30/05/24. Cada 20 de mayo se celebra en Venezuela el Día del Cronista, un género que es producto del acercamiento entre el periodismo y la literatura, que cuenta, que narra cada una de las historias que construyeron a nuestro país.
La fecha se estableció como un homenaje a Enrique Bernardo Núñez, quien nació en Valencia ese mismo día del año 1895. Núñez es, formalmente, el pionero de este género periodístico en Venezuela. Expertos afirman que el escritor, periodista y diplomático, fue el primero en dedicarse a la crónica, aunque es bastante probable que para la época había otros y otras que ya ejercían la escritura interpretativa de la información.
El carabobeño realizó sus estudios primarios y secundarios en su ciudad natal. En 1909, a la temprana edad de quince años, fundó en Valencia el periódico Resonancia del Pasado, demostrando su pasión por el periodismo desde muy joven. Con esta iniciativa se empezó a notar la entrega de Núñez a la escritura, la crónica, el ensayo y la narrativa.
Al año siguiente, se trasladó a Caracas con el objetivo de dedicarse plenamente a esta profesión. Si bien, en primera instancia, ingresó a la Universidad Central de Venezuela para estudiar medicina, su paso por la institución fue breve y no dudó en desertar de las aulas, para enfocarse en el periodismo y la literatura, cumpliendo con su sueño de tributar a la escritura.
En 1918, obtuvo una mención en los Juegos Florales, un prestigioso evento literario de la época. Su trabajo premiado, titulado Bolívar orador, destacaba su habilidad para retratar la figura del Libertador Simón Bolívar. Ese mismo año, publicó su primera novela, Sol interior, lo que lo consolidó como uno de los escritores de la Generación de 1918.
A lo largo de los años, Núñez trabajó como redactor en varios periódicos y revistas de renombre en Venezuela, como El Imparcial, El Universal, El Heraldo y El Nuevo Diario, resaltando su trabajo como periodista sin dejar a un lado su pasión por la literatura, una conjunción de saberes que le hizo posible convertirse en el pionero de la crónica en el país.
Al hablar de Núñez, es importante destacar su legado como cronista. Trabajos que logró, gracias a intensas horas de investigación y lecturas, con aquellos que publicó sobre personajes históricos venezolanos como Cipriano Castro y Arístides Rojas.
Producto de tantos años de dedicación, fue el primer cronista de la ciudad de Caracas en dos ocasiones (1945-1950; 1953-1964), lo que le permitió profundizar sus estudios sobre la historia de la capital venezolana.
Uno de sus trabajos más destacados como cronista fue el libro La ciudad de los techos rojos, publicado por primera vez en 1947 y en donde describe a la ciudad de las tejas que resplandecían con el Ávila (Waraira Repano) como una siempre vigilante ola. Además, impulsó la revista Crónica de Caracas y editó los primeros volúmenes de los Anales diplomáticos de Venezuela.
Durante el régimen de Juan Vicente Gómez, Núñez cumplió con otros deberes, esta vez, en la política internacional y en la diplomacia venezolana. Gracias al canciller Pedro Itriago Chacín, fue designado primer secretario de la delegación de Venezuela en Colombia en 1928. Posteriormente, se trasladó a La Habana, donde concluyó su tercera novela, Cubagua, obra que le confirió un gran reconocimiento en la región.
Tras el fallecimiento de Gómez, en diciembre de 1935, el escritor valenciano intensificó su actividad como cronista y publicó varios libros con la recopilación de varias notas que realizó para los medios en los que cultivó el oficio, entre ellos Signos en el tiempo (1939); Viaje por el país de las máquinas (1954), un libro donde se intercalan varias de sus experiencias a su paso por Estados Unidos en 1941, donde conoció a Rómulo Betancourt; y Bajo el Samán (1963).
Antes de dejar Panamá, comenzó a escribir La Galera de Tiberio, una crónica sobre el canal de Panamá. En 1938, fue nombrado cónsul de Venezuela en Baltimore y publicó la referida novela. Al regresar a Caracas en 1939, trabajó como intérprete en el Ministerio de Relaciones Exteriores y continuó escribiendo para los tradicionales diarios capitalinos. Ese mismo año, publicó su novela Cubagua en París.
Enrique Bernardo Núñez dejó una huella imborrable en la crónica venezolana. Su pasión por el periodismo y la literatura lo llevó a retratar la historia y la realidad de su país con maestría y compromiso. Su legado perdura hasta el día de hoy como referente para las nuevas generaciones de cronistas venezolanos.
POR SARAH ESPINOZA • @sarah.spnz