17/12/24.
La paz sea con
La Escuela Superior de Música José Ángel Lamas, en la avenida Urdaneta, era el centro de votación. Domingo soleado de diciembre; “hasta el 31 estaremos en las calles”, dice una de las que está vendiendo, ejñbn su caso, comida. Las calles del centro de la ciudad, doscientos años después de Ayacucho, afortunadamente, están llenas de paradas de bicicletas, sin aire, que la gente compra de un modo impresionante. Eso, siendo que nuestras autoridades lo ven todo, en estos tiempos de tecnologías apuradas e intelectualísimas, augura una nueva etapa en la forma de recorrer Caracas. Como que van a hacer ciclo vías para tanta bicicleta vendida antes del Niño Jesús.
...Mantener una conducta intachable y no incurrir en la promoción del odio, la intolerancia, la discriminación, la traición a la Patria, así como posturas fascistas, neofascistas o expresiones similares y cualquier otra conducta que afecte los intereses de la Nación...
Mientras, la paz se hace dentro del recinto, lleno de memoria y de historia de la música caraqueña. Oír a Evencio Castellanos (si es que se puede decir así: ella, que me enseñó su canción y café con pan, ya no me lee) tocado en Austria por la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas y luego votar a una jueza de paz en la Lamas tiene una razón de ser, como ella escogió la maternidad, por mencionarla de pasada, aunque se la pase apurada.
Cinco personas delante, la cola se mueve tan rápido que no da tiempo de leer el libro. “Léelo por lástima”, dice el escritor. Hay una hoja tamaño carta, de papel-papel, pegada en una pared con la foto de las y los candidatos. Debajo de la foto, tipo carnet, algunas sonrientes y otros muy serios, estaban los números que identificaban a cada posible juez o jueza de paz. En un papelito (más por cariño, porque estaba bien hecho), se anotaba hasta tres números de las opciones que, como elector, uno podía elegir. Conocía a una candidata y puse al azar las otras dos, en un asunto cuántico y femenino, lleno de luna llena, despedidas sin explicación decente, política como de barajitas, baratijas al lado de bicicletas que parecen motos y las inconexiones que la exasperan a ella, que me lee un jurado. El tiempo, relativo desde el siglo pasado, se bifurca silencioso y lleno de pregones y de humo cuya toxicidad aún no está bien estudiada por la ciencia que nos rodea. Hay un montón de, valga la expresión, y el homenaje a Francisco Aguana, de, repito, carajitas y carajitos que la están partiendo en el planeta, a veces sin salir de aquí. Un libro y una gaita para Humberto Fernández-Morán. Lean lainventadera.com
La bicicleta
“Prefiero que vengan con una mascota que con la bicicleta”, afirma la señora que regenta el local de alimentos y bebidas, más bebidas que comida. Comida, lo que se llama comida, de aquí y de allá, y de más allá, ya hay en todas partes. Hace poquito, antes de las vacunas y la pandemia, la autopista de Prados del Este era un ciclo vía solitaria. La estatua de María Lionza, un sitio seguro para descansar y consagrar. La bajada del hotel El Limón, más segura y ella vivía en Parque Central. Y era un tema para conseguir comida.
Ahora, a los perros, a algunos, les cocinan brócoli. Y pollo.
Ahora, también, sé que ella vive en Parque Central. Hasta pastelitos de chigüire se consiguen, respetando la veda. Y la plaza de la Juventud, que la atraviesa toda Caracas caminando y en patines y en sillas de ruedas y en bicicletas y monopatines alquilados a través de una aplicación, está ahora allí, en lo que antes era… lo que era. Y lo que falta, que no se ha tocado.
Para postularse a candidata o candidato para jueza o juez de Paz Comunal, según el formulario de postulación, destacan los puntos 7 y 8: “Mantener una conducta intachable y no incurrir en la promoción del odio, la intolerancia, la discriminación, la traición a la Patria, así como posturas fascistas, neofascistas o expresiones similares y cualquier otra conducta que afecte los intereses de la Nación o manifieste públicamente el incumplimiento o desacato de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, las leyes y demás actos que en ejercicio de sus funciones dictan los órganos del Poder Público, que deshonren los símbolos de la Patria y sus valores culturales o que cometan actos en contra de la protección de la soberanía, la nacionalidad, la integridad territorial y la autodeterminación. 8: Tener un conocimiento profundo de su entorno, de las necesidades, conflictos, costumbres y cultura de su ámbito territorial, así como un compromiso con la justicia social, solidaridad y colectividad”.
Óscar Yánez hablaría de la mandarina. Aquiles Nazoa, de la ironía. Earle Herrera le acompañaría y Alfredo Lugo los agarraría en un plano inolvidable lleno de rimas y de atardeceres. Esta luz de Caracas, después de las tantas de la tarde, se camina en silencio, arropando ese Mundo Interior de las soledades de Carlos Angulo, el más solo de todos los solitarios escritores que caminan partecitas de la comarca con la bolsa de Clap en un moral prestado.
La paz sea con.
POR GUSTAVO MÉRIDA • @gusmerida1