07/09/23. Descubres con el paso de los años que existen muchas maneras de vivir y pierdes la necia costumbre de andar pegando etiquetas, permitiendo que cada quien sea como mejor le parezca. Meditando sobre ello y quizás, junto a Calderón de La Barca, finalmente entendemos que la vida es un sueño y que estos, sólo eso son. Quizás, con el paso de un poco más de tiempo, lo que uno reivindique será la posibilidad de haber vivido los sueños que tuvimos y así, haber hecho con la vida que tuvimos, lo que soñamos que hacíamos.
Ser quizás un gran artista o un influyente político, un economista capaz de generar la extinción de las crisis salariales, o, un villano de comiquitas. Lo que cada uno, y cada una escoja, pero si uno pudiese despertarse un día y tomar cualquier vida. Estoy segura que sería increíble despertarse siendo una monja, tan especial, que fue capaz de dar con la receta de ese amarillo, pero cristalino líquido que es la cerveza moderna.
Hildebranda es una de las pocas mujeres de la Baja Edad Media de la que se tiene registro y se sabe que fue una de las personas más influyentes y polifacéticas de su tiempo. A ver, que en todo era buena y a todo le metía. Así, fue compositora, escritora e incluso botánica y médica. Como se trata de un personaje tan particular, la puedes conseguir retratada con una aureola porque es una santa católica pero también la abadesa a la que más le deben las fiestas.
Pues, en las memorias que no nos cuentan, en la edad media quienes hacían la cerveza eran mujeres, en el seno de las casas donde se dedicaban a las labores domésticas y llegó a ser un producto elaborado en conventos. Allí es donde entra Hildebranda pues fue ella quien descubrió que el lúpulo tenía grandes propiedades antibactericidas, que ayudaban a conservar la cerveza, así como previene enfermedades y muertes por las aguas insalubres. ¿Qué nivel, eh? ¡Salud!
POR ANA CRISTINA BRACHO • @anicrisbracho
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta