28/03/24. Alguna vez, hace ya tiempo, te hablé acerca de la controversia sobre oír música (u otra cosa) mientras se trota o corre. Los puristas dicen que el hecho de que esto pueda hacerse demuestra que estamos frente a un deporte bastante aburrido, sin incidencias emocionantes. Y argumentan que a nadie se le ocurriría ponerse a escuchar salsa o un podcast de cocina en medio de un partido de beisbol, fútbol o baloncesto, por más caimanera que sea.
Pero ese es otro tema. De lo que quiero hablarte hoy es de los audífonos. Sé que alguna gente anda por ahí corriendo y esparciendo su música favorita con altavoces, como si en lugar de un cuerpo al trote fuese un carro tuneado con planta de cuatro canales. Bueno, cada loco con su tema. Yo me refiero es a los sujetos más normalitos, que llevan la música sólo para ellos mismos.
En esto, como en todo, la tecnología ha dado muchos pasos, pero el principio sigue siendo el mismo. Ponerse unos perolitos en las orejas para escuchar lo que sale de la fuente del sonido. De esas fuentes y cómo han cambiado con el paso del tiempo te hablaré la próxima vez.
Claro que ha habido cambios tecnológicos en los audífonos, pero tampoco tantos. El más destacado es la llegada de los inalámbricos, que se conectan por bluetooh. Yo estoy usándolos desde hace poco y me gustan porque lo liberan a uno de los cables.
Uno de los problemas con esos modelos anteriores es que se rompen por dentro debido al movimiento o al enrollarlos, o bien se desconectan del audífono y entonces empieza por oírse interrumpido, como radio en carretera y luego deja de funcionar por uno de los dos oídos o por ambos.
De los inalámbricos hay diversos modelos: los que se introducen en la oreja y los que la cubren (tipo casco). Prefiero los primeros porque son menos aparatosos y porque tienen una cajita para guardarlos y recargarlos en el camino.
Sean como sean, ten cuidado porque te aíslan del exterior, y eso es bueno y malo a la vez, pues pueden hacer que no veas un peligro que te acecha o que dejes pasar de largo un gran amor o una bella amistad.
Pasos y zancadas
84 años y corriendo maratones. Entre los personajes destacados de la más reciente edición del Maratón CAF, realizado en Caracas el 17 de marzo, estuvo Alfonso Cortez Gómez, un tachirense de 84 años que realizó la carrera y logró concluirla, animado por el público y por numerosos competidores más jóvenes. El longevo atleta, que durante la ruta proclamó su edad a los cuatro vientos, no estaba inscrito oficialmente, pero eso no impidió que le dieran su muy merecida medalla.
[Próxima entrega: Accesorios para correr (VII): equipo de sonido]
POR CLODOVALDO HERNÁNDEZ • @clodoher
ILUSTRACIÓN JADE MACEDO • @jademusaranha