23/05/24. Conozco a Oliver casi la misma cantidad de años que le ha dedicado a este arte, que como tal, contiene un valor histórico de suma importancia, más allá de lo que quizás algunos puedan considerar fetichismo. Todo lo contrario, el valorar los objetos, las imágenes que proyectan su sentido en nosotros y sus inevitables evocaciones de sentires y querencias, realzan hoy el valor tan material como espiritual de los innumerables que pueden llegar a ser, estimulando su búsqueda, resguardo e intercambio.
Sí, es cierto, son mercancías y contienen ese encanto que seduce, por ejemplo, para algunos como yo, los libros. En esta oportunidad se trata de otro tipo de objetos: las barajitas de beisbol, las que más promociona Oliver y de quien doy fe de su innegable predilección.
Desde allí pienso en el valor tan histórico como afectivo del arte de coleccionar, y me resulta inevitable recordar a Balzac, quien nos dijo que los coleccionistas son “los hombres más apasionados que hay en el mundo”. Veo en el coleccionar un arte desde el cual, quien lo practica, vive una permanente transformación de su propia vida y con ello, la perspectiva que le es inherente. Esto no puede darse sin el importante papel que ejercen los objetos como evocadores de memoria. Ya lo decía Walter Benjamin, destacado filósofo-coleccionista: “Coleccionar es una forma de recordar”. Prestémosle atención a este autor cuando nos dice que:
El hechizo más profundo del coleccionista es cercar el ejemplar en un círculo embrujado donde se petrifica, sacudido por un último estremecimiento: el de haber sido adquirido. Todo lo que atañe a la memoria, al pensamiento, a la conciencia, se convierte en zócalo, marco, pedestal, sello de su posesión. La época, el paisaje, la artesanía, el propietario del que procede el susodicho ejemplar, todo esto se reúne a los ojos del coleccionista en cada una de sus posesiones, para componer una enciclopedia mágica, cuya quintaesencia no es otra que el destino de su objeto.
Aquí pues, en este estrecho campo, tiene la posibilidad de evaluar cómo los grandes fisonomistas —y los coleccionistas son fisonomistas del mundo de las cosas— se transmutan en intérpretes del destino. Basta observar a un coleccionista manipulando los objetos de su vitrina. Apenas los tiene en las manos, parece atravesarlos con la mirada para, en un acto de inspiración, mirar a través de ellos hacia su lejano pasado.
Y, al contrario de lo que se pueda pensar, el coleccionista no es un ser que se quede en la contemplación del pasado, para el mismo Benjamin, “renovar el mundo: ese es el instinto más profundo que subyace en el deseo que experimenta el coleccionista de adquirir nuevos objetos”. Con este fondo regreso a Oliver, a quien le pregunto, ¿qué es coleccionar? y él, tan afable como suele ser, no tarda en responder:
Cuando me preguntan qué es coleccionar siempre contesto lo mismo: coleccionar es invertir. Ahora bien, en qué se invierte depende de cada quien. Y no me refiero a las múltiples áreas en las que se divide el coleccionismo (barajitas, numismática, notafilia, filatelia, antigüedades, documentos históricos, juguetes, etcétera), sino a lo que con su acción busca. Algunos buscan invertir por razones económicas (que las tiene -y muchas-), pero todos, sin excepción, invierten tiempo, cultivan paciencia, son sistemáticos con sus objetos y sienten la satisfacción que en sí misma ofrece la experiencia de coleccionar. Ello explica en parte cómo el tiempo de pandemia fue determinante en el reflorecimiento del coleccionismo: el tiempo forzoso en casa llevó a que muchas personas se reencontraran con sus antiguos pasatiempos, recordando la satisfacción y el bienestar mental y subjetivo que les brindaba.
Seguidamente, le pido que me cuente un poco de la situación de nuestro país en el mundo del coleccionismo, ante lo cual me indica que:
La riqueza histórica de Venezuela y nuestra pasión y entrega en lo que hacemos genera condiciones ideales para la práctica del coleccionismo, que ha estado por décadas presente en el país aunque con distintos niveles de actividad, puesto que generalmente implica reservarle recursos y por tanto está influenciado por el comportamiento de la economía.
En los últimos años se ha multiplicado el interés en el coleccionismo, se han retomado los Show de Coleccionismo Deportivo que organizamos mensualmente Inversiones Colección Venezuela y Evecolcar, así como convenciones numismáticas, se han afianzado la realización de subastas tanto presenciales como vía redes sociales y en línea y todo ha sumado en el creciente apogeo de esta apasionante actividad.
Como deseo saber un poco más de sus predilecciones, le pregunto qué es lo que más colecciona y a qué se debe esa inclinación. Su respuesta nos ofrece un recorrido preciso que invita a considerar este arte como un auténtico oficio:
Con Inversiones Colección Venezuela me dedico a la promoción del coleccionismo deportivo, principalmente de tarjetas intercambiables o barajitas, como se conocen popularmente. A partir de mi experiencia como coleccionista con treinta años de trayectoria he podido ofrecer lo aprendido para que distintas generaciones de coleccionistas y especialmente las nuevas generaciones, emprendan en la enriquecedora experiencia de coleccionar, organizar y atesorar, de conocer la historia pasada y en construcción. La innegable popularidad del beisbol hace que sean las piezas de este deporte las más demandadas, tanto de jugadores del presente como del pasado, venezolanos y de otras nacionalidades.
Si nos remontamos a los orígenes de las tarjetas coleccionables, las ubicamos en los inicios del siglo XIX y en el caso de las tarjetas deportivas, en mediados de dicho siglo, por lo que disponemos de un periodo de más de 150 años que hace tan diverso y fecundo el terreno al cual puede acudir quien desee incursionar en este maravilloso mundo. Y éste ha crecido exponencialmente en las últimas dos décadas, siendo hoy más amplio que nunca el abanico de opciones de las que disponen los coleccionistas.
Es que algo tenemos en común los coleccionistas, ya sea quienes han adquirido en años recientes tarjetas vendidas en cifras millonarias, quienes conservan recuerdos de los lugares especiales que visitaron o quienes atesoran objetos cotidianos: disfrutamos el recorrido y la experiencia, compartimos la pasión de ver crecer nuestra colección y sentimos la satisfacción de organizar y resguardar aquello que hemos decidido hacer parte de nuestra historia.
Me confiesa que seguramente quedó corto, pero anda preparando su próxima subasta… Yo, por ahora, no tengo más que decir, sino agradecerle y desearle muchos éxitos a él y a quienes le acompañan en tan hermosa tarea.
Para quien esté interesado en conocer un poco más del coleccionismo que realiza Oliver, no duden en seguir la cuenta Instagram de Inversiones Colección Venezuela @coleccion.venezuela y comunicarse al 04128050507
POR BENJAMÍN MARTÍNEZ • @pasajero_2
FOTOGRAFÍA DENNYS GONZÁLEZ • @dennysjosegonzalez