Nosotros estamos equivocados
es el mismo cuento de siempre
The Cranberries
18/10/24. Sólo para locos. Advertencia salida de la entrada de la novela de Hesse, El lobo estepario, sacude el sentido común: lo normal existe como habituación, a veces como ceguera, especialmente moral, necesita ser advertida si del buen vivir se trata.
Por mucho que recordemos un día para decirnos que ir a terapia es importante, jamás será suficiente, sobre todo cuando se toma muy a la ligera etiquetar a las personas como “bipolar”, que tienen “un TOC” (trastorno obsesivo compulsivo), “un TEA” (trastorno del espectro autista), un “TDAH” (trastorno por déficit de atención e hiperactividad), un “down”… sin conocer realmente en qué consisten estas condiciones.
La salud como integralidad, la salud mental, no es juego, es algo muy serio, es la vida misma, no se resuelve con pastillas.
Si queremos realmente afrontar el desafío de ser humanas y humanos, una persona, un agente responsable, moral, que reconoce aspiraciones, limitaciones, contextos… Debemos pensar la salud mental como una necesidad insoslayable.
La salud mental consiste, en parte, en objetivar la identidad individual conjuntamente con la cultural y social, asumir lo que nos diferencia del otro o la otra según sea el caso, nuestra historicidad, lo que nos mueve y con-mueve, lo que invita, lo que rechaza.
Hace poco más de un año, invitado a un capítulo regional de la Feria Internacional del Libro de Venezuela, justo al terminar mi exposición donde toqué precisamente el potencial narrativo y su papel en la salud mental, se paró una reconocida poeta insistiendo en que eso no pasaba en nuestro país, eso será en Europa, en Asia, pero aquí no…
Todavía tengo muy frescos los suicidios de queridas jóvenes poetas que, evidentemente, contrarrestan en creces ese tipo de naturalidad para nada justificables. No me sorprende, estamos habituados a no reconocer lo que nos duele, a tacharlo, al punto que hay quien vive con los síntomas ignorándolos.
Sé que las escasas estadísticas al respecto no ayudan mucho, y son levantadas de la misma manera que nuestras hermanas registran la violencia de género: con la uñas. Tales muestras son apenas la punta del iceberg.
Sé que un día, de pronto, nos enteraremos que una joven se arrojó de un séptimo piso, y volveremos a escuchar: “fue así, de la nada” o que un joven se voló la cabeza de un tiro con un arma “que no sabemos de dónde salió”.
Sé que diremos que esto sólo sucede en las ciudades, que eso lo trajeron de afuera, que antes no se veía, que así no somos nosotros, el país más feliz del mundo.
Quien sabe escuchar, escucha… Me duele la cabeza, y no sé por qué, tómate una pepa, me duele el cuello, tómate una pepa… y pepa tras pepas nos vamos jodiendo más… vamos al cardiólogo, al gastroenterólogo, más pepas…
Otras veces resulta común escuchar que el médico dice: "yo no veo nada, tú lo que tienes es estrés"…
Estamos acostumbrados, típica herencia cartesiana, a ver el cuerpo por partes, de manera segmentada y no articulada, digamos mejor, desvinculada, y andamos así por la vida, sujetos fragmentados quebrando a su vez al mundo que, se supone, debe servirnos de soporte. Es la lógica mecanicista y mercantil que nos atomiza, es, hay que decirlo, la muerte.
La salud como integralidad, la salud mental, no es juego, es algo muy serio, es la vida misma, no se resuelve con pastillas.
¿Qué estás haciendo? ¿Estás durmiendo? ¿Qué estás comiendo? ¿Cuáles son tus pautas diarias, a qué hora haces tal cosa y esa otra? ¿Te has tomado un tiempo para hacer ejercicio, para leer, para meditar?
¿Sabes que en la vida hay muchas cosas que no puedes resolver en soledad? ¿Sabes que muchas cosas no dependen de ti? ¿Sabes que todo está relacionado en tu cuerpo y más allá, en tu espíritu y que además, ambos constituyen una unidad sagrada que no puedes obviar? ¿Sabes que eres un ser humano, gregario, que no se puede pensar sino desde el lenguaje, en relación con el ambiente natural y social donde te encuentras?
Te invito, por favor, a que indagues sobre esto que te digo. Te invito a que vayas al psicólogo, al psiquiatra, de la misma manera como vas a otro especialista de salud…
PD: Agradezco a las estudiantes que me recordaron hace unos días a Hesse y al libro de Pinkola: Mujeres que corren con los lobos, que todo hombre debe leer.
POR BENJAMÍN MARTÍNEZ • @pasajero_2
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ