25/01/2023. Si bien la música es tan amplia que existen cientos de géneros al gusto de cada quien, siento que en la actualidad el género urbano, categoría odiosa que encierra dentro de sí varios subgéneros, es la más consumida por el público juvenil y promovida por la industria musical. Surgió el trap -dicen que hijo del rap-, pero abundante en sonidos electrónicos y el malvado auto tune.
Lo más interesante al escucharlo es su simbología, lejos de las necesarias líricas del rap que son la expresión de la vivencia de quien las canta, llenas de contenido social y reflexiones sobre las desigualdades. El trap termina siendo el Kiko de los géneros (personaje de la serie El Chavo que es hechoneta y solo habla de lo material).
Muchos dirán que mi reflexión es odiosa y anticuada, que las canciones no necesariamente tienen que tener alma con contenido social, pero analice primero usted un trap. Como género parece dotado de un realismo mágico, ya que se dedica a exaltar, enaltecer y mentir, sobre el dinero que tienes en el banco, la lucha de quién es mejor que el otro, la cantidad de mujeres en tu harén y cómo pretendes sentenciar la vida de tu enemigo por las armas.
Aquí es donde yo me pregunto: ¿En qué contribuye este discurso sin fin por el poder que repiten como loros cada muchachito del bloque o de la quinta? El cantante de trap que no es famoso miente cuando dice que tiene armas, dinero y mujeres, le miente a cada adolescente cuando exhibe su vida vacía llena de tenencias y no de ideas. Porque repito, haga el ejercicio de escuchar cualquier canción de trap. En ninguna faltará la violencia, la hechoneria y el poder de creer que las diferencias se dirimen sentenciando la vida de quien te ofende y que el más hombre es aquel que tiene más mujeres y armas. Los anticuados son ellos que pretenden seguir validando antivalores y discriminaciones.
Apadrinados además por raperos que en sus tiempos escribían, pero para quien aprecia la música y letra, se le derriten los oídos con estas onomatopeyas inentendibles producto de este género embrutecedor. Tómese el tiempo de escuchar cómo la industria quiere ponerlo a repetir el famoso brrrrr o eskere, que terminan siendo la mitad del tema. Esta patria parió talentosos raperos, de nada sirve que escuches a Apache, Cancerbero o te creas el sucesor de Tupac si tus intentos de pegar terminan reproduciendo una sarta de babosadas que no contribuyen a nada, ni son el descubrimiento del agua tibia.
POR MARÍA ALEJANDRA MARTÍN • @maylaroja
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ