08/03/24. Se entiende que no todas tenemos las mismas fortalezas o tardamos más en levantarnos después de una caída. Pero, personas como nuestra gran amiga, nos dan un aliento para saber que a pesar de las dificultades, siempre podemos seguir caminando.
Las mujeres a lo largo de la historia nos hemos topado con obstáculos que nos impiden crecer. Desde restricciones como el no tener derecho al voto, al trabajo y al estudio, hasta aquellos relacionados con la expresión, incluso, la escritura, el liderazgo político, hasta asumir trabajos que, aún hoy, se consideran no aptos para mujeres. Sin embargo, gracias a las luchas de nuestras antecesoras, hemos logrado muchos de esos derechos que antes, ellas veían como un sueño a la distancia de la luna
Nuestra compañera de la Fundación para la Comunicación Popular CCS, Ingrid García, aprendió a saltar esos muros y a atreverse, a asumir retos que, para una mujer, se consideran riesgosos en algunos contextos. Sobre todo, en aquellos espacios que son dominados por hombres (vale destacar machistas).
Asumiendo retos en la Policía del estado Yaracuy
Para empezar, Ingrid nos contó que proviene de una familia numerosa de San Felipe, estado Yaracuy. Es la octava de trece hermanos. Desde joven tuvo que asumir responsabilidades, ya que sus padres trabajaban arduamente para mantener a la familia. A los 18 años, se convirtió en madre por primera vez, lo que marcó un giro importante en su vida.
Expresó que al ser de este pequeño estado venezolano, la fuente de trabajo era limitada. Por lo tanto, los empleos disponibles eran aquellos asociados al Estado, alcaldía y gobernación, hospitales, escuelas, o ser policía. Otra opción, ser comerciante.
Ante la premura para lograr el sustento de su pequeña familia, estuvo buscando trabajo y asumió varios oficios. Hasta que un encuentro con el general Gregorio del Valle Llanes cambió su destino. El general le ofreció la oportunidad de ser su asistente, lo que le permitió aprender mucho y crecer profesionalmente. Después, fue transferida a la policía bancaria como asistente del comandante, cargo que desempeñó con dedicación y admitió que aprendió bastante durante este tiempo.
En vista de que se sintió atraída por la profesión, realizó el curso de patrulleros urbanos, graduándose de la sexta promoción. Ingrid refirió que la disciplina y el respeto enmarcaron su tránsito por la labor policial. De hecho, afirma que pese a lo que muchos pueden pensar, sus colegas, la mayoría hombres, siempre se comportaron de forma solidaria con ella.
“Gracias a Dios me tocó un equipo bueno en la policía, gente buena”, manifestó Ingrid. Aunque, no negó la existencia de “unas que otras” cosas que quizás representaron un desvío en ese cauce de disciplina y respeto. “Una tiene que defenderse”, narró, mientras rememoraba alguna situación incómoda durante su servicio policial que duró tres años.
Una anécdota: “El golpe que me dieron por Pastor López”
En su tiempo como policía, la enviaron a Chivacoa. Junto a sus compañeros, armaron una cadena humana para controlar la efervescencia de los asistentes al concierto de Pastor López.
Ingrid narró que un hombre en estado de ebriedad “muy borracho” la enfrentó e insistió en que quería ingresar al recinto donde se realizaría el concierto. No respetó la autoridad de Ingrid y la embistió con un fuerte golpe en la nariz.
Nuestra compañera de labores contó que el dolor le irradió en todo el rostro y de hecho, afirma, que tiene la nariz un poco desviada por ese golpe.
Inmediatamente, sus colegas se abalanzaron sobre el hombre en defensa de Ingrid.
¿Habrá sido porque eres mujer? Había hombres en esa fila de policías, y no se atrevió a faltar el respeto con un puñetazo a uno de ellos.
“Sí, ese hombre me imagino que me tiró fue por ser mujer”, destacó.
De policía a emprendedora
Un momento trágico interrumpió su carrera como policía. Cuando su hermano enfermó de linfoma no Hodgkin. Ingrid García tomó la decisión de retirarse del servicio para ayudar a su hermano con su tratamiento, utilizando el dinero del “arreglo” que recibió al dejar su cargo como oficial.
Luego de una dura batalla, su hermano falleció, pero no pudo continuar su carrera como policía. Más adelante, tuvo al segundo de sus tres hijos y se dedicó a cuidar de su familia. Ingrid detalló que siempre anheló la independencia económica, por eso nunca dejó de trabajar. No obstante, siendo madre de dos niños pequeños, la situación se le ponía difícil.
Señaló que su esposo, quien también era policía, siempre ha sido comerciante. Para entonces, ya vendía pescado. Así que le propuso a Ingrid ofrecer este producto entre sus vecinos para que tuviera un ingreso económico y se sintiera mejor consigo misma.
Relató que con una cava inició a emprender en este nuevo negocio que junto al padre de sus tres hijos sacaron adelante.
“Les dejaba las bandejas de pescado (a los vecinos) los sábados y les daba ocho días para que me pagaran”, manifestó.
Atún y cazón procesado por delivery
Ingrid ha dedicado una década de su vida al emprendimiento de la venta de pescado salado y seco. Desde noviembre hasta diciembre, preparan el pescado para la temporada de Semana Santa, siendo un negocio familiar en el que participan sus hijos y el papá de sus hijos.
Además de su labor como secretaria en la Fundación para la Comunicación Popular CCS, encontró la manera de complementar sus ingresos vendiendo pescado procesado como atún y cazón en paquetes. Anteriormente, tenían un puesto en el mercado de La Candelaria, pero actualmente han adaptado su negocio al servicio de delivery, organizando pedidos a través de un grupo y entregándolos personalmente.
“La transición es las ganas”
La razón por la que Ingrid afirma que salió adelante, es porque ella se considera una mujer trabajadora, a la que le gusta estar siempre activa y, por supuesto, ser independiente. Pero, por encima de todo, incluso, está el amor por sus hijos.
“La transición es las ganas”, dijo al asegurar que al retirarse del servicio policial lo hizo por la depresión que le causó ver a su hermano padeciendo por una grave enfermedad. Si bien se sentía cómoda sirviendo a los ciudadanos yaracuyanos, dejó todo para brindarle apoyo y estar presente para él.
Pero esto no la derribó, porque al tener sus hijos, se sintió con fuerzas para continuar. Hoy día, sigue en Caracas, a donde llegó en 2020, durante la crisis que provocó el bloqueo económico contra Venezuela y que afectó con más intensidad en el interior del país. Como muchos venezolanos, tuvo que migrar, buscando algo de estabilidad, en medio de una guerra no convencional. El papá de sus hijos, con quien sostiene una fuerte amistad, tenía cinco años viviendo en la ciudad capitalina, cuando ella llegó a superar las adversidades. Encontrando un empleo en la Fundación a la que ahora pertenece y a la cual ha entregado todo su cariño.
Aseveró que en la cotidianidad aplica algunas cosas de las que aprendió en su formación como policía. Por ejemplo, a "desconfiar de todo" o a "detectar la malicia". Además, aprendió taekwondo, así que tiene todas para defenderse.
Finalmente, destacó que la clave para sortear las dificultades es mantenerse activa y buscar las oportunidades, sobre todo, en tiempos de crisis. Es decir, no quedarse estancada y buscar constantemente nuevas formas de prosperar.
“Buscar lo positivo de lo negativo”, manifestó Ingrid, para luego afirmar que cada día reza para tener fuerzas “para seguir echándole pichón”.
POR SARAH ESPINOZA • @sarah.spnz
FOTOGRAFÍAS CLARA TELO •@clara_emiliatj