09/05/24. Pocos nombres son tan inmortales como el de Charles Darwin, incluso su apellido se ha vuelto la raíz de numerosas palabras. Someramente, todos nos sabemos su teoría. Peleada con la religión explica que el hombre es un mamífero evolucionado, primo de los monos y que, sin duda, sigue mutando. Lo que no conocemos tanto es su vida personal. Se casó con Emma Edgewood, quien era su prima y con quien tuvo trece hijos. Ella era una mujer culta y religiosa. Profundamente distinta a él, un poco temerosa de todas las consecuencias que traería las posturas tan poco convencionales de su marido.
Darwin fue un hombre que desde que cumplió treinta años estuvo muy enfermo. ¿De qué sufría? No lograron dar con un diagnóstico certero mientras vivía, quizás se contagió de algún bicho raro con esa viajadera…, y aunque rodeado de admiradores y pupilos, vivía lejos de Londres, una vida apacible y rutinaria, con días realmente malos. Para poder trabajar, para curarse y aliviarse, para reponerse de los vómitos y de la tos contaba con Emma, un personaje que cada vez genera mayor curiosidad.
Pues conjugó una formación intelectual intensa y profunda, su nacimiento en cuna tranquila y acomodada, con la devoción de una mujer de su época, al frente de un puñado de mujeres que se encargaban de la casa y otros deberes.
Quienes se han dedicado a hurgar en lo que fue el hogar de Darwin, quienes han mirado las pocas ganas de casarse que tenía, su valoración científica del acto -muy del tenor de hacer un FODA para ver si sale mejor el sacramento o la soledad- han reconocido en Emma un personaje que, con mayor o menor fortuna, acompañó a esas individualidades tan extraordinarias que no es otra cosa que un compañero, que una compañera.
¿Por qué nos empeñamos en el mito de los sujetos que se hacen solos? ¿Por qué omitimos con tanta frecuencia que pretender que una persona pueda con todas las cargas tan sólo le condena a una sensación permanente de frustración, de perseguir una zanahoria hasta morir de agotamiento?
En esa visión, de hombres hechos solos, se omiten muchas mujeres que asumieron todas las cargas de la vida común, esto sin mencionar todas aquellas que fueron víctimas hasta del hurto de sus trabajos. De allí, que sea genial recordar y celebrar a las que lograron constituirse en equipos de trabajo.
POR ANA CRISTINA BRACHO • @anicrisbracho
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta