26/01/2023. Maniatados por la negación y deslumbrados frente al asombro, nos resistimos a creer en la vida más allá de la Tierra a pesar de las evidencias. Cualquiera, luego de un breve ejercicio de imaginación, debe admitir que es imposible que en un territorio tan extenso (infinito) con miles de millones de estrellas, astros, planetas y asteroides, seamos la única y privilegiada estación capaz de albergar vida inteligente. Es como un golpe de suerte (o mala suerte) increíblemente aleatorio, lo que quizás podría confirmar la existencia de un dios patológicamente egoísta, quien nos ideó, nos construyó imperfectos, y nos dejó solos con ese sino como destino inexorable.
Según el director de cine afroamericano Jordan Peele, Nope significa “no es del planeta Tierra” (Not Of Planet Earth por sus siglas en inglés), nombre de su tercera cinta, aclamada como las dos anteriores (Huye y Nosotros) por plantear situaciones críticas de suspenso y terror con especial ensañamiento sobre gente negra, lo que es comprensible en una sociedad tan permeada por el racismo como la de Estados Unidos.
La peli, como la vida real, va sobre ese mito más o menos extendido entre los ufólogos sobre esas formaciones nubosas y casi circulares que se posan en un punto determinado del cielo por largo tiempo, y que al parecer son un recurso extraterrestre para ocultar el desplazamiento de objetos voladores no identificados (OVNIS).
Como en el film y solo para ojos afinados, algunas veces asistimos a la presencia de formas azarosas y tupidas -tipo nimbostratos- de aspecto lluvioso que se sostienen por horas, a veces días, a una altura indeterminada mientras la claridad se esparce a su alrededor. Si no nos ponemos suspicaces, pasa por una nube más que en algún momento se transforma en aguacero o sencillamente se disipa para darle paso a la luz del día o a las estrellas de la noche. Pero en Nope, como en la realidad no visible, esas nubes esconden más arriba de su velo de gasa chamuscada, platillos que vuelan o simplemente se estacionan a observar cómo sobreviven los maestros venezolanos con su sueldo base, y cosas así.
Para los incrédulos es mera superstición, pero para las almas asustadizas (como la mía) que moran frente a una montaña como el Waraira Repano, considerada portal metafísico y espacial de toda la vida, la permanente formación sombría en sus cumbres, así llueva, truene o relampaguee, no es sino la comprobación de que allá arriba no andan jugando metras como muchos creen, sino que se está orquestando una gran operación interestelar que nos va a trasladar hacia la quinta dimensión donde todos ganamos altos sueldos en dólares y un gobierno cósmico le pone los ganchos a los especuladores.
POR MARLON ZAMBRANO • @zar_lon
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ