07/08/25.
Trastornado
“¿Dónde está Adán... y dónde está Eva?”, preguntó la periodista, en ese tono que se usa cuando, científicamente hablando, el no saber, o ese otro saber, se convierte en el principio de todo.
Este diplomado reúne a más de sesenta participantes, maestras y maestros de Caracas, Miranda y La Guaira que están ejerciendo en escuelas nacionales y algunas subsidiadas...
“Abrimos las puertas al público el 24 de julio de 1940”, dice Ingrid Briceño, Jefa especialista de Educación. Y agrega, en ese tono que se usa cuando, didácticamente hablando, se va a guiar un recorrido en el Museo de Ciencias de Caracas a participantes de un Diplomado de Periodismo Científico. “Por lo tanto, acabamos de cumplir…” y se hace, se crea o se transforma, todo depende, un breve y contundente silencio en el grupo de, más o menos, cincuenta personas. Briceño espera la respuesta. Al fin alguien dice, y creo que fue un científico del IVIC, la cantidad de años desde entonces hasta ahora, que estamos en agosto de 2025 y ya están vendiendo arbolitos de navidad en oferta.
Ella
Para responderle a la periodista, Ingrid Briceño señala a la izquierda. El norte está a su derecha (es muy fácil ubicarse en Caracas: la montaña está allá), y allá está Adán, esculpido por Francisco Narváez en 1938. Al final del recorrido, en “El Eje del Buen Vivir”, la periodista, refrescándose con un papelón con limón hecho por otra periodista que tiene un local allí, en medio de todo eso, estaba Eva, señalada, en este caso, por un dedo de ella, que la consiguió.
En el Diplomado de Periodismo Científico, de ahora en adelante DPC, un científico, entre varios, recibe el “conocimiento”, así entrecomillado, porque hay demasiados. O suficientes. O varios. U otros. En fin.
El científico, este, porque también hay otros y otras y además, hay otro Diplomado; este tiene por nombre Construcción Colectiva del Conocimiento, de ahora en adelante CCC, y aunque algunos pensemos en la T de Tamanaco, la memoria no nos lleva al cacique, sino al centro comercial. Cosas de la colonización, que llaman.
Entonces, el científico aquel, que en la mañana recibe clases, en la tarde dicta una conferencia. De las cosas que uno se entera.
El museo
Un recorrido de esta naturaleza…hablando de naturaleza: “Quien elimina el contexto, elimina la verdad”. Frase de Pedro Grima, uno de los autores, científico él, de un libro que se llama así: Capitaloceno: camino acelerado hacia el fin de la humanidad, en coautoría con Félix Barloil León. Hay que leerlo. Quien lo quiera, me dice a mí, que entonces le digo a ella, y siguiendo el método científico, que se puede resumir como el proceso mediante el cual (si de verdad va a leerlo, porque como libro científico al fin, tiene sus gráficos; pero es un ensayo de esos que usaría Wisotsky, Rubén, en sus clases), pues se lo entrego.
La naturaleza del recorrido, entonces, hace que uno se prepare; es como ir a ver una película. O un festival de cortometrajes: aprovechen esas dos horas, poco más, poco menos.
El medio centenar de estudiantes del DPC se divide en dos. Llegaron desde San Martín, por allá cerca de una estación de Metro de Caracas que no es ni Capuchinos ni Maternidad. Tendrían que haberse quedado en Bellas Artes, pero usaron autobús, porque, aparte de los refrigerios allá, el almuerzo en un jardín del Museo, también tenían transporte. Y el DPC, como el de CCC, científicamente hablando, no tiene ningún costo para las y los participantes. Y hay otros Diplomados.
Por ejemplo
Didáctica de la Ciencia, de ahora en adelante…
Este diplomado reúne a más de sesenta participantes, maestras y maestros de Caracas, Miranda y La Guaira que están ejerciendo en escuelas nacionales y algunas subsidiadas. Tienen cinco profesores en Matemáticas, Química, Física, Biología y Filosofía que les muestran cómo enseñar ciencia. Las he visto, sentadas derechitas prestando atención en la clase de Biología. Pero estamos en el museo. Una película de dos horas es el recorrido, con imágenes en blanco y negro, historia de este país, del petróleo, de los llanos, con brujas y leyendas; de África, con su jirafa convertida en tortuga, porque esas cosas pasan a veces. Guías que se turnan, y entre cada turno, porque fue un recorrido de once salas y no alcanzó el tiempo para conocer todo el museo; entre cada cambio de guía, la correspondiente orden: “Digan buenas tardes”, en ese tono que se usa cuando se es joven y se hace un buen trabajo.
Y doctores y doctoras, científicas y economistas, abuelas y jubilados, profesoras y profesoras, investigadoras y periodistas, toda esa gente, cual niñas y niños, repetían en coro “buenas tardes” y saludaban y “hacían caso”. “¿Cuántos años tienes?”, le pregunté al guía de la sala de video juegos, donde uno se entera de cada cosa, como en la conferencia del científico. “Diecinueve”, y el experto continuó ese recorrido que hay que volver a hacer, si es que uno quiere entender bien, que no es lo mismo que entender, por qué tanta gente juega en video.
Es como la mantequilla-mantequilla, porque como todo el mundo sabe, la margarina tiene unos avisos negros que advierten que eso hace daño.
O los científicos-científicos, porque las Ciencias Sociales, etcétera.
Al final del recorrido, no es más que un hasta luego y hay que hacer algunas tareas. Alguna mamá salió de prisa a buscar a su hija.
POR GUSTAVO MÉRIDA • @gusmerida1
FOTOGRAFÍAS CORTESÍA PRENSA MUSEO DE CIENCIAS