25/04/24. Finalizando los años setenta, se estrenó en el Alberto de Paz y Mateos una obra escrita por José Ignacio Cabrujas, cuyo nombre, El día que me quieras, convocaba a la memoria de un tango muy famoso y de su primer y principal intérprete: Carlos Gardel. Fundamentalmente convocaba a mirar un pedazo permanente de nuestra historia. El tema de la pieza no es ni la historia de la canción, ni la vida de Gardel, trata sobre la utopía, que cuando se va gastando se convierte en un adefesio que puede transformar a un ser humano en una marioneta manejada por su propio fracaso. Pio Miranda es esa marioneta. Muchos dicen que el nombre se inspira en Pío Tamayo, un enorme venezolano, fundador del Partido Comunista, un teórico y un observador agudo de la Venezuela que le tocó vivir. Quizás la única relación entre Pío Tamayo y Pío Miranda, además del nombre de pila, es que Pío Miranda se asumía comunista, y Tamayo lo era de cierto.
Es posible que cuarenta y cinco años después de la muerte de Pío Tamayo, y luego de haber sido derrotada la guerrilla, el marxismo no tuviese en Venezuela la capacidad de mover conciencias y sensibilidades como cuando la dictadura de Gómez lo invadía todo, y fue Pío Tamayo, desde la cárcel, quien convirtió en militancia ese pensamiento. Por ello, aunque parece poco probable, Cabrujas pudo haber utilizado su nombre de pila para simbolizar el fracaso del movimiento revolucionario en ese momento. Fracaso cuya rúbrica mayor era el MAS, un partido de centro izquierda con todos los vicios de AD y Copey, que congregó a mucho militante que no quería sumarse a los partidos del estatus o que querían seguir manteniendo la aureola de la gente de izquierda. Ese partido era donde militaba Cabrujas y si de verdad llamó a su personaje parodiando a Tamayo, tal vez quiso exorcizar al “partido de sus tormentos”, y sellar teatralmente lo que inauguró un gran poeta venezolano, con su poema Derrota publicado dieciséis años antes.
Pero ni el dramaturgo ni el poeta laureado lograron sellar el empecinamiento de mirar hacia adelante con miras revolucionarias… son muchas batallas perdidas, es enorme el montón de burlas y palabras echadas encima de todos esos propósitos. Los intentos fallidos de nuestra revolucion, a través de la historia, son abrumedores. Pero siempre ha salido alguien de algún lugar, alguien no como Pío Miranda desenmascarándose cada noche de espectáculo, como un pusilánime, sino como el otro Pío, el Tamayo, que propuso y transitó un arduo camino.
Creo que Cabrujas y Cadenas no dejaron de tener un espíritu rebelde a pesar de abandonar ese camino. No dejaron de decir y hacer lo que creían que era lo necesario. Por lo menos eso, los iguala a Tamayo. Es ese espíritu el que debe igualarnos a todos. Que no exista incertidumbre que nos transforme en marionetas.
POR RODOLFO PORRAS • porras.rodolfo@gmail.com
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ • (0424)-2826098