Para Rodolfo Porras.
18/09/24. El día de la fiesta de 15 de años de la Fundación para la Comunicación Popular Ccs, conversaba con Rodolfo Porras que uno toda la vida ha sido pelabolas (creemos que es muy probable que esa tendencia se mantenga en el futuro). Sin embargo, en medidas generales, a uno no le ha faltado comida, ropa, techo, diversión. Hemos sido capaces de estudiar y salir adelante. Uno ha podido regalarse uno que otro viaje, vacaciones, hobbies. Los viernes uno comparte con seres queridos, y los domingos uno se regala un buen descanso. Sacando cuentas, más bien entendimos que nos va bastante bien pese a que siempre andamos con las cuentas justas.
Que la mayoría de la población esté económicamente satisfecha no quiere decir que estén precisamente contentos.
Con real y medio
Observando en la calle, vemos que la gente no para. Aquí todo el mundo está viendo cómo resuelve el día a día. La gente está estudiando todo lo que puede, mata varios tigres, emprende negocios, se inventa una. Y aún así, la gente no anda por la calle con el ceño fruncido. En Navidad, todo el mundo busca celebrar en familia, así sea modestamente. Ahorita que empieza el nuevo año escolar, los padres resuelven los uniformes y útiles de los muchachos, y en vacaciones, vimos un montón de carricitos jugando en las plazas y parques con los planes vacacionales.
Si nos fijamos en las campañas y contenidos de los medios, nuestra realidad es aparentemente peor que la de los cuentos de Charles Dickens. Pero la calle parece decir otra cosa: la gente vive y disfruta a pesar de las precariedades.
¿Riqueza es felicidad?
Este panorama invita a pasearnos por otros escenarios en diferentes partes del mundo. Tenemos que la calidad de vida en Suiza es una de las más altas: allá el que menos jala, jala un piano de cola. Esto es: la gente tiene propiedades, autos nuevos, viajan por el mundo... incluso, si se fastidian de sus muebles, los botan a la calle para que otros se lo lleven. Curiosamente, si usted se pasea por los idílicos puentes de Berna, llama la atención que a lo largo del puente hay grandes carteles de línea de apoyo al suicida: "Por favor, no te lances". Tal parece que los índices de depresión y de vacío en el país más neutral de Europa son pasmosos. Que la mayoría de la población esté económicamente satisfecha no quiere decir que estén precisamente contentos. La falta de un propósito ha llevado a muchos en ese país a tomar la peor decisión. Otros, han optado por sumarse a causas sociales en los países más vulnerables para encontrarle un sentido a sus vidas.
Situaciones similares se observan en países como Japón, Estados Unidos y otras naciones europeas. Curiosamente, la comodidad económica no es sinónimo de satisfacción en sus vidas.
En una ocasión tuve oportunidad de conversar con unos diplomáticos de Kenia que nos reprocharon. "No sabemos de qué se quejan. Ustedes son ricos. Llegamos del aeropuerto, y vemos que en sus montañas hay muchas casas bien formadas. Hay comida abundante, agua, electricidad. Hay muchos negocios. Deberían apreciar más lo que tienen". Cuba es un ejemplo de resiliencia y felicidad en medio de la adversidad. Con varias décadas de bloqueo, el nivel de educación, ciencia, deporte, turismo y cultura lidera la región, y la gente aún sonríe a pesar de las precariedades.
Cuestión de percepción
Una de las campañas más agresivas del capitalismo busca que la gente se sienta insatisfecha y frustrada, en aras de consumir más y de someterse a una mayor esclavitud. Sabemos que en el pasado, Venezuela vivió una época saudita, en la que se tiraba la casa por la ventana. Sin embargo, aún hoy en día, en un tiempo de tantos desafíos, que tengamos nuestras necesidades mínimas cubiertas y podamos disfrutar con nuestra familia y amigos es una bendición que seguramente en los países más ricos no saben apreciar.
POR MARÍA EUGENIA ACERO • @mariacolomine
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ