Lo viviente siente a lo viviente
Hegel
30/05/24. A pesar de que casi siempre se niegue a sí mismo como parte integral de la naturaleza, el hombre permanece atomizado, distante de ella, sus múltiples prácticas “civilizatorias” así lo confirman. Todo lo que hace no es más que estrechar los márgenes de lo que supone no tan paradójicamente, su heterogénea singularidad, a pesar de que sus prácticas culturales a simple vista parezcan muy diferentes, nos sorprenderíamos cuán similares son nuestras explicaciones, por ejemplo sobre el origen de la vida y el posible camino que podemos seguir después de ella.
Unida a las explicaciones que demos sobre lo que somos, existen también aquellas que damos a lo que vive más allá de nosotros y que, en cierta medida, condiciona las discriminaciones que hagamos desde que lo nombramos. Es decir, cómo explicamos lo que nos afecta, leamos bien, por favor, lo que nos conmueve, lo que determina el curso posible de nuestras acciones.
El reconocer la diversidad que existe en lo vivo, y cómo nos reconocemos desde allí, establece una forma de ser que habita el mundo al mismo tiempo que es habitado por éste, la relación es dialéctica, he allí la importancia del mensaje de Hegel que ha inaugurado el presente recorrido.
En la época en que parece haber resurgido en cierta medida, nuestra sensibilidad por los seres que habitan el planeta y hasta más allá de él, no parece que nuestra responsabilidad se vea de igual manera sacudida. Deberíamos dar cuenta de lo pequeño que somos y del enorme daño que provocamos cuando, a pesar de nuestra pequeñez, nos creemos amos del universo.
¿De qué nos vale hablar hoy de “biodiversidad” si nuestras prácticas cotidianas no atajan ni siquiera la vida como verbo y potencia del servirnos los unos con los otros? ¿De qué nos sirven los eslóganes, si eso no modifica nuestro comportamiento en pro de lo que, en teoría, lo soporta?
No es una frase trillada decir que todo lo que le hagamos a la tierra se nos devolverá con creces, juzgue usted lo que ha hecho y prepárese para afrontar las consecuencias por si no las ha notado aún…
Volvamos a decirlo: la tierra somos todos, desde la más pequeña de las hormiguitas hasta el más grande de los elefantes, desde el agua que bebes hasta el agua que no pueden beber no tan lejos de tu hogar…
Tal vez no sea tarde para reconocernos como sujetos de derechos pero también de sujetos que se hacen desde los derechos de la naturaleza…
POR BENJAMÍN MARTÍNEZ • @pasajero_2
FOTOGRAFÍA DENNYS GONZÁLEZ • @dennysjosegonzalez