13/01/2023. El problema de ser Kanye West es que siempre debes ser más Kanye West. Es decir, cuando Lady Gaga comenzó a aparecer en la escena musical su mayor reto era superarse a sí misma, por lo que sus outfits se hicieron cada vez más pesados y estrambóticos. En un momento no solamente ya no podía caminar por la alfombra roja, sino que ya no era reconocida por su magistral voz ni por sus elaborados performances sino por los trajes que calzaba, hasta que ya no pudo más y se decantó por los orígenes, es decir, la piel visible de la ítalo-americana voluptuosa que desprovista de vestiduras permitía fluir con más comodidad su verdadero talento artístico. Parecido a cuando un político venezolano la caga en grande (que es casi siempre), y decide huir hacia adelante cagándola más y mejor, sin posibilidades de reinserción social como Lady Gaga.
ESCÁNDALO
Lo de Kanye Omari West (que ahora se hace llamar Ye, como cuando Prince comenzó a identificarse con un símbolo impronunciable o cuando Guaidó se hizo llamar “el presidente de Venezuela”), no se sabe si es marketing o es verdad, y he ahí el plus del encanto por el cual seduce a los amantes del pop y del rap del mundo entero, y a l@s aesthetics. Más allá de su indudable talento, que ha llevado a los melómanos a considerarlo un verdadero genio musical, lo que más resalta de su zigzagueante carrera es su capacidad de escandalizar desde los días en que permanecía casi mudo durante sus escasas apariciones en el reality show que compartía con la familia de su ex esposa: The Kardashians. Al lado de Kim parecía un monje budista en jornada de ayuno y reflexión.
Su propia ex mujer fue quien aclaró (parcialmente) el panorama entre seguidores y detractores: compartió su diagnóstico psiquiátrico, bipolaridad, razón suficiente según el jet set hollywoodense para justificar su errático proceder a partir de su inestabilidad mental y emocional. Uno de sus primeros indicios lo escenificó en la entrega de los premios MTV 2009, cuando interrumpió a Taylor Swift mientras daba su discurso tras ganar el premio a Mejor Video Femenino y que para West merecía ganar Beyoncé.
BIPOLARIDAD DIAGNOSTICADA
Otro momento cumbre de su loca carrera por el estrellato (¿otro pico de su bipolaridad?) fue cuando el 4 de julio de 2020 ofreció su nombre para las elecciones presidenciales de Estados Unidos y escenificó el lanzamiento de su candidatura con un evento al que se presentó con un chaleco antibalas, propuso ofrecer un millón de dólares para disuadir a las mujeres que quisieran abortar y se echó a llorar al mencionar que su padre quiso interrumpir el embarazo de su madre y que él pensó en hacer lo mismo con su esposa, Kim Kardashian. En ese momento fue cuando su ex aprovechó el golpe mediático para advertir la condición mental del rapero y pedir compasión y empatía por parte de los medios y el público.
Una de sus últimas tropelías faranduleras fue pronunciarse a favor de Hitler usando conceptos abiertamente antisemitas, al punto de afirmar "amo a los judíos, pero también amo a los nazis" lo que le valió la clausura de sus cuentas en Twitter e Instagram y el abrupto corte de su trato publicitario con millonarias marcas comerciales como Adidas, Yeezy, Gap y el banco estadounidense JP Morgan que lo colocaron al borde de la quiebra personal.
Su excéntrica réplica ante el altercado fue: "Lo curioso es que en realidad no puedo ser antisemita porque los negros también son judíos. Ustedes han jugado conmigo y han tratado de eliminar a cualquiera que se oponga a su agenda".
RACISMO DE MARKETING
Otros comentarios recientes confundieron a la opinión pública en torno a sus puntos de vista sobre el tema racial, como su aparición en la Semana de la Moda de París con una camisa con la inscripción White Lives Matter (las vidas blancas importan), antagónica al eslogan del movimiento pro afrodescendiente Black Lives Matter para visibilizar la violencia contra la población negra en las ciudades norteamericanas.
Se trata de un pastiche ideológico y cultural que alimenta cierta fascinación por las contradicciones entre los miembros de las generaciones Alfa y Cristal, en muchos casos indefinidas sexual, filosófica y espiritualmente, cuya mayor síntesis de movilidad se da hacia el extremo infinito de la ausencia de sexualidad, estética, fe, madurez, etcétera. Si a mi chamo, de dieciséis años, le preguntas cuál es el segundo nombre de su madre se pierde en el abismo de la duda, pero sabe con precisión pasmosa hasta el último detalle de los pronunciamientos del Ye, incluso cree con fe ciega en sus afirmaciones al punto de negar a su vez el exterminio de los judíos bajo el régimen nazi. Esos mismos chamos tararean espontáneamente los últimos lanzamientos del artista, se intercambian enlaces y videos a través de sus distintas redes sociales o entre sus muy herméticos y cáusticos grupos de WhatsApp, y cuando se encuentran en tertulia cuerpo a cuerpo, empuñan sus adhesiones y simpatías con la misma propiedad con que a comienzos del siglo XIX se orquestaban revueltas desde la plaza del pueblo.
POR MARLON ZAMBRANO • @marlonZambrano