17/10/24. A manera de presentación…
Tengo unos diecisiete años a cargo de las cátedras de Historia Contemporánea de Estados Unidos de América y de América Independiente en la Universidad Central de Venezuela, y unos cinco como profesora sobre el tema en el Programa Nacional de Formación Avanzada de UNEARTE-Centro Nacional de Estudios Históricos. Tengo un doctorado en Historia.
La situación de los inmigrantes ya es crítica en los EE.UU., y el panorama no luce mejor si gana Trump o Kamala. El primero ha pregonado que cancelará programas de apoyo, agilizará las deportaciones y resguardará la frontera...
¿Por qué considera que la migración hacia Estados Unidos (EE.UU.) constituye una crisis para este país? ¿Y por qué lo asume como el fin del Sueño Americano?
La migración se ha convertido en una batalla política que envuelve a demócratas y republicanos. Ningún país, por más medios económicos que tenga, puede recibir año a año unas tres millones de personas. De acuerdo a cifras de la Organización de Naciones Unidas (ONU), desde enero del año pasado, más de dos millones de migrantes fueron detenidos cuando intentaban entrar ilegalmente a ese país. De acuerdo a la Oficina del Censo, U.E. Census Bureau de 2020, los anglosajones representan el 57 % del total de la población; hay estados como California, Texas o Nuevo México donde los hispanos son la mayoría. A este ritmo, la población hispana terminará definiendo el resultado de las elecciones, no sólo en California o Texas. No hay que olvidar la política antiinmigrante de Barack Obama, quien a pesar de su discurso –previo a las elecciones- sobre favorecer a los migrantes indocumentados si llegaba a la presidencia, terminó separando familias que tenían más de veinte años viviendo en EE.UU. mediante el Programa Frontera Sur, con el que deportó más de tres millones de personas, mucho menos de las que deportó Trump. Estas olas migratorias y la consiguiente disminución de la población blanca, está siendo interpretada como la colonización de EE.UU. por parte de los hispanos.
La calidad de vida del estadounidense común, pasados los efectos de la Segunda Guerra Mundial, comenzó a resentirse. El aumento del desempleo y los altos índices de inflación eran fenómenos a los que no estaban acostumbrados. Para la década de los setenta, la situación se hizo insostenible, en especial, con el aumento de los precios del petróleo y los efectos de la guerra de Vietnam. Para tratar de cambiar el panorama y regresar a los ideales del New Deal o Estado del Bienestar impulsado por el presidente Franklin D. Roosevelt y evitar un posible colapso de la economía, el presidente Richard Nixon implementó un conjunto de medidas conocidas como Nixon Shock, que no pudieron detener la inflación ni mejoraron la calidad de vida de los estadounidenses. A ese ritmo, la extrema derecha empezó una campaña que promocionaba la reducción del tamaño del Estado como la tabla de salvación, por lo que había que reducir los impuestos. Lo que no se le dijo a los futuros votantes fue que con ello se eliminaban la mayoría de los programas sociales, generando un nuevo tipo de pobre, incapaz de hacer frente a los gastos por cuestiones de salud, vivienda o educación.
La situación de los inmigrantes ya es crítica en los EE.UU., y el panorama no luce mejor si gana Trump o Kamala. El primero ha pregonado que cancelará programas de apoyo, agilizará las deportaciones y resguardará la frontera, que limitará los viajes de extranjeros de ciertos países e ideologías, con lo que espera deportar el mayor número de inmigrantes de toda la historia de EE.UU.
¿Qué autores le han servido en sus investigaciones?
Philip Jenkins, en Historia de Estados Unidos, los inicios del siglo XXI muestran, según sus propias palabras, señales de alarma. Entre ellas, la desindustrialización, el desempleo, bajos salarios e inestabilidad laboral, que hacen que el anterior sueño sea, en sus propias palabras, irrecuperable. Para la historiadora mexicana María Estela Báez, en Tierra prometida, tierra de inmigrantes. La inmigración a los Estados Unidos, las puertas se están cerrando para los inmigrantes, y eso lo afirma en el año 2008. Báez, toma como referencia a historiadores como William S. Bernard o Arthur Mann, para quienes un mayor control o políticas de inmigración más severas, tienen su origen en la supuesta superioridad anglosajona y la necesidad de seguir siendo mayoría en su propio país. Resalta también el trabajo del sociólogo colombiano Alfredo Molano, quien exploró la problemática de los migrantes en un libro del año 2005: Espaldas mojadas. Historias de maquilas, coyotes y aduanas, desde las opiniones de los migrantes mexicanos.
¿Qué repercusiones tiene esto para América Latina y en especial para Venezuela?
Las medidas actuales contra la inmigración, así como las propuestas de campaña de los candidatos a la presidencia de EE.UU., avizoran tiempos más difíciles para cualquier latinoamericano o caribeño que piense establecerse en ese país; siguiendo el camino de la mayoría de los mexicanos o centroamericanos por el Rio Grande. Este lugar se ha convertido en repositorio de cadáveres y de desaparecidos. Una de las ciudades más peligrosas, cruce entre EE.UU. y México, ciudad Juárez, contabiliza hasta agosto de este año, más de cuatro mil desaparecidos.
La expulsión de un número importante de personas, sea quien sea el vencedor por la Casa Blanca puede generar problemas de vivienda, salud, seguridad, atención y educación en los países destinatarios. Además de que buena parte del Producto Interno Bruto (PIB) de países como México, Guatemala, Honduras o El Salvador, proviene de las remesas.
Con respecto a los venezolanos, algunos medios como La Voz de América o CNN, registran que hay en EE.UU. unos 545.200. Considerando la posición de esos medios contra el gobierno nacional, dichas cifras podrían estar alteradas. Por otra parte, se desconoce cuánto del PIB entra por concepto de remesas de los venezolanos que se encuentran en EE.UU.
Actualmente se habla mucho de la diáspora como si fuera algo exclusivo de Venezuela….desde su mirada como historiadora, qué nos puede decir sobre estas matrices mediáticas…cómo desmontarlas?
El desconocimiento de la realidad ha permitido que se instalen matrices de opinión no sólo del número de venezolanos en el extranjero, sino de las razones de su partida, que son diversas. Obviamente que para el gobierno de los EE.UU. el tema es vital, dado su enfrentamiento con los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Si nos vamos a las cifras y a los archivos de la ONU, por ejemplo, tenemos que México está considerado como el país que más migrantes tiene en el mundo. Eso no es nada si lo comparamos con la población actual de Guatemala y el número de migrantes en EE.UU. de esa nacionalidad. Para el investigador Oswaldo Hernández, una de cada 200 personas que vive en EE.UU., es de origen guatemalteco. Guatemala tiene alrededor de 17,8 millones de habitantes y en EE.UU., según la Cancillería guatemalteca, 2.9 millones, es decir, 16 % está en EE.UU. En el caso venezolano, somos alrededor de unos treinta millones de habitantes y medio millón, según CNN, en EE.UU.
No se puede olvidar que EE.UU. tiene dos ventajas que las usa a placer: el dólar y los medios de comunicación, en especial las grandes cadenas de TV, la prensa e Internet, las cuales permiten bloquear cualquier información que atente contra sus intereses o imponer cualquier narrativa. Por suerte, hay otras plataformas que están permitiendo, para quien está interesado en otras visiones, desmontar ciertos discursos. ¿Hasta qué punto? Eso está por verse, no en balde detuvieron a Pavel Durov o censuraron a RT (Russia Today), entre otros medios rusos.
¿Hace algún tiempo, unos veinte años, se hablaba del Choque de civilizaciones, tesis sostenida por Samuel Huntington, qué tan vigente está eso?
Tal y como afirma Huntington, nos encontramos en los actuales momentos enfrentando un choque de civilizaciones pero, contrario a sus postulados, este conflicto que él avizoraba y que nosotros estamos enfrentando, no tiene sus raíces en lo cultural, sino en lo ideológico y lo económico. Actualmente, EE.UU. a través de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), libra una batalla contra Rusia, no por cuestiones estrictamente culturales. Si bien Rusia rechaza esta nueva ideología, es respetuosa de las ideas, opiniones y nuevas creencias occidentales. La guerra que libra la OTAN contra Rusia, en una primera instancia, tiene su raíz en el interés de dividir, fracturar a Rusia en una decena de países, apropiarse de sus recursos, debilitar a Europa con respecto a EE.UU. – algo que les está saliendo muy bien- e imponer el individualismo y la democracia de las corporaciones. Huntington afirma que la identidad cultural, en muchos casos provoca guerras, ese es un planteamiento por decir lo menos, simplista.
El conflicto entre EE.UU. e Irak, por ejemplo, o el bombardeo de Yugoslavia por cerca de tres meses por la OTAN no tuvieron un componente cultural. Fue un asunto de Seguridad Nacional de EE.UU. En el caso de Yugoslavia, necesitaba una base militar en Sarajevo, que actualmente es la más grande del mundo, y lo consiguió. En este caso, la ideología estadounidense de creerse destinado por la providencia a americanizar a todos y extender sus fronteras a través de las bases militares, se impuso a bombazos. Por el contrario, han mantenido desde la época de Nixon hasta ahora, una estrecha relación con Arabia Saudí, a pesar de que la cultura e ideología saudí es muy distinta a la estadounidense. Esa larga relación se basó en los acuerdos firmados por Nixon, que privilegiaron lo económico por sobre todas las cosas. Si el gobierno de EE.UU. decide cumplir la promesa hecha por Biden en el 2020, de convertirlos en un Estado paria, las razones no serían culturales. Es más, el propio Biden debió doblegarse ante el príncipe saudí por la grave situación económica por la que atravesaban en 2022 luego de la pandemia.
Michael Hardt y Antonio Negri hablaban de la decadencia del imperio y el poder de la multitud, ¿esto va de la mano con el planteamiento que usted sostiene?
Sobre la decadencia del Imperio de estos dos autores, también se decanta el escritor Emmanuel Todd en su último libro: La derrota de Occidente. No hay duda de que estamos observando la decadencia de EE.UU., pero también de Europa. El avance de Rusia en Ucrania, enfrentando el poder de fuego y las armas de última generación de todo occidente, deja en evidencia su supremacía militar. El avance tecnológico y económico de China, supera con creces a EE.UU., un país que se viene desindustrializando desde los años ochenta. Efectivamente, estamos observando el nacimiento de un mundo multipolar y los intentos de EE.UU. por impedirlo. En ese sentido, con respecto a la decadencia de ese país, comparto las ideas de Hardt, Negri y Todd.
Con relación al poder de la multitud para avanzar sin necesidad de un líder, a fin de modificar un sistema económico que crea desigualdades, eso está por verse. Históricamente, no hay registro de algo así, con excepción de la era de las revoluciones hispanoamericanas, por ejemplo y, sin embargo, esa multitud siguió a un líder, fuese Bolívar, San Martín o Sucre... Hardy y Negri toman como base la Batalla de Seattle de 1999 contra la Organización Mundial del Comercio (OMC), y las siguientes, para prefigurar el poder que podrían tener las multitudes para cambiar el sistema. Sin embargo, estas y otras manifestaciones contra el Club o Grupo Bilderberg, o contra la masacre en el Líbano que se dieron este año en casi todas las universidades de EE.UU., han terminado como la primera, decenas de heridos y presos, mientras el poder de las corporaciones aumenta y la muerte de inocentes continúa.
A pesar de los pocos avances de la multitud en su intento por cambiar el sistema; el llamado es a seguir manifestándose, no sólo por las condiciones materiales que nos aprisionan, sino por las injusticias, la muerte de inocentes en Gaza y Palestina, el encarcelamiento de líderes sociales sin más delitos que defender los derechos de sus comunidades, etcétera.
Muchas gracias
POR BENJAMÍN MARTÍNEZ • @pasajero_2
FOTOGRAFÍA NATHANAEL RAMÍREZ • @naragu