07/06/24. “Soy fanática de Nirvana desde que los descubrí, hace como unos seis años. La forma de cantar de Kurt, cómo tocan. Y después, descubrí lo que era el grunge y a los demás grupos”, dice Mariana Vega mientras tiene el vinilo Nevermind, de Nirvana. Es una joven de veinte años, y recientemente es cuando conoce a esta banda y la escena musical de finales de los ochenta y principios de los noventa. El haberse acercado a ese universo sonoro fue una hazaña para ella, así que la chica, primero, llegó al grupo por Internet, después, se compró el CD y ahora decidió tener el vinilo en esa feria en El Marchante, San Bernardino. Dice que no tiene dónde reproducirlo pero aspira a adquirir un equipo.
Así sucede con muchos compradores de álbumes en formato físico, a veces tienen cómo escucharlos y otras, no. Esto es parte de la diversidad de melómanos que acuden a las ferias de discos itinerantes en diferentes espacios de Caracas. Después de la pandemia, este negocio se repotenció, ha ido creciendo. Omar Viñas es un conocido vendedor. A través de su tienda Dealer, ofrece casetes, CD, chapas, algunos libros y revistas y, por supuesto, el ansiado vinilo.
Viñas es de Lima, Perú, y se ha dedicado a esta labor desde 2015. Llegó a los veintiséis años, en 2009. Cuando pisó Venezuela, empezó a trabajar en distintos asuntos y, después, cambió de rama. ¿Y por qué precisamente discos? “Porque a mí siempre me ha gustado la música. He sido Dj en los noventa, en Lima hice conciertos, siempre me ha gustado la calidad sonora. Mis gustos de adolescente los reflejo ahora después de adulto. Y me gusta el coleccionismo, si estás viendo lo que hay -dice mientras señala los álbumes en exhibición-, te das cuenta de que hay una curaduría. No son cualquier cosa, discos rayados. Aquí es algo de coleccionista para coleccionistas, de melómano para melómanos. Si quieres salsa, hay salsa; punk, hay punk. Trabajo con coleccionistas, tengo a mis cazadores y yo importo discos de Europa”, comenta mientras varios compradores se le acercan.
Si hay una norma en Viñas es que el material debe estar en buenas condiciones. “Es lo que yo digo siempre, ¿tú le vas a comprar un caucho con un hueco a tu auto?”, advierte a propósito de aquellos vendedores que ofrecen álbumes deteriorados. Realmente son estafadores y eso abunda. Viñas no trabaja por encargo, aunque se puede conversar a ver si determinado registro lo consigue.
Larga vida al disco
“Esto es una joya. Es el único disco grabado por esta orquesta. ¡Claro! Es una reedición, pero igual tiene buen sonido”, señala Berto Colmenares en una muestra de discos que se hizo en el marco de una charla, en una librería, en memoria de Freddy Roldán, quien fuera vibrafonista y miembro fundador del Grupo Mango. Ese long play era el de Frank y sus Inquietos, editado originalmente en 1968 por Fonograma, y reeditado por El Palmas Music.
Para el coleccionista Eugenio Scalise, los catálogos digitales dan acceso a mucha música y son esenciales para descubrir tanto lo nuevo como obras y artistas que se desconocían; pero considera que el disco en físico conecta directamente con la música a través del ritual de voltearlo, leer los créditos, disfrutar el arte de la portada o cambiar de CD, entre otros detalles. Mientras que en el mundo digital, lo que se oye se desecha muy rápido; la relación es efímera.
¿Qué sentido tiene el objeto físico en plena era digital? Viñas se queda pensando: “El disco es cultura, es memoria, es historia, es recuerdo, el disco es vida, el disco es eterno”.
POR MERCEDES SANZ • @mercedes.jazz
FOTOGRAFÍAS MAIRELYS GONZÁLEZ •@mairelyscg27