29/01/25. No es fácil, para nada fácil, pensar en estos tiempos, la integralidad de un hombre, no si nos encontramos inmersos en la mediática que cercena cualquier posibilidad de asumirnos como creadores, forjadores de nuestra propia historia y lo que es más: capaces de escuchar y hacernos desde el sentido que produce el diálogo desde ese mismo instante en que empezamos a realizarnos como personas.
Larga vida al hombre que no ha muerto... inmortalizado para siempre en el corazón del magisterio ... ¡Viva la Educación Liberadora! ¡Viva Luis Beltrán Prieto Figueroa!
En nuestra nación pluricultural con su permanente desafío democrático, han existido hombres y mujeres que realzaron, impulsaron y protagonizaron la dignidad de ser, agentes responsables de sí mismos y para toda su patria. Personas sentipensantes que además, propusieron una manera soberana de producirla.
Nos referimos por ejemplo, al gran maestro de nuestro Libertador y máximo héroe cultural Simón Bolívar: Don Simón Rodríguez conocido también como Samuel Robinson, pero si nos vamos un poco más acá en la historia, en el siglo XX, resalta la figura paradigmática de todo aquel que desee pensarse como un sujeto transformador de la realidad de su pueblo, en función de, como lo dijo el mismo Bolívar, secundario por uno de sus máximos discípulos contemporáneos, Hugo Rafael Chávez Frías, su propia, genuina y suprema felicidad social, no hay otro que se le iguale en tan encomiable tarea: Luis Beltrán Prieto Figueroa.
El margariteño, el hombre de pueblo, asuntino, por haber nacido en La Asunción, municipio Arismendi del estado Nueva Esparta, el 14 de marzo del año 1902, el poeta, el creador de realidades que no se conformó con describirlas resaltando sus bellezas y particularidades, sino de cómo regirlas, de cómo pensarlas en función de las comunidades que la dinamizan, concediéndoles, así, su particularidad histórico-cultural.
Y así pudo ir un poco más allá, proponiendo algo jamás pensando en nuestra patria: El Estado docente, la forma más acabada y orgánica de articular la formación de los ciudadanos que conforman nuestra república.
En dicha estructuración, el papel de la educación para el trabajo que vemos en la creación de las Escuelas Técnicas, del INCES, en el acompañamiento de cada uno de los aspectos vitales de estudiantes y docentes, como por ejemplo, en los ámbitos de la salud y la alimentación… la lista es larga y el espacio no sería suficiente para dar cuenta de la grandeza de este ser humano que desde hace varias décadas se encuentra en el imaginario social de todo aquel que se dice docente y que ahora, como era de esperar, nos encontramos inscrito desde el pasado jueves 16 de enero en el Panteón Nacional junto a otros héroes y heroínas de la Patria.
De su grandeza no puedo obviar las siguientes palabras exhaladas de su propio espíritu revolucionario, las que quizás puedan sintetizar poéticamente su pensamiento: La sed del hombre es también un anhelo inagotable: trascender, vivir en mundos imaginarios que se traduce en la angustia de existir.
Precisamos un poco más su legado:
No sólo fue un intelectual en el amplio sentido del término, orgánico, capaz de sintonizar su sensibilidad con la praxis, desde un profundo sentido nacionalista, un político como pocos, fundador del Movimiento Electoral del Pueblo (MEP) el 10 de diciembre de 1967, de orientación socialista. Lector agudo de grandes escritores como Pablo Neruda, Miguel Otero Silva, Andrés Eloy Blanco, Rómulo Gallegos…
Como parte de la Junta Revolucionaria de Gobierno (1945-1948), desde donde se destacó como Secretario y Ministro de Educación, impulsó la creación del Estado docente, siguiendo los lineamientos político-pedagógicos de Simón Rodríguez, el 26 de diciembre de 1945, impulsó la redacción y ejecución del decreto para la creación del Patronato de Comedores Populares, así como también el 6 de febrero de 1946, el establecimiento del Patronato Nacional de Alfabetización, seguido por uno de sus discípulos más cercanos Luis Caballero Mejías, transformó la antigua Escuela de Artes y Oficios para Hombres a Escuela Técnica Industrial para la Ciudad Universitaria, el 10 de julio de 1947, redactado e introducido en el Congreso Nacional, el Proyecto de Ley Orgánica de Educación, firmada el 18 de octubre de 1948, en 1959 establece el Instituto Nacional de Cooperación Educativa (INCE).
Aquí debemos recordar que fue en el mismo año de 1945 cuando quedó establecido el 15 de enero como Día del Maestro, como un homenaje a quienes en 1932 lucharon contra la dictadura de Juan Vicente Gómez, estableciéndose luego la Sociedad Venezolana de Instrucción Pública, que años más tarde, dará paso a la conocida Federación Venezolana de Maestros.
Prieto fue además, no debemos olvidarlo, candidato a la Presidencia de la República en 1968, bloqueado de manera racista y clasista por la derecha apátrida encabezada por Betancourt y sus secuaces empresarios al servicio del imperialismo. Y posteriormente, en las elecciones de 1978.
Entre sus poemarios destacan:
Isla de azul y viento (1986), La poesía de los pueblos con sed (1986) y la bella antología: Soy tu voz en el viento, con prólogo de Gustavo Pereira (2013).
Y entre sus ensayos:
El Estado docente (que encontramos reeditado por Biblioteca Ayacucho en octubre de 2006), La magia de los libros (1955), Joven, empínate (1968), Maestros de América (1975), El Estado y la educación en América Latina (1977), El maestro como líder (2003).
Larga vida al hombre que no ha muerto, aunque haya partido básicamente el 23 de abril de 1993, se ha inmortalizado para siempre en el corazón del magisterio de nuestra fe, la que depositamos día a día tanto en Dios como en nosotros mismos como comunidad emancipada que lucha por seguir siendo única e inigualable ¡Viva la Educación Liberadora! ¡Viva Luis Beltrán Prieto Figueroa!
POR BENJAMÍN MARTÍNEZ • @pasajero_2
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta