12/07/24. Es raro. En la mayoría de las cosas, hombres y mujeres son iguales. Antes no lo parecía pero las diferencias más visibles eran consecuencias de las diferencias sociales que se han ido aboliendo. ¿Malas en ciencias, escritoras mediocres, con poca capacidad de liderazgo? Ya nadie piensa eso y hay infinitas mujeres que lo han demostrado. Sin embargo, parece que en relación a los delitos y la maldad, no somos tan parecidos o al menos hacemos las cosas de manera diferente.
En 2004, Manuel Marlasca y Luis Rendueles, le pusieron la lupa a este tema y escribieron el libro Mujeres letales: historias de asesinas, policías y ladronas, dejándonos claro que han existido quienes se han dedicado a estos asuntos. Incluso aquellas que lo han hecho, resultan especialmente aborrecibles porque de las mujeres se sigue esperando mayor bondad que de los hombres. Una de las ideas que están insertas en este libro afirma: “Las mujeres también matan, tal vez, eso sí, con una psicología diferente, por ejemplo, el delito sexual no está presente, pero también pueden ser extremadamente crueles”.
Lo que nos lleva a preguntarnos si existen diferencias de género en los delitos, si existe realmente una perspectiva distinta a la hora de investigar, juzgar, penalizar e incluso legislar en materia criminal. Hay una tendencia a exigir un enfoque que lo tome en cuenta. Lo mismo a la hora de castigar, donde se hace tantas veces más complejo sacar a quien ha delinquido si tiene a su cargo niños y niñas, si hay ausencia de un circulo de apoyo, si el padre también está ausente o incluso con sus propios problemas legales.
Estos temas son raros, incómodos. Tenemos la tendencia a querer olvidarlos, que la gente que cae en ese mundo salga de nuestras preocupaciones, quede como en un limbo, pero toda la sociedad tiene un espejo en sus hospitales y cárceles. Nuestra Constitución promete justicia e igualdad, para hacerlo tiene que avanzar en enfoques que reconozcan las diferencias para poder proteger a las víctimas, castigar a los culpables y garantizar a todos, en cualquier situación sus derechos y dignidad.
Por donde nos asomemos se hace evidente que se requiere una nueva legislación penal, cónsona con nuevos tiempos y paradigmas, que se aleje de esas ideas que aplauden la ceguera y abrace profundamente las concepciones humanistas que propugnan sociedades de justicia y bienestar.
POR ANA CRISTINA BRACHO • @anicrisbracho
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta