03/10/24.
Bien que se tenía ganado el puesto al infierno. Pasó por Go sin tener que aguantar aquella cola que le daba nueve círculos de vuelta hasta el limbo para entrar. Mientras se deslizaba por el tobogán, ese montón de envidiosos le proferían insultos y amenazas para los próximos mil años de su contrato. En la bajada vio a Carlos Andrés saltando charcos de excremento, mientras un demonio lo obligaba a batir los brazos sin cesar. “Ese hombre sí camina”, murmuraban las viejas. Por lo visto, Dante había fotografiado bastante bien el que sería su nuevo hogar hasta ver si, cumplida la pena, le daban libertad condicional o le sentenciaban al olvido eterno. Estos asuntos burocráticos tenían colapsado el Hades y, por falta de espacio, ya han tenido que liberar algunas almas. Por eso aquel mundo estaba como lo dejó. Si tan solo lo hubiera pensado mejor cuando presionó el botón. Qué va. Solo lamenta no volver a ver el cielo de las cuatro de la tarde, pero ahora la humanidad tampoco. Al llegar, tengo un par de propuestas qué hacerle al jefe. Esto parece Tocuyito. Qué calor.
María Eugenia Acero Colomine (Caracas, 1977)
Traductora inglés - alemán (Universidad Central de Venezuela, UCV), prestada al periodismo y la docencia. Cronista de la revista ÉpaleCcs desde 2018. Autora de los poemarios Una y nos vamos (2021) y De milagro (2023). Ganadora del 11° Concurso de Cartas de Amor de la Escuela de Idiomas Modernos (UCV, 2011). Mención especial en Poesía del Centro de Estudios Africanos y Caribeños (2024). Premio Aníbal Nazoa del Movimiento Periodismo Necesario, en Periodismo Digital (2024). Actualmente es profesora de alemán en la Escuela de Idiomas Modernos de la UCV.
ILUSTRACIÓN: CLEMENTINA CORTÉS