar, proteger y acompañar a nuestras niñas en su transición hacia la madurez. Estamos en una época en la que se hipersexualiza a las muchachas, sin tomar en cuenta lo complicado que resulta involucrarse íntimamente desde el aspecto emocional y psicológico. Los padres, docentes y la comunidad en general deberíamos tejer redes de apoyo para orientar a las niñas, y para proteger su derecho a seguir siendo inocentes a pesar de que la naturaleza les haya abierto las puertas a la maternidad.
POR MARÍA EUGENIA ACERO • @mariacolomine
ILUTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta