10/04/25. Debo confesar que es muy tentador caer en el brollo sentimental, sobre todo si está vinculado al genial Agustín Lara, por eso me dio cosita hacerme eco del chisme del secreto de Arráncame la vida, su memorable tango de 1934. Pero como decimos en Maracaibo, "que no nos gusta el brollo, pero nos entretiene". Y dejando por delante mi gran admiración por Toña, y que nunca he tenido pruritos moralistas de ninguna índole, debo decir que, si esa hipotética relación se mantuvo en secreto, debió ser que ella estaba casada con su primer marido, el músico Guillermo Cházaro Ahumada, con quien tuvo tres hijos. Y el otro, casado con Angelina Brusquetta, uno de los grandes, y más largo de los amores de su vida. Pero fastidiada de tantas infidelidades, “ella lo abandonó en 1938. Cuando él llegó a la casa de ambos, no la encontró más. Se llevó sus cartas y sus fotos con él”. Pero, muéranse, en 1932 es el gran debut de Toña, en la revista musical Nuestro México. Ya Angelina había convencido a Lara de recibirla en su casa y escucharla. Es cuando escucha su versión de Enamorada, y se fascina con ella. Pero no sólo eso, ¡es Angelina, quien le cose el traje, para el estreno!
“nada más llamaba por su nombre a la novia, a la que le había dedicado esta canción, y cantaba: Arráncame la vida. Fue entonces que todos en el teatro nos enteramos, que el compositor estaba viviendo un romance completamente secreto”.
Toña y Cházaro Ahumada se separaron en 1945, no por casualidad el año del matrimonio de Agustín con María Félix. Pero el cuento con la Brusquetta, es de novela, ella sin saber lo que le esperaba, le había conseguido otra novia secreta a su marido, fue quien le insistió a Agustín en recibir a Toña, o sin saber, sabiendo, porque lo amaba tanto, que no me extraña que propiciara aquel encuentro, que seguramente terminaría, en otra de sus pasiones. Pero ya habían pasado siete años, y aunque ella seguía desayunando con él, en su ficción, más nunca se supo públicamente de ella, pero sus familiares confirman los desayunos ficticios.
Sin embargo, la versión del propio Lara, deja abierta la duda: "En 1932 escuché a una joven cantante desconocida. Abrir ella la boca y abrirla yo también, pasmado, fue todo uno. Cuando la oí cantar en aquella fiesta, me levanté para preguntarle ¿quién era, de dónde había salido?. Me respondió que le decían Toña La Negra, y que era de un barrio del puerto. Impresionado, la invité a comer al día siguiente, para descubrir que había llegado una nueva musa a mi vida. Escribí Lamento jarocho sólo para ella".
Pero hagamos un paréntesis para ver a nuestro héroe, lejos de su prepotencia, cuando ya disfrutaba las mieles del éxito. Si Agustín fue el descubridor de Toña, María Valenta Pérez Escamilla, Maruca Pérez, fue la descubridora de Agustín Lara y su primer intérprete, al cantar sus canciones en El Retiro, el famoso café, ubicado frente al toreo de la Condesa. En 1929, grabó al menos cuatro temas—entre ellos dos tangos de Lara, Canalla y Mentira— para el sello Víctor. Pero, lo extraordinario de esta señora Maruca, fue cuando su novio de turno le iba a dar una serenata, y ella contrató a un desconocido, llamado Agustín Lara, para acompañarlo en el piano durante la serenata. Más tarde, Maruca invitó a Lara a acompañarla, y comenzó a cantar sus canciones, también el tango Canalla, era una de ellas.
Otro testimonio del joven Lara, nos impresiona al haberse enredado con una hermana de Frida: “Los primeros amores se atropellan en mi vida en forma muy salvaje. Tengo fechas grabadas a fuego sobre mi alma. El 24 de octubre de 1931 me le declaré a Matilde (la hermana mayor de Frida Kahlo) pero el amor duró poco, y pasé a los besos de una muchacha, que se llamaba Irene Fernández, quien dijo que me amaba. Sin embargo, ella dejó de quererme al poco tiempo, y yo la recordé en una rima pobre: “Corazón que guardas triste/ los recuerdos de un alma que se va”. Tampoco es que nos vamos a afligir por eso, no olvidemos que el joven Agustín, desde los trece años coleccionó amores de meretrices, como quien colecciona barajitas, en el largo álbum de sus amores perdidos.
Un rato más tarde, Lara conoció a otra Fernández, Ana María Fernández (a quien llamaría "la madre de mis canciones") y comenzó a actuar junto a ella y Maruca Pérez, con Juan Arvizu, el otro descubridor de Agustín. En enero de 1934, era presidente del país Lázaro Cárdenas, y su gobierno recibió como herencia callista, serios conflictos religiosos derivados de actitudes anticlericales de gente cercana a Plutarco Elías Calles. Los cardenistas en el poder, procuraron atraerse a los grupos católicos… Por esas fechas, en la clausura del Congreso de Mujeres Intelectuales Contra La Prostitución, se propone un boicot a Lara, en virtud de que todas sus canciones, eran de un erotismo subido de tono.
Ya supimos del llanto de Agustín en el estreno de su tango más famoso, y como cuenta el cronista, “nada más llamaba por su nombre a la novia, a la que le había dedicado esta canción, y cantaba: Arráncame la vida. Fue entonces que todos en el teatro nos enteramos, que el compositor estaba viviendo un romance completamente secreto”. Pero el llanto también corrió por las mejillas de Toña, porque Lara era un celoso tóxico, que llegó hasta gritarle en escena. Los chismes de pasillo cuentan de los dramas pasionales en los camerinos. Peleas, las deliciosas reconciliaciones y el llanto consecuente de sus canciones, por lo que pasaba en el camerino.
Pero Toña, también era de armas tomar, en ‘La otra cara de la fama’, vi el documental Toña la Negra: La Voz Silenciada – Secretos, Amores Prohibidos y el Dolor de una Leyenda Olvidada, donde reiteran sus amores tormentosos con el músico que la hizo estrella, pero al costo de su celotipia mencionada; pero añaden amores secretos con empresarios de la noche, compositores casados, hombres millonarios y hasta con una conocida actriz del Cine de Oro, que no trascendió la chismografía de farándula. Como diría William Blake: ¡El amor, el dulce amor que, en otro tiempo, por crimen fue tenido!
POR HUMBERTO MÁRQUEZ • @rumbertomarquez
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ