31/10/24. Conozco a Arturo desde hace varios años ya, de los tamunangues, con los sones de negro en las ofrendas a San Antonio, que alivianan las cargas y sanan las enfermedades.
A San Antonio se la ha endilgado que es el santo de lo imposible, de las cosas perdidas y de los novios, además de “milagrero”: mucha gente hace promesas de salud, o para lograr una casa propia, para conseguir un buen empleo y así. Es por eso que uno escucha, en cualquier parte de Venezuela, que hacen tamunangues fuera de su fecha natural, que es el 13 de junio. Por otro lado, toma su nombre de un tambor y fue rechazado por la “gente de bien” y por la iglesia misma, durante muchos años hasta los años cincuenta.
Me sorprende de hablar con Arturo su grado de preparación: desde los siete años aproximadamente, comenzó sus estudios de música aunque ya tomaba clases de violín con un profesor polaco. Se graduó de Maestro compositor y Licenciado en Composición, Copista y Etnomusicólogo. Se preparó luego en arreglo-composición-orquestación moderna y jazz con Félix Colino, Jerry Weil, Miguel Noya, Francisco Escauriza, Diego Silva Silva y Tiero Pezutti, entre otros. También es Ingeniero de audio y luthier. Y me cuenta que también le mete al piano, cuatro, guitarra, percusión y flauta dulce, además, poco a poco, acordeón de botones y flauta trasversa.
Su mayor influencia, su familia: su padre, Arturo Avilés Castro, fue compositor autodidacta y en casa escuchaba mucha música, en especial, música venezolana y de segundo, latinoamericana. Lo bailador le viene de su parte materna, ya que la pareja era muy bailadora y fiestera. Su madre, Maritza Rodríguez de Avilés, le enseñó a bailar de todo y tenía mucho ritmo. Arturo, en todas las fiestas familiares bailaba sin descanso con tías, primas y amistades. Ya en la etapa juvenil-adulta se la pasaba en fiestas, discotecas, clubes, donde sacaba y lo sacaban amigas y hasta sus hermanas.
Punto importante: su paso por la Fundación Bigott y la Trapatiesta, donde toma clases de baile tradicional, y así se forma de manera cabal, hasta llegar a ser un bailador reconocido. Ha llegado a ser director de la Compañía de Tango (SomosTango), director de Danza de Sol Larense y su Gente, bailador de Mónica Márquez y el Grupo Estribillo, bailador en la Academia Folklórica Chilena (ACAFOCHI) y Grupo Folklórico del Sur.
Como compositor una buena canción hace que analice y conozca la música de su autor. Le gusta toda la música popular desde la venezolana hasta un Billo Frómeta, un Luis Mariano Rivera, un Juan Luis Guerra, Glen Miller, Indio Fugueredo, Violeta Parra, Agustín Lara, Jhon Lenon a Lepera. Y también los intérpretes como Daniel Santos, Gualberto Ibarreto, Yordano, Alí Primera, Barbarito Diez, Celine Dion, entre muchos.
Ha compartido con Jóvita Nieto en joropo llanero, Cleotilde de Bilings con sus comparsas, Un Solo Pueblo, Tradiciones, Convenezuela, Tambor y Gloria, Encuentros de Escuela de Tango, el grupo Azteca (grupo de folklore mexicano en Venezuela), Trapatiesta, etcétera.
Interpreta la cueca chilena, la marinera peruana, chacarera argentina, entre otras. Últimamente, más vinculado al tango argentino dentro de la Escuela y Compañía SomosTango, donde se baila improvisado y con coreografías propias. Como profesor de la Escuela Latino Americana de Medicina (ELAM), se encargaba de montar y asesorar el montaje de las danzas de países como: Mali, México, Chile, Haití, Nigeria, Guinea Ecuatorial, Mozambique, Bolivia, Ecuador, Salvador, Nicaragua, Kenia, Etiopía, etcétera.
Le pregunto, ¿por qué la danza y no otra expresión? Dice que se adentró al baile por varias razones: le gustaba bailar, como compositor para poder hacer música bailable, como DJ para también hacer música que la gente quisiera bailar por horas, como etnomusicólogo, para aprender la música de la tierra de sus padres, de oriente y de Lara..
Les anoto acá sus redes para que puedan seguir a Arturo y su trabajo: En Instagram, @somostango_oficial, en Facebook: Sol Larense y su Gente Facebook: Arturo Avilés Rodríguez.