09/01/25.
1. El caminante, que viene haciendo, se encuentra de pronto con otra pared de esas que se arman, reja con reja, y ya, en cualquier parte de esta ciudad, a cualquiera le da por ponerlas para “hacer su trabajo” y el camino que se hace al andar no se puede transitar, entre tanta economía informal, tanto corral, tanta manera de tratar a los que algunos llaman ciudadanos de a pie, pero esos mismos “algunos” caminan por otros caminos. Siempre que suceda lo mismo, pasa igual, recuerda el filósofo, caminando, que decía Otro.
Espectáculo citadino, alguna cámara empezó a filmar y otro vigilante se acercó y advirtió y el caminante se salvó...
2. “Hermano” (como el “miamor”, la palabra introductoria, apartando el tono, indica para dónde va la intención), “Hermano, ¿puedo pasar? Voy a mi casa”.
3. Es la forma. Es la manera en que te dicen que no. Es una receta que choca con las calles. Es inaceptable, y para no aceptar algo, bueno, “algo” tiene que hacerse. El caminante decide que esa reja puesta allí, que le impide el paso, no es un obstáculo, porque si lo fuera, sería la cagada: aquí en esta ciudad “cualquiera” puede venir y trancar una calle y ya. Porque van a repartir el Clap, por ejemplo, que hay de primera, segunda, tercera, cuarta, quinta y ya voy a terminar, sexta categoría y la que le toca al caminante, que viene después. Alguna vez preguntó qué se podía hacer para mejorarlo, y la respuesta dio tristeza. Los de las tres primeras categorías tienen tantos productos de la empresa de Lorenzo Mendoza, que el comité local de abastecimiento y producción (Clap) de ese ministerio tiene distancia y categoría, como se decía antes.
4. Los tipos de seguridad, trajeados y encorbatados, tenían radios con sus palabras claves. “Voy a pasar”, dice el caminante. “Por aquí no”, dice el justiciero. Y el caminante camina y el funcionario también. Uno por dentro de la reja, otro por fuera, reja abierta, funcionario atravesado hasta que se acabaron las rejas y llegó la escalera, inamovible. Tantas veces que el padre Numa Molina pasó por aquí, pero ahora tiene mucho trabajo en Ciudad Caribia. Como la segunda parte del Farolito de los uruguayos, la conversa por allá con Numa será el año que viene, después del 10 de enero. Tal vez se pueda imprimir entonces. Es una frase que no dice nada en un tiempo que nadie lee mucho.
5. El caminante quedó montado y enredado, flanqueado por un justiciero que quería meterle con la radio en el frente, que a la vez le empujaba, y el otro debajo de la escalera, que le halaba. El caminante se agarró firme y no lo pudo bajar. Espectáculo citadino, alguna cámara empezó a filmar y otro vigilante se acercó y advirtió y el caminante se salvó de un cachazo en el frente, aunque no era una cacha propiamente, sino el culo de la radio, que tiene una dureza similar.
6. Para finalizar, llamaron a la Guardia Nacional y le amenazaron con el arresto; si esto me pudo contar, es porque, otra vez, se salvó. En otra ocasión, dos funcionarios del Sebin y él se enfrentaron, pero los tipos salieron corriendo. Pudiera decirse que huyeron despavoridos, pero los dejaría muy mal. Sencillamente salieron corriendo. Tal vez vieron algo que sólo ellos ven. Reja atravesada, reja traspasada: que no venga cualquier funcionario, por más presidente de institución alguna que tenga esta ciudad a atravesar una reja porque le da la gana, porque su trabajo es más importante que las personas que la caminan todos los días en esta ciudad intranquila. Pero esos presidentes, o presidentas, tampoco leen un coño. Toca hablar con los escoltas y que estos, discrecionalmente, decidan quién puede hacer uso de su derecho al caminar libre tránsito y quién no. Y a veces, con esa gente no se puede hablar. Y si son extranjeros, peor. Más arrogancia. Pero están aquí, en esta ciudad que se llama Caracas. Aquí es distinto. Ya lo verán.
POR GUSTAVO MÉRIDA • @gusmerida1
FOTOGRAFÍA NATHAN RAMÍREZ •@nathanfoto_art