11/04/24. Por fin me cayó un viajecito. Corro a comentárselo a mi familia, mis amigos y mis redes sociales: "Vacaciones pa' la playita". Empiezo a soñar con patacones y ensaladita rayada en la playa. Un roncito con agua de coco. Luego, de paseo por el malecón donde bailaré hasta los comerciales. Aprovechar de comerme tremendo pescadito frito con papas fritas. También visitaré el pueblo, la iglesia y los sembradíos de la localidad. Pero también aprovecharé de hacer una excursión por la montaña.
La realidad golpea
Así me la paso soñando despierta toda la semana, cuando de pronto caigo en cuenta de que no he hecho lo más importante: no he armado la maleta. Es cuando entonces empieza el martirio: ¿Qué me voy a llevar? Saco medio clóset y lo monto sobre mi cama. Entonces saco la cuenta: me quedaré una semana, así que me llevaré diez pares de medias, diez pantaletas, cinco vestidos, tres pantalones, cuatro trajes de baño, toalla, cholitas, pasta de dientes, perfume, bloqueador solar, un libro... embojoto una gran montaña de ropa y percibo la tragedia: todo ese ropero no me cabe en la maleta.
La dejo macerando mientras dilucido cómo me voy a vestir fuera de mi casa por una semana. Me siento sobre ella. Lloro. Ya no me quiero ir a ninguna parte. Saco la mitad de las cosas. Busco tutoriales en YouTube, y aprendo que puedo enrollar las piezas como unos tamales, y tal vez así quepan. Aprendo de TikTok que puedo simplemente tender todo y al doblarlo, me queda perfecto en mi equipaje.
No se sabe porqué, pero cuando salimos de la casa nos llenamos de expectativas. Lo más común es que nos llevemos más de lo que en realidad necesitamos. Aprender a llevar lo mínimo es todo un arte. Requiere un gran conocimiento de uno mismo y de las circunstancias.
No duermo nada la noche anterior. Resuelvo llevarme solo la mitad de las cosas. Dejo el libro y el perfume. Solo meto dos trajes de baño, dos vestidos, una braga, la pijama y unas licras. Zapatos deportivos y mis cholitas. Dejo un reguero en mi cuarto. Nadie dijo que sería fácil empezar bien unas vacaciones.
POR MARÍA EUGENIA ACERO • @mariacolomine
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ