31/08/23. Cuando la mamá se enteró que quería dedicarse al circo, pegó un grito al cielo. Lo mismo le pasó, al cantante, a un bailarín y a una pintora. “Te vas a morir de hambre” sentenciaron los padres preocupados. Y el problema no es el arte, es que la falta de políticas públicas asociadas al desarrollo de estos gremios se une a la indiferencia de una sociedad insensible que denigra y no remunera de justamente estas labores llevando a la abundante masa de personas que se dedican al quehacer creativo a trabajar por “amor al arte”.
Al caminar las calles del centro y en un margen de tres cuadras, veo a mi alrededor a muchxs que luchan por lo suyo y por el amor a su oficio cultural. Con corneta en mano, vestuario e indumentaria se arman de valor y se comen la calle buscando medios económicos para subsistir.
Un zanquero que hace malabares con fuego en un semáforo es alguien que le tomó años de preparación armar su espectáculo, por el que recibe apenas algunas monedas; un muralista mal pagado puso de su bolsillo materiales para embellecer una fachada; un músico que con un pesado amplificador pasa las tardes deleitando al transeúnte con las mejores versiones de las chatarritas de ayer y hoy. El hombre que hace de estatua viviente y que bajo el sol pasa horas ejercitando la inmovilidad. Todo esto en una misma cuadra, donde se conjugan sudor y sonrisas ante una minoría de público sensible, y de miradas mayoritariamente indiferentes de quienes creen que ese no es un trabajo.
Estas jornadas a tiempo completo son valoradas en países donde la cultura itinerante es apreciada, hay quien se salta la norma y es visto por algún promotor cultural que masifica su labor. Cuando el artista se vuelve famoso el padre que en principio sentenció que el muchachito no servía para nada, exclamó de forma hipócrita: “yo sabía que lo iba a lograr”.
Toda labor conlleva un esfuerzo y lo necesario es sentenciar que el artista no debería trabajar por amor al arte. Detrás de su ejercicio, existen años de experimentación, de desarrollo de técnicas, de aciertos y de errores, de inversión material y por sobre todas las cosas amor por lo que se hace. Si se te parte el corazón al ver a charlero que a punta de mentiras e informes médicos falsos te mete una coba para sacarte plata, valora a quienes con tesón, constancia y espíritu se toman el tiempo para sacarte una sonrisa, ellos también merecen mejorar sus condiciones de vida. Los trabajadores ambulantes de las artes también merecen, ser apreciados, aplaudidos y pagados.
POR MARÍA ALEJANDRA MARTÍN • @maylaroja
ILUSTRACION ERASMO SANCHEZ •