25/10/24.
En donde de cada ser dos, de cada cosa dos exactas, una para sí y otra para alguien. Siendo así, de algunas, una a la memoria y otra dejable en el lugar, ya el barrio en el caserío o el caserío en el barrio, ya los árboles frutales, las puertas, el automóvil entrando a contravía y el automóvil llegado por el otro lado, ambos con movimiento y ruido de carro.
Tocar una puerta y abrirse dos. ¡Oh, entrar!, ¡oh, el recibo más allá!, con dos Gonzalos, dos Ercilias, dos Rafaeles, dos Julietas, y después del saludo y los besos de rigor, hablando todos a la vez y, de los ocho, escuchando atentamente a ocho. Distinto todo, de como era antes de volver.
De la cocina, la sirvienta con tazas de café, de las diez una para ella y, en el momento de pasarlas, ni señas, ni morisquetas, ni palabras, sino ella y ella o Carmenza y Carmenza. Mientras en la memoria abarrotada aquellas grandes limas en sazón, aquellas roliverias mandarinas y, afuera, las rosas, las grandes rosas. Una sola rosa y una mandarina. Con una y otra para sí y una y otra para él, despidiéndose.
De: Una sola rosa y una mandarina (1985).
Oswaldo Trejo (Mérida, 1924 – Caracas, 1996).
Narrador venezolano. Conocido por sus cuentos de inspiración surrealista. Entre sus cuentos, resaltan Los cuatro pies (1948), Escuchando al idiota (1949), Cuentos de la primera esquina (1952), Aspasia tiene nombre de corneta (1953), Depósito de seres (1966) y Textos de un texto con Teresa (1975). Publicó también las novelas Andén lejano (1967), Al trajo, trejo, troja, trujo, treja, traje, trejo (1980), Mientras octubre afuera (1996), También los hombres son ciudades (1962) y Metástasis del verbo (1990). Obtuvo el Premio Nacional de Literatura de Venezuela en 1988.
ILUSTRACIÓN: MAIGUALIDA ESPINOZA COTTY