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¿Los mirones son de palo?

¿Hasta qué punto hace falta que la opinión de la manada incida en la intimidad de una pareja?

14/11/24. En el pasado, cuando una pareja se iba a casar, el novio debía pedirle la mano al padre de la novia. De hecho, consolidar una unión de pareja era más un negocio que un vínculo. La familia de la novia solía pagar un dote para que el novio se llevara a la muchacha y asunto cerrado.

 

La felicidad de una pareja realmente depende de quienes la conforman, y esa felicidad suele ser íntima y cómplice...

 

Rituales más, negocios menos, el asunto es mundial y popular: si la pareja va en serio, el siguiente paso importante es llevarla a conocer a la familia. De hecho, si el novio o novia evita incluir a su ser amado en su entorno luego de algún tiempo juntos, es sospechoso: posiblemente esa pareja no sea tan importante o no se vislumbre un futuro juntos.
 
 
 
Para que la actual princesa Kate pudiera casarse con el príncipe William, debía esperar a que la entonces Reina Isabel aprobara el casorio, pese a que los enamorados ya llevaban juntos siete años, y se conocían de toda la vida. Dicen las malas lenguas, que la tristemente célebre Princesa Diana rodó cuando la mamá de su novio paquistaní, el doctor Hasnat Khan rechazó a la muchacha. De nada sirvió el abolengo, belleza y aristocracia de Lady Di. En lo que la suegra dijo que "no", el tórrido romance se fue por el desfiladero.
 
 
 
Viene a pedir tu mano, viene
 
 
 
Es comprensible que la manada entre a formar parte dentro de la dinámica del amor en algún momento. Si la relación de pareja va evolucionando, ya cada uno entra a formar parte de la vida del otro. Por fin, lo natural es empezar a compartir con el entorno inmediato de nuestro ser amado: amigos, compañeros de trabajo y familia. Una vez leí porai, que cuando uno se casa, se casa también con la familia del otro.
 
 
En el pasado, que el novio fuera a la casa de la novia a pedir permiso para salir con la muchacha, o incluso matrimonio, era todo un acontecimiento social. Hoy en día, la cosa es más relajada, pero normalmente las parejas propician algún tipo de compartir para que todos se vayan conociendo.
 
 
 
Normalmente, nuestros seres queridos van a apostar por nuestra felicidad. De allí que se tomen la atribución de emitir comentarios o veredictos de lo que ven de nuestros novios, esposos, o peor es nada. Estos veredictos suelen ser vitales muy importantes a veces: imagínese siendo madre soltera, y que un tipo le empieza a echar los perros. Para que esa relación funcione, su novio y su hijo se las deben llevar bien. Similar si se trata de un hombre divorciado y con hijos: la nueva pareja deberá desarrollar un vínculo armónico con la prole si realmente le interesa fortalecer ese vínculo romántico.
 
 
 
Terceras personas
 

Hasta ahí, todo bien. Sin embargo, el verdadero alcance de la percepción de nuestra familia y amigos debe tener un límite. A veces, las familias y amigos se dejan llevar por sus propios valores e intereses: el candidato debe ser profesional, tener plata, estatus, una buena familia, bla bla bla. En otras, las familias a veces presionan para que uno se empate con el tipo que a ellos les gusta, y no quien a uno le hace feliz.

 

En algunas familias tóxicas, se suele ver que hay suegras que presionan para que el hijo vuelva con la ex. Tengo una amiga que ha debido sobrevivir años de matrimonio a la sombra de la suegra, quien constantemente le hace desplantes a ella y a su hijo porque no la quiere. En una ocasión escuché el testimonio de un pariente cercano: los padres le sabotearon el noviazgo con el amor de su vida, porque no era un ejecutivo y tal. Él le propuso huir juntos y casarse, y ella se decantó por la aprobación familiar. La muchacha terminó casándose con otro con quien no era feliz, para terminar quedándose sola.

 

A mí me llegó a pasar de formas distintas: en una ocasión no le gusté a la suegra de un noviecito equis, y el chamo terminó yéndose con la candidata que su familia sí quería. En otra, lamentablemente la familia de mi prometido me adoraba, pero yo no era feliz. Recuerdo, que conversé con mi papá al respecto "¿Qué hago, papá? Esa familia me quiere mucho" "Los mirones son de palo", sentenció mi viejo. A quien le debe gustar es a ti, no a los demás. Santo remedio. Me sinceré y decidí retirarme de esa relación.

 

¿Qué es lo que realmente cuenta?

 

Estamos claros en que siendo seres sociales, la gente que nos rodea siempre se va a armar una película sobre nosotros y lo que hacemos. Es agradable saber que uno cuenta con la bendición del entorno de nuestro ser amado. Pero al final, lo que los demás opinan será simplemente una percepción ajena. La felicidad de una pareja realmente depende de quienes la conforman, y esa felicidad suele ser íntima y cómplice: lejos de fotos en redes sociales, reuniones multitudinarias o rituales rimbombantes.

 

 

 

 


 

POR MARÍA EUGENIA ACERO • @mariacolomine

 

ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta

#Parejas #Familia #Amor

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