29/08/24. La calle, la ciudad entera, es un don, una ofrenda perenne para quienes están dispuestos a asombrarse, pero sobre todo para quien no necesita disponerse: ha nacido así, con el asombro. En agosto la tierra expande sus latidos y es como si todo empezase de pronto a tomar sentido. Agosto son las escuelas abiertas ofrendando su amor.
...la escuela puede parecer un segundo hogar, no cabe duda de que esta, junto a la calle y la ciudad en general, forja nuestra vida.
Las niñas, niños y adolescentes, al menos en este lado de la tierra, que tienen la oportunidad de asistir a la escuela, suspenden por varios días la agitada dinámica que esta les exige. Las madres, padres, abuelas, abuelos, y demás representantes en general, atienden el llamado. Son las vacaciones escolares, momento que aprovechan para dar rienda a una imaginación lamentablemente a veces muy restringida por el sistema educativo imperante.
Y en agosto ¿qué hacemos?, ¿cuál puede ser al plan a seguir? La oferta puede ser abundante, los recursos no siempre suficientes. Junto a esa innegable necesidad que tenemos de disfrutar, de al menos por un instante sentir que la vida tiene momentos de dicha, de felicidad no siempre anclados a la dinámica de la reproducción económica, se suma también, con mayor énfasis desde hace una década, el velar por nuestras escuelas y liceos.
¿Estuvieron abiertas las escuelas en agosto? Me pregunta una colega, mientras sostengo la necesidad de mostrar un poco lo que se ha venido haciendo en dichos espacios de aprendizaje, ahora, en “vacaciones”, pero también, desde una mirada diferente: la de las niñas y niños, los cuales, a decir verdad, no siempre son escuchados, sobre todo al tratar temas como este. Sí claro, le respondo, no en todas las escuelas, pero sí, se están haciendo actividades muy buenas en el marco del “agosto de escuelas abiertas”, ya te digo. Inmediatamente le escribo a varias maestras, unas que atienden por estos días el Centro de Educación Inicial Nacional (CEIN) Los Sauces, en Valencia, estado Carabobo, paradigma de este y otros proyectos que adelantan “desde abajo”, siguiendo las orientaciones del Ministerio del Poder Popular para la Educación.
Digo desde abajo porque es así, se hace desde el sentir, desde el propio corazón, y se despliega de manera articulada desde todas y todos hacia una misma causa: “la felicidad de las niñas y niños”.
Pero antes de continuar debo indicar que cuando pensé en esta breve reseña, vino a mi mente el “agosto de paz” que hace más de nueve años se diseñó desde ese mismo ministerio para ocupar las escuelas y liceos y evitar así la desolación que propicia, lamentablemente, que manos ajenas se lleven lo que no les corresponde… Ocupar los espacios, crear sentido de pertenencia y además, mantener las cosechas del importante programa “manos a la siembra” impulsado por el recordado Carlos Lanz… pero también ofrecerle a “la muchachada” espacios de convivencia y aprendizaje explorando otros aspectos lúdicos para los que no siempre se tiene tiempo en medio del calendario escolar habitual.
Agosto es el momento del paréntesis, del descanso, pero la vida continua y el crecimiento de la muchachada exige, además del deporte, un componente esencial del aprendizaje, otras áreas. Su expansión como seres humanos necesita un poco más de mundo, para lo cual debemos responderle desde la innovación, con mejores estrategias que las y los capaciten de manera integral.
Mayela Carrizo, es una de esas maestras que me ofrece testimonios de las niñas y niños en este tiempo “de vacaciones” en el mencionado CEIN, pero antes le pido por favor, que me diga ella misma qué hizo y cómo se sintió, y me expresa que se sintió:
Muy bien trabajando con los niños, me divertí haciendo los juegos, las gincanas, en el parque, haciendo las dinámicas, los bailes… la verdad que la etapa de ser niño es muy bonita, nos da mucha felicidad, y me alegra haber contribuido con ellos a que pasaran unos días divertidos en estas vacaciones.
Ahora vayamos a los pequeños, así ante la pregunta: ¿Qué hiciste en la escuela en estos días? Responden lo siguiente:
Jugué, bailé, pinté, fui al parque… pintamos mucho… hicimos trabajos… aprendimos… hicimos muchas cosas… y comimos. (Elissa, 4 años)
Hice tareas, jugué, me divertí, jugué con una cometa que daba vueltas, vimos cuentos porque hoy era el cumpleaños de un niño, había torta, dulces, galletas… tequeños… después jugué en el parque, a los caballos, al subi baja… bailé. (Ainnara, 4 años)
Divertirme… bailar, pintar, jugar, correr, salir al parque, compartir con mis compañeros de clase, bailar ula, ula, entre otras cosas más. (Nathaly, 5 años)
Jugar con los niños, comer pastel, tequeños, pinté una tortuga verde, jugamos el ula ula, jugamos en el parque. (Carlos, 5 años)
Nos vamos un poco más allá y preguntamos: ¿Qué es la ciudad para ti? Y las respuestas no se hacen esperar:
Algo con bastante espacio divertido como cancha, parque, acuario, zoológico entre muchas cosas más. (Nathaly, 5 años)
Es donde conducen los carros, también hay pasos donde cruzan las personas. (Carlos, 5 años)
Estas voces, no puedo evitar mencionarlo, me recuerdan al hermoso cuento La calle es libre escrito por Kurusa y bellamente ilustrado por Monika Doppert, que ya tiene más de quince ediciones y que aprovecho de invitar a leer a quien no lo conoce. Y es que si bien la escuela puede parecer un segundo hogar, no cabe duda de que esta, junto a la calle y la ciudad en general, forja nuestra vida.
Agradecemos entonces a las niñas y niños que nos siguen enseñando con toda su honestidad a hacer escuela y desde allí, la ciudad y el país que somos, pero también a quienes como Mayela hicieron posible que esta y otras escuelas permanecieran abiertas durante estas vacaciones para su mantenimiento y disfrute. Cierro con un lema que al menos yo no he olvidado: “Toda la patria una escuela”.
POR BENJAMÍN MARTÍNEZ • @pasajero_2
FOTOGRAFÍA CORTESÍA CEIN LOS SAUCES