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Aquiles y la tortuga

Enrique Anderson Imbert

 

 

31/01/25.

 

 

 

 

 


Zenón: Homero contó muy bien cómo Héctor huyó al ver que Aquiles se le acercaba: tres veces dio vuelta a las murallas de Troya, y Aquiles siempre persiguiéndolo. Lo que no contó es que Aquiles, sintiendo que no podía estrechar la distancia, pensó: “¡Si Héctor fuera una tortuga!”. Bien: en mi argumento contra el movimiento yo le he otorgado ese deseo. Solo que a Aquiles no le sirve de nada: cada vez que llega al punto en que estaba la tortuga, esta ya se ha adelantado y así infinitamente.

 

 

Meliso: Tu argumento es válido solo a condición de que lo despojemos de sus disfraces. A unos meros puntos en el espacio los disfrazaste de Tiempo. Les diste un pasado –la fama de los pies ligeros de Aquiles y de las patas lentas de la tortuga–, un presente –la voluntad que ambos tienen de correr– y un futuro –la meta que los espera al final de la carrera–. Aquiles y la tortuga, psicológicamente, duran. No duran, matemáticamente, los infinitos puntos en que se puede dividir una línea. Tu argumento, para ser lógico, debería desprenderse de las imágenes temporales con que lo disfrazaste. Solo que entonces tu argumento no duraría. Quiero decir, por ser demasiado obvio nadie se acordaría de él.

 

 

 

De: El gato de Cheshire (1965).

 

 

Enrique Anderson Imbert (Argentina, 1910-2000)

 

 

 

 

Narrador, ensayista y crítico literario. Comenzó a publicar cuentos y ensayos en periódicos locales cuando solo tenía 16 años, y en 1928 colaboró en varias revistas literarias antes de dirigir las páginas culturales del diario La Vanguardia. También es autor de varias colecciones de cuentos líricos-fantásticos, que combinan lo real con lo extraño, entre las que sobresalen El Grimorio (1961), El gato de Cheshire (1965), La sandía y otros cuentos (1969), La locura juega al ajedrez (1971) y La botella de Klein (1975). En su lecho de muerte, bosquejó un cuento corto: la historia de un violinista que, a punto de comenzar un concierto que definirá su carrera, descubre que ha olvidado la partitura. Durante toda su vida reivindicó su adhesión al socialismo.

 

 

 

 

 

 

 

ILUSTRACIÓN: MAIGUALIDA ESPINOZA COTTY.

Épale CCS Cuentos para Leer Narrativa Nuestroamericana Narrativa Argentina Enrrique Anderson Imbert

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