29/11/24. Aunque nos sorprenda, una reivindicación fundamental de la Constitución suele ser menospreciada: el uso del lenguaje de género. Nacida por la constatación de que el lenguaje es político, que pensamos con palabras y que lo que no se nombra, no existe, el hecho de ponerle la “a” a los sustantivos no es mera gramática, es fundamentalmente el grito que comprueba que existimos. Nos cuesta imaginarlo veinticinco años después, pero hasta 1999 todos los cargos se escribían en sustantivo y era usual que una mujer se refiriera a su cargo y profesión en masculino.
...¿porqué incluso las mujeres defienden una supuesta economía del lenguaje que reivindica que lo masculino es una especie de neutro universal?... quienes usaron el uso del lenguaje de género, como Tibisay Lucena, fueron ridiculizados. Se diseñaron campañas para decir que era ridícula que fueron más eficientes que las que defendieron su uso.
Sin embargo, esa diferencia tan chiquita como una letra abre el imaginario de las niñas y de las mujeres rompiendo las formas invisibles que mantienen las diferencias. En los estudios de género, es usual hablar del piso pegajoso –a las mujeres, principalmente por la carga de los cuidados les cuesta avanzar-, el techo de cristal –hay una frontera hacia arriba de las aspiraciones de las mujeres o subir significa ir desafiando imposiciones- y explicar, por ejemplo, la visibilidad de las mujeres científicas permite masificar el interés de las niñas en las matemáticas, la física, la química o la biología.
Entonces ¿porqué incluso las mujeres defienden una supuesta economía del lenguaje que reivindica que lo masculino es una especie de neutro universal? ¿No es el neutro universal principalmente lo que impide la reivindicación de la diferencia, la acción de discriminación positiva? Una de las razones fundamentales es que quienes usaron el uso del lenguaje de género, como Tibisay Lucena, fueron ridiculizados. Se diseñaron campañas para decir que era ridícula que fueron más eficientes que las que defendieron su uso.
Un asunto que no está muerto sino vivito y coleando. Para intentar recuperar esta forma de incluir hablando y escribiendo, la Asamblea Nacional dictó una norma que busca recordar la necesidad del uso. Hoy, los debates que están sobre la mesa y que pueden impactar en los derechos de las mujeres, enfrentan algunas visiones que parecen indicar que mejor se dejen para luego y así hay una economía de conflictos.
La paridad política es necesaria y aunque en sí misma la presencia de mujeres no garantiza una visión feminista, la visual de la normalidad de la participación femenina en el espacio público es una incidencia deseada, así como la capacidad de los espacios de decisión de parecerse más a nuestra sociedad conformada por un poquito más de mujeres que de hombres, lo que se refleja hasta en los resultados electorales al disgregar por sexo la población votante.
¿Cómo avanzamos si lo que antes nos costó sangre, sudor y lágrimas nos parece irrelevante? Cuando uno profundiza en andar buscando historias de mujeres se da cuenta que nada nos evidencia, que todo el pasado fue opresivo y patriarcal como recibimos los últimos siglos de los que tenemos más memoria. Retroceder es un riesgo siempre presente y lo chiquito se transforma en grande. Veamos un panorama donde todavía el 25N se cuestiona que exista la violencia de género o que las denuncias sean ciertas y lleguemos a nuestra propia idea.
POR ANA CRISTINA BRACHO • @anicrisbracho
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta