09/05/2024. ¿Qué es un héroe? Me pregunto cuando pienso en el mundo que nos habita, y no pienso en princesas salvadas por dragones, y no pienso en inmolaciones… Pienso, en cambio, en quienes que más allá de que, en efecto, las princesas tanto como los sacrificios, de alguna manera nos salven, a nosotros, los hombres, expulsados o no de un mítico paraíso, nos redimen.
Quizás los poetas son héroes, quienes hacen de la palabra, como dijo Cristo, con todo respeto, el pan de vida. Los héroes, no estamos exentos de su existencia: todo ser humano, toda humana, lleva su héroe, su heroína. Las mujeres, por ejemplo, en este mundo, son una de las máximas expresiones de heroicidad. Y las mujeres escritoras, las mujeres cantoras, mujeres poetas.
Pienso en ellas, las mujeres, y pienso, inevitablemente, en estos comienzos de mayo, en Dulcinea, uno de los principales motivos de El Quijote. ¿Podemos pensarlo sin ella? Imposible. Pero vayamos un poco más allá, a lo que nos dicen algunos sobre el héroe para tener otros elementos que nos permitan avanzar en nuestra reflexión.
Así tenemos a Balandier quien nos recuerda que: “Es por su fuerza dramática por lo que el héroe es reconocido.” Un poco más atrás en el tiempo, pero de igual manera vigente en nuestro tiempo, tenemos las palabra de Carlyle:
En el pecho del hombre no hay sentimento más noble que la admiración sentida por otro superior a él. Eso es lo influye en su vida vivificándolo, lo que influyó e influirá siempre. La Religión se basa en eso, a mi entender, no sólo el Paganismo, sino religiones mucho más sublimes y verdaderas, todas las conocidas. El Culto del Héroe, la admiración cordial, sumisa, ferviente, ilimitada, sentida por una más noble y divina Forma de Hombre; ¿no es ése el germen del Cristianismo? El más sublime de todos los Héroes es Uno, Uno que no nombramos ahora. (...) La Fe es lealtad para con algún inspirado Maestro, algún Héroe espiritual. Y, ¿qué es lealtad, el soplo de vida de toda sociedad, sino emanación del Culto del Héroe, sumisa admiración por lo verdaderamente grande? La Sociedad se basa en el Culto del Héroe.
Y desde allí, regresamos con más fuerza al presente, las también vibrantes palabras de Campbell, quien nos dice que el héroe es aquel que:
Ha sido capaz de combatir y triunfar sobre sus limitaciones históricas personales y locales y ha alcanzado las formas humanas generales, válidas y normales. (…) De aquí su elocuencia, no de la sociedad y de la psique presentes y en estado de desintegración, sino de la fuente inagotable a través de la cual la sociedad ha de renacer.
Para poder aterrizar a lo que hoy he querido compartir: si el héroe, hemos dicho, de alguna manera, es aquel que nos redime –a veces sin proponérselo-, una de sus características es su trascendencia, es decir, ir más allá de su tiempo histórico vivido, superar su propia subjetividad fundiendo la suya con las otras, es decir, con el resto de la humanidad.
Inmerso en sucesos que denotan acontecimientos irónicos, riesgos, condenas, pero sobre todo, la superación de todo ello, el héroe es lo que es, precisamente porque sale del patrón de los acontecimientos de la vida ordinaria y enaltece una nueva forma de ser que se torna paradigma.
En nuestro mundo, más allá de nuestro propio idioma, el de los mortales y el propio del que denota nuestra condición cultural herederos de Hispania, no existe otro como Cervantes. De él, es cierto, podemos decir que su nombre es indisociable del héroe que nos legó: El Quijote. Dejo abierta la polisemia para que cada quien encuentre en él, a ese héroe que todos llevamos… Y me centro en el Cervantes escritor, -ya lo he dicho: en cierta forma, todo escritor es un héroe-, asumiendo que su propia vida se vuelve ejemplar y sin ella difícilmente nos hubiese legado ese poder que insiste en la transfiguración de lo real, para hacer de nosotros, los mortales, sujetos capaces de amar más allá de que el mundo y sus Sanchos estén allí para advertirnos que a veces no se puede. Pero ahí también está la palabra en acción, aquella que nos muestra que somos también algo más: allí donde la imaginación se torna moral, sacude la instancia del vacío, y ante el vértigo que supone la existencia, el deseo por cumplir las causas más nobles, como por ejemplo escribir una novela, un poema, enaltece lo bello del vivir. ¿O es que acaso El Quijote no inspira? Yo creo que sí, como las otras producciones de Cervantes, auténticas epístolas para todo aquel que desee expandir o forjar el sentido de su vida.
POR BENJAMÍN MARTÍNEZ @pasajero_2
ILUSTRACIÓN ENGELS MARCANO • cdiscreaengmar@gmail.com