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Solo bastaron siete minutos

13/07/23. Desde niña Gioconda tuvo la curiosidad de descubrir el placer sexual, pues todas y todos sentimos desde muy pequeñxs en nuestras zonas erógenas. Somos seres sexuales, somos concebidxs y paridxs a través de órganos sexuales, incluso el acto de amamantar es un acto sexual aunque no queramos reconocerlo, somos mamíferas y nuestro instinto más salvaje aflora en la maternidad.

 

En casa de su abuela Josefina había, en el medio de la sala, una columna atravesada y ella cada vez que iba intentaba monearse para sentir entre sus piernas, y siempre le dijeron que no, “bájate cochina, eso no se hace”, lo mismo pasaba cuando viajaba a Lara y veía las hamacas colgando, ella solo quería balancearse y cabalgar para sentir, y siempre fue la misma respuesta de lxs adultxs. A ella simplemente le secuestraron sus ganas de autoconocerse, de experimentar el placer desde ahí, con ella y nada más.

 

Fue creciendo sin saber qué era lo que tenía entre las piernas, nunca le dieron educación sexual en la escuela y cuando vio ciencias para la salud en el liceo le mostraron imágenes fuertes sobre los síntomas de infecciones de transmisión sexual (ITS), chancros, sífilis, virus del papiloma humano, etcétera… Ella fue conociendo la sexualidad a través del miedo y el asco pero jamás le contaron la que era segura y placentera.

 

La pornografía siempre fue un acto violento para sus ojos, le producía asco y nunca la excitaba, disfrutaba más ver la telenovela de la una de la tarde que veía su abuela cuando dos personas se besaban apasionadamente, nada explícito, eso la excitaba más que el mete y saca del porno.

 

Arrancó su vida sexual

 

Fue creciendo y decidió iniciarse sexualmente a los diecisiete, luego de un año de relación con su novio. Él fue el primero que le puso las manos en su vulva, él fue el que hizo que ella descubriera qué era lo que le gustaba y lo que no, tuvieron una intimidad muy sana aunque definitivamente no era seguro el coito pues no usaban ningún tipo de protección para evitar algún embarazo no deseado o alguna infección de transmisión sexual.

 

Luego de haberse iniciado, comenzó a permitirse ese deseo de autoconocer su placer sexual, empezó a tocarse, frotarse y hacerse el amor sin que nadie le dijera absolutamente nada, aunque siempre estaba presente ese miedo que alguien la descubriera, pero ya era mayor de edad, ya podía decidir sobre su cuerpo aunque muy desorientada por no contar con los medios ni las personas de confianza para salir de dudas o simplemente para contar.

 

Abrió las puertas al trío

 

Gioconda creció, tuvo una hija, la parió y la amamantó, fue relacionándose sexo-afectivamente de varias formas con hombres y mujeres que andaban en la misma onda de experimentar siendo responsable con ellxs mismxs y con lxs demás hasta que un día solo hicieron falta siete minutos para romper el hielo en un trío.

 

Se trataba de una pareja consolidada que decidió abrir la relación a una tercera para experimentar cosas distintas, ella fue la elegida, por cuestiones de la vida, para ser la aminovia de ese par, esa fue la propuesta pero había que probar la energía y química del triángulo que no se proyectaba sólo sexualmente, sino que también sería afectivo.

 

La primera vez habían nervios y ansiedades pues la pareja ya había tenido una experiencia previa de trío que fue un verdadero desastre, esta vez no podía salir mal o por lo menos no podía ser peor que la anterior.

 

Más de cuatro manos en acción

 

Estaban en un lugar seguro pero solo tenían esos siete minutos para intentar lo que sea, antes de que llegara una amiga de Gioco. Definitivamente fueron los siete minutos más deliciosos de su vida. ¿Te imaginas sentir en tu cuerpo no dos manos sino cuatro? Y sin contar las tuyas propias. Fue un completo deleite, un coctel de hormonas y energías flotando y sintiendo sin prejuicios, sin competir y sobre todo, sin quedar nadie por fuera.

 

Ella lo cuenta con mucha ternura y deseo, no fue nada grotesco y además, no era la primera vez que tenía una experiencia lésbica. Conectaron inmediatamente, entre risas nerviosas y manos inquietas, los fluidos estaban ahí, resbalando sus vulvas, goteando su pene y frotando cada centímetro de piel unxs con otrxs. Al imaginar los besos de tres parecía muy incómodo y engorroso pero cuando esas tres bocas suaves y húmedas se juntaron fue un verdadero placer sumergirse en ese diálogo de lenguas saciando la sed de cada unx.

 

Coctel de lujuria

 

Mucho que tocar, mucho que besar y acariciar, mucho que decir al oído, mucho que expresar de lo que estaban sintiendo, gemidos iban y venían, los jadeos eran constantes y orgasmos simultáneos llegaban a la cima. Ya habían dado un paso importante y no había vuelta atrás, de ahí pa’ lante lo que venía era fuego intenso, mucho diálogo y mucha ternura. Esa fue la primera vez de Gioco, hoy en día ha pasado muchas veces y están segurxs que seguirá pasando un rato más.

 

Esa fue la primera vez de Gioconda, ¿y tú?, ¿te atreves a vivir una primera vez?

 

 


 

 

POR NIEDLINGER BRICEÑO PERDOMO • @linger352

ILUTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta

#Sexualidad #Trío #Placer

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